Todopoderoso y Omnipresente (2ª parte)

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Autor: William MacDonald

Dios es Todopoderoso: El vocabulario humano no tiene ninguna palabra idónea para medir adecuadamente Su poder. Nuestros corazones deberían llenarse de adoración y de temor del Señor cuando meditamos en la omnipotencia de nuestro Señor.
Y Dios es Omnipresente: Él está en todas partes, y nadie puede esconderse de Su presencia. El está allí donde ningún ojo humano puede ver.


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PE2250 – Estudio Bíblico
Todopoderoso y Omnipresente (2ª parte)



Estimados amigos, qué gusto estar nuevamente junto a ustedes! Nuestros corazones deberían llenarse de adoración y de temor del Señor cuando meditamos en la omnipotencia de nuestro Señor. Nuestra tendencia es pensar en Su poder físico, pero no debemos pasar por alto Su poder moral. Stanley Jones dijo: “El mundo está a los pies del Hombre que tenía poder para devolver el golpe, pero que tenía poder para no devolver el golpe. Esto es poder –el poder sin igual”. Él tenía poder para llamar a doce legiones de ángeles, pero el Omnipotente no podía salvarse a Sí mismo si quería libertar a los pecadores; como señala Albert Midlane:
A Sí mismo Él no se podía salvar,
En la cruz tenía que morir,
O misericordia no podría venir
A los que arruinados eran en pecar;
Cristo, el Hijo de Dios, debía sangrar
Para del pecado poderlos librar.

Hay lecciones muy prácticas que deben aprenderse de la omnipotencia de Dios. La primera lección es que un individuo no puede luchar con éxito contra Dios. Sería como un mosquito intentando luchar contra un alto horno en una fundición. Pr. 21:30 dice: “No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová”.

La segunda lección es que aquellos que son amigos de Dios están del lado de la omnipotencia divina y, por lo tanto, en la parte ganadora. En algún momento puede parecer que las olas están en contra nuestra, pero la victoria es segura, porque la marea puede más que las olas. No tenemos por qué temer a lo que otros puedan hacernos. No puede acontecernos nada que Su voluntad no permita. Nosotros, los creyentes, somos inmortales hasta que nuestra obra esté terminada. Dios puede controlar las emociones, el intelecto, y los deseos de nuestros enemigos, para que ellos no puedan tocar ni aun un pelo de nuestras cabezas. En Éxodo 34:23 Dios mandó que todos los varones de Israel asistiesen a las fiestas anuales en Jerusalén. Pero, sucedió que ellos tenían que dejar a sus mujeres y niños desprotegidos de los ataques del enemigo. Entonces, Dios hizo una promesa excepcional en el versículo 24: “Ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año”. Tan sólo un Dios omnipotente puede garantizar el control de las voluntades de Sus enemigos.

Otra lección que nosotros, como creyentes, debemos aprender, es que nunca seremos omnipotentes. No podemos compartir este atributo de Dios. Pero Dios ha hecho que Su poder esté disponible para nosotros, por lo menos en alguna medida. No tenemos por qué arrastrarnos cuando podemos volar. Si vivimos por nuestras propias fuerzas, nunca nos levantaremos por encima de la carne y la sangre. Pero si dejamos que Su Espíritu nos dé poder, nuestras vidas crepitarán con lo sobrenatural.

Alguien dijo que nunca nos acercamos tanto a la omnipotencia como cuando oramos en el nombre del Señor Jesús. Este testimonio es verdadero. Cuando oramos en el nombre de Jesús, es igual que si el Señor Jesús estuviese haciendo las peticiones al Padre. Con esto en mente, ¡es asombroso que no oremos más!

La última lección que quiero mencionar es que la omnipotencia de Dios sirve de consuelo y ánimo a Su pueblo. ¡Qué consolación, saber que nuestro Dios todo lo puede, y que no hay nada imposible para Él! Oswald Smith nos recuerda que, aunque Él no tiene problemas, puede enfrentarse con cualquier problema que nosotros estemos afrontando:
Cualquier problema el Salvador puede resolver,
Los enredos de la vida Él puede deshacer.
No hay nada demasiado difícil para Él;
No hay nada que Jesús no pueda hacer.

Elisabeth Elliot dice, citando un lema que hay en la pared de una casa en China:
El sol se detuvo. El hierro flotó.
Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre.
Él nos guiará aun más allá de la muerte.

Ella comenta:
Este Dios, el que, en respuesta a las oraciones de un hombre normal y corriente, detuvo el sol en su recorrido, el Dios que suspendió Su misma ley de gravedad e hizo que flotase la cabeza de un hacha, éste es el Dios al que yo vengo. Este Dios es en cuyas promesas confío Y ¿puede Él echarme una mano cuando estoy en un aprieto? Cualquiera que sea el aprieto en el que me encuentre, tan pronto como lo comparo con las circunstancias que rodeaban los milagros del sol y del hacha, mis dudas parecen cómicas.

Una autora cristiana, apellidada Denison, fue movida a escribir estas palabras:
Grande es nuestro Señor; de gran poder.
Todas las cosas son sostenidas por Su mano.
A Su declaración se mueve el universo,
O se detiene a Su más pequeño mandato.

Isaac Watts (quien vivió entre 1674 y 1748), proclamó el poder de Dios así:
Yo canto del gran poder de Dios
Que levantó los altos montes,
Extendió los mares rebosantes
E hizo los sublimes cielos.
Canto de la sabiduría que ordenó
Que brille durante el día el sol;
A Su mandato la luna centellea,
Y le obedece toda estrella.

Dios está, también, presente En Todo Lugar, Todo el Tiempo
En el Salmo 139:7 al 10, leemos:
¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

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