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Autor: Esteban Beitze

¿Quién fue la reina de Sabá? ¿Sabemos algo de ella además de su visita al rey Salomón? ¿Qué importancia tiene este pequeño relato dentro de la Biblia? ¿Qué puede enseñarnos a los cristianos del siglo XXI?


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PE2450- Estudio Bíblico
Verdadera búsqueda espiritual (8ª parte)



Amigos, al llegar al versículo 8 de 2º. Crónicas 9, nos encontramos con que la reina de Sabá dice: “Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para Jehová tu Dios; por cuanto tu Dios amó a Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia”. Vemos entonces que la reina de Sabá alaba al Dios de Salomón: “Bendito sea Jehová tu Dios…”.

Lo que enseguida llama la atención en estas palabras es que en este momento era el Dios de Salomón, pero no el de ella. Tres veces dice: “tu Dios”. ¿Pero habrá quedado así? ¿Podría ser que cuando regresó a su tierra también se haya vuelto con la fe al Dios de Salomón? La Biblia no lo afirma. Pero creo ver, por medio de algunos pasajes, que esta mujer no regresó igual a cómo vino.

En primer lugar, reconoce dos veces que Jehová es Dios, al menos el de Salomón. Alguien podría argumentar que simplemente trazaba un paralelo con los demás dioses, como si dijera “Jehová tu Dios, y tal ídolo, mi dios”. Pero por lo que veremos a continuación, no es así.

En segundo lugar, reconoce que Jehová eligió a Salomón para ser rey. Leemos: “el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para Jehová tu Dios”. Esto lo repite también dos veces como para mostrar su trascendencia. Se da cuenta de que el Dios de Salomón lo eligió para esta tarea. Podríamos decir que reconoce la soberanía de Dios en la elección de Salomón.

En tercer lugar, reconoce: “tu Dios amó a Israel”. La reina de Sabá constata que este Dios de Salomón también amaba. Este concepto es ajeno a la mayoría de las deidades paganas. Los pueblos las adoran por temor a lo que podrían hacer o para conseguir su favor, pero no porque estas deidades las amen. En cambio, el Dios de Israel es un Dios que ama.

En cuarto lugar, también se había dado cuenta de que este Dios había amado a Israel “para afirmarlo perpetuamente”. En otras palabras, Dios se encargaría de preservar a Israel. Con esto reconoció más que muchos cristianos aun hoy en día. Este reconocimiento incluye que, para poder preservar a Israel, Jehová tiene que ser omnipotente. Infinidad de ejemplos confirman que estas palabras de la reina eran ciertas. Por ejemplo, un evento que ella conocía por haber ocurrido cerca de donde vivía: Israel había sido esclavo de los egipcios y por la mano poderosa de Dios con plagas impresionantes fueron sacados a la libertad. Luego cuando Faraón y su ejército los perseguían, se abrió el Mar Rojo, les dio el paso a la seguridad y la destrucción a los enemigos. Es muy probable que esta historia fuera conocida dado que vivía cerca de Madián, o al menos la llegó a conocer al estar en Israel.

La omnipotencia de Dios en guardar a Su pueblo la seguimos viendo a lo largo de la historia. A pesar de varios intentos de exterminar a este pueblo desde los enemigos de la antigüedad, hasta los intentos más recientes como las cruzadas, la inquisición, Hitler, los países árabes, Irán, etc. Siempre se ha visto que existe una acción sobrenatural que lo guardaba “para afirmarlo perpetuamente”. La reina de Sabá tenía toda la razón.

En quinto lugar, podemos trazar paralelos con las otras visitas que llegaron a Israel. Como veíamos al principio, en la Biblia encontramos descritos cinco viajes de personas a Israel: Rut acompañando a su suegra; Naamán, el general sirio que por indicación de su sierva había ido para ver si conseguía la sanidad para su lepra (2R. 5); los sabios de oriente, que guiados por la estrella llegaron a Belén (Mt. 2); y el funcionario etíope que vino a Jerusalén a adorar y volvía leyendo el rollo de Isaías (Hch. 8).

¿Cómo regresó cada uno después de estar en presencia del Dios de Israel? Rut, no regresó a Moab, sino que acompañó y permaneció junto a su suegra en Israel, casándose luego con Booz. De esta manera llegó a convertirse en la tatarabuela del rey David, y con ello se encuentra en la línea genealógica del Mesías (Mt. 1:5,15). Naamán no solo volvió a Siria con la sanidad de su lepra, sino con mulas cargadas de tierra de Israel para hacer un lugar donde adorar al Dios verdadero (2 R. 5:17). Los sabios adoraron a Jesús y le presentaron regalos (Mt. 2:11). El etíope, por la exposición de la Palabra que le hizo Felipe, creyó en Jesús y fue bautizado allí mismo (Hch. 8:37,38).

Observando estos casos, y viendo que todos los que acudieron a Israel con una inquietud espiritual, volvieron habiendo conocido y creído en el Dios verdadero, se cumple lo dicho por Moisés en Deuteronomio 4: “Mas si desde allí (de entre los pueblos) buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” (Dt. 4:29).

Otro motivo por el cual podemos inferir una búsqueda espiritual de la reina, fue la razón de su venida. Habíamos citado el pasaje paralelo de 1º. Reyes 10:1 donde encontramos que la razón de la venida de la reina fue “la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová”. No era solo la fama de Salomón que había atraído a la reina, sino también el origen de esta fama. Bien conocemos la historia de Salomón que cuando Dios le ofreció lo que quisiera, él humildemente pidió sabiduría para guiar a este gran pueblo (2 Cr. 1:10).

En 2º Crónicas capítulo 1 leemos que frente a este pedido “dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti” (2 Cr.1:11,12). La reina de Sabá se dio cuenta de que la sabiduría y la gloria de Salomón y de todo su reino tenían su origen en su Dios, y evidentemente, ella también buscaba algo de esto.

Aún existe una razón más por la cual podemos suponer que la reina de Sabá creyó en el Dios de Israel. Existe una alusión a ella por parte de Jesús mismo en dos pasajes paralelos de los evangelios. En Mateo 12 (comp. Lc. 11:31) leemos: “Él (Jesús) respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (Mt.12:39-42).

A pesar de todas las señales hechas por Jesús para confirmar que era el Mesías y el Hijo de Dios, la gran mayoría de los judíos no creyeron en Él. Solo querían ver más señales. Frente a esta dureza de corazón, el Señor cuenta dos casos en los cuales las personas reaccionaron de forma completamente diferente a la Palabra de Dios, que lo que lo hecho por los judíos en el tiempo de Jesús.

Uno fue el caso de los habitantes de Nínive, la capital del sanguinario imperio Asirio. A esta ciudad fue enviado Jonás, el cual, aunque a regañadientes, les predicó. El resultado fue, que todos ellos se arrepintieron de sus pecados. Allí tenemos el relato de una de las más grandes conversiones de todos los tiempos. En solo un par de días de predicación, toda la ciudad se arrepintió. Pero en contraposición, allí estaba nada menos que Jesús, el Hijo de Dios, mucho “más que Jonás”, y los judíos no se arrepintieron.

Luego el Señor hace referencia a un segundo caso en forma completamente paralela al anterior. En este caso es la reina de Sabá. También ella se levantaría con palabras acusatorias contra los judíos del tiempo de Jesús, porque vino de tierras lejanas para escuchar la sabiduría divina de un hombre, pero el pueblo, aun teniendo al omnisciente Jesús hablándoles, no le creían.

Por lo tanto, amigos, observando los atributos que reconoció de Dios, todos los pasajes y conceptos que vimos, creo que existen buenas razones para creer que esta mujer volvió a su reino ya no diciendