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Blanca Sosa nos cuenta sobre la forma en la que planificó su tiempo tras jubilarse de partera. Ella ha aprendido computación, crochet, a tocar las castañuelas y se ha unido a un coro, y nos anima a tomar el tiempo que tenemos y usarlo para algo que nos sirva, que nos guste, que nos motive. No te pierdas de los consejos de Blanca para mantenerse motivada y activa, aún cuando no todo sale como nos gustaría.


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EA0928 – Entre Amigas –
Tercera edad planificada – Parte 1



Entrevista a Blanca Sosa

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente en este espacio de la entrevista. Hoy nos acompaña una nueva amiga para compartir con nosotros: Blanca. ¿Cómo estás Blanca? Muchas gracias por acompañarnos.

Blanca: Muchas gracias a ustedes por entrevistarme y por querer saber un poquito de mi vida.

Victoria: Quienes conocemos a Blanca sabemos que una cosa que la caracteriza, además de la simpatía, es la actividad. Ella siempre está en constante actividad. Hoy nos va a contar un poco acerca de las decisiones, las que tomó antes y las que toma día a día, y cómo el Señor la ayuda a seguir adelante en una etapa en la que tal vez muchas personas piensan que ya no tienen más nada para hacer, que es la etapa posterior a la jubilación.

Blanca: Claro, las decisiones las tomé justamente antes de la jubilación. Me quise preparar, ponerme objetivos, porque no quería simplemente estar en mi casa, viendo pasar la vida detrás de una ventana. Como tenía muchas cosas pendientes las puse en práctica, las planifiqué, las elaboré y las preparé. De eso ya hacen casi 13 años y cada vez tengo algo nuevo. Me gusta incursionar, pero siempre tengo que tomar la decisión.

Victoria: ¿Podés contarnos un poco acerca de a qué te dedicabas antes?

Blanca: Yo era partera. Mejor dicho, soy partera, dejé de ejercer. Trabajé 45 años como partera y pienso que la vida que tengo ahora, al tener a Dios en mi vida, es una forma de disfrutar de todo de lo que trabajé en 45 años. Me doy una vida alegre. Sinceramente no era lo que yo quería estudiar, yo quería ser arquitecta. Pero la decisión la tomó mi mamá, ella me dijo que tenía que ser partera, y después del primer parto me enamoré de la profesión. Ahora la amo más todavía porque Dios me dio el don de traer vidas al mundo, y por eso ahora me propongo a usar mis manos, que es el don que Dios me dio, para servirlo a Él. Todo lo que hago es con las manos. A veces pienso ¿cómo no voy a hacer las cosas bien cuando tantas vidas dependieron de mí? Cada nacimiento era algo hermoso para mí, sobre todo las madres primerizas, por aquella ansiedad de la madre que iba a ver a su bebé por primera vez, sobre todo en aquella época en la que no se podía ver a través de los sonogramas o cosas así, ni se sabía si sería varón o nena. Entonces había mucha expectativa, y cuando nacía el niño y se lo poníamos arriba a la madre era algo hermoso. Yo tenía una forma de trabajar que hacía que las pacientes confiaran mucho en mí, por mi tono de voz. Cuando estaba naciendo el bebé, cuando asomaba la cabeza, las madres por lo general cerraban los ojos, pero yo se los hacía abrir para que vieran cómo su bebé iba naciendo, que es algo hermoso. La verdad que me dio mucha satisfacción esa carrera. Me quedaron las ganas de estudiar arquitectura pero cuando pude ya tenía muchos años y tenía otras tareas, otros objetivos. Y bueno, ese es el tema. Soy partera y hasta el día de hoy me siento identificada cuando veo a una embarazada, además tengo el don para decir si va a ser un varón o una nena, y por lo general lo acierto. Pero el día que me jubilé automáticamente borré todo lo que era salud, inclusive el funcionamiento del aparato de presión, de las inyecciones, saqué todo de mi vida. Tengo de mi carrera muchísima satisfacción. Hoy por hoy voy por la feria y están los hijos grandes, de 20, 30, hasta de 40 años, y las madres les dicen: “esta fue la doctora que te trajo al mundo”. Y en el barrio me conocen como la partera Blanca. Eso a mí me da satisfacción porque quiere decir que tienen un buen recuerdo de mí, que las traté bien.

Victoria: Habla del trabajo bien hecho.

Blanca: Del trabajo bien hecho, exactamente. Y dentro del centro de la salud yo fui la que inauguró el parto sin temor. Porque el tema que trae acarreado el parto es cómo se gestó ese niño, si se gestó por amor, si se gestó por obligación, si se gestó por comprar a un compañero, a un marido, y eso generalmente en el trabajo de parto se manifiesta. Entonces yo siempre les decía: “El dolor lo van a tener. El tema es tener confianza y saber respirar”. Así que haber sido partera me dio y me sigue dando mucha satisfacción.

Victoria: Blanca, dentro de esas cosas que decías que te habían quedado pendientes, decías que te preparaste antes de la jubilación para poder llevarlas a cabo. Contanos un poco más sobre eso.

Blanca: Lo primero que hice fue entrar en un coro porque siempre me gustó cantar. Canto horrible, pero siempre me gustó cantar. Antes de retirarme del trabajo mi esposo falleció de una manera muy repentina. A los cuatro meses me vieron mal en donde yo trabajaba, me preguntaron qué me pasaba y hablando me dijeron: “¿Bueno, qué querés hacer?” y yo dije: “Bueno, quiero hacer muchas cosas, pero una de ellas es que quiero cantar en un coro”. Así que entré a un coro y ya hace 14 años que estoy allí.

Victoria: Y a partir de ahí, de ese encuentro con el coro, de empezar a hacer lo que tenías anhelo de hacer, surgieron muchas cosas, ¿no?

Blanca: Exactamente. Pero el mayor anhelo que tenía en el coro era tocar las castañuelas. Y me costó muchos años lograr eso, que era un anhelo desde que tenía 7 años, pero nunca lo pude llevar a cabo. En el coro me empecé a integrar y cuando me jubilé ya tenía varios proyectos.

Victoria: Blanca, nos habías comenzado a contar cuáles eran las cosas que te habías visto motivada a hacer. Una fue la entrada al coro, ¿qué más?

Blanca: Lo primero que quería hacer era tener clases de computación porque en ese momento era el auge de la computadora y de los jueguitos y todas esas cosas. A mí no me gusta encerrarme en mi casa con la computadora. Pero yo empecé a sociabilizarme, a salir con amigas, y mismo con el coro viajamos mucho, lo que hizo que se abriera un mundo que antes no existía para mí, porque yo iba del trabajo a mi casa, de mi casa al trabajo, así por 45 años. Tenía amistades, pero no tan profundas. Entonces empecé a tener amigas, a salir, a ir al teatro, y todas mis amigas hablaban del Messenger, del mail, cosas así, por lo que decidí que me tenía que actualizar. Lo primero que hice fue un curso de computación. Yo trabajé 10 años con la computadora en el BPS, y a nosotras no nos enseñaban así que tuve que aprender sola. Por eso tengo un rechazo por la computadora, la uso y me sirve muchísimo, pero no me esclavizo con la computadora como tampoco me esclavizo al celular. El celular y la computadora son como el cepillo de dientes para mí, los uso cuando los necesito.

Victoria: Tu tuviste la oportunidad para hacer un curso de computación, pero cuántas personas hay que deben estar en la misma situación y quizás no pueden tomar un curso o algo por el estilo. Entonces qué importante que es, para los que saben, poder tomarse un rato y explicar cómo funcionan las cosas a aquellos a quienes les cuesta un poco más.

Blanca: Claro, una ventaja que hay acá, en el Uruguay, es que te dan la Tablet. Entonces es como que se despierta un mundo nuevo. Así que el primer paso que di fue aprender computación. Hice un curso gratis para adultos mayores. Hice los tres cursos, aprendí Word, mail, mensajes y hasta aprendí a hacer películas. Esa etapa la cumplí, y después yo me sentía tremendamente bien porque intervenía y siempre mandaba mensajes, porque yo ya iba a la iglesia. El tema de la iglesia y de Dios fue algo muy especial. Como me encanta crecer, me encanta aprender, todo lo que hago me fascina, el tema de la iglesia y de conocer a Jesús también fue una revelación tremenda. Porque mi esposo falleció un miércoles y el jueves aparecí en una célula, no se cómo ni por qué. Tenía una amiga que me hablaba de la célula y de cosas así y por eso me acerqué. Hace 14 años que estoy en el camino de Jesús, y siempre estoy incursionando. Así que al aprender computación yo pasaba muchas historias de personajes de la Biblia y de la vida de Jesús. Siempre me encantó crecer, todos los cursos que había en la iglesia yo los hacía, y en la iglesia Pan de Vida más todavía, incluso se me despertó la fibra de escritora. Yo siempre estoy tratando de crecer, de saber, de aprender. Porque es mi personalidad, no me gusta quedarme en el tiempo, y más ahora que sé que quedarse en el tiempo es morir. Me gusta avanzar, crecer, aprender, estudiar, leer, todo eso.

Victoria: Blanca, una de las cosas que comentabas recién es que te gusta avanzar, porque es tu forma de ser, pero dijiste que quedarse en el tiempo es morir. ¿Por qué decís eso?

Blanca: Porque si te quedás en el tiempo te quedás con lo que sabés, y la vida sigue. Aparte cuando te vas vinculando con personas y te das cuenta de todo lo que te perdés si no hacés nada. Lógico, si te quedás en tu casa no te das cuenta. Yo pasé por esa etapa, me quedé tres años encerrada en mi casa porque pesaba 120kg, no podía ir a ningún lado, había quedado sin trabajo, no encontraba ropa de mi talle entonces no podía vestirme, así que pasé tres años prácticamente encerrada en mi casa. Pero no me quedé cruzada de brazos, sino que empecé a tejer, a hacer cosas en mi casa. Sé que parte de mi personalidad es aprender. La casa por lo general anula a la persona, eso lo digo por experiencia propia. No hay que quedarse en la casa, hay que salir, aunque sea ir hasta la otra cuadra y volver. No salir con la escoba, no salir para charlar con la vecina, sino que salir para caminar, para mirar los jardines, ir a un lugar que de paz, como un prado o un parque. Tampoco ir con auriculares, sino que ir oyendo todos los ruidos, porque tenemos la bendición de oír, de ver, de hablar. Yo caminaba muchísimo cuando iba a trabajar al BPS, caminaba 72 cuadras, pero yo iba mirando las vidrieras, a la gente, todo. Yo siempre traté de disfrutar de cada sentido que tengo, y quedarse en la casa es ir menguando como persona, es no tener más horizonte que la comida, la casa, lavar, planchar, barrer. Debemos tener nuestro tiempo, tenemos que estar incursionando y no sentarnos 5 horas a mirar telenovelas. No, eso hace que mueran las ganas que uno tiene de vivir. Aparte que hacer cosas activa las neuronas y aleja al fantasma del Alzheimer. Salir del entorno de la casa, no hacer cosas domésticas todo el tiempo. Yo creo que el individuo debe tener anhelos, debe hacer las cosas que no hizo. No estamos viejos porque tenemos ese espíritu de querer aprender. A mí siempre me gustó el crochet, así que hice un curso. Yo quería tocar las castañuelas, y cuando cumplí los 70 años e iba a hacer una fiesta grande, me puse a pensar y dije: gastar tanto dinero por 6, 7 horas, no. Decidí hacer un viaje. Lo primero que hice cuando llegué a España fue comprar un par de castañuelas. Yo me pongo objetivos y trabajo para alcanzarlos. A veces me caigo pero me levanto, porque hay inconvenientes en nuestro cuerpo, en nuestras manos, en nuestros bolsillos también. Pero yo encontré a una persona que estuvo dispuesta a enseñarme las castañuelas a los 70 años. Me costó un año aprender algunos toques nomás, pero seguí adelante, y a los tres años de estar aprendiendo me puse otro objetivo: tocar las castañuelas en el SODRE, y lo logré. Yo me lo propuse pero fue Dios el que me proporcionó poder hacerlo, el que me cumple mis sueños.

Victoria: Agradecemos mucho, Blanca, lo que nos estás contando. Te invitamos a seguir acompañándonos en un próximo programa y a ustedes, amigas, las animamos a que sigan en sintonía con Entre Amigas y que no se pierdan la segunda parte de la entrevista. ¡Hasta la próxima!

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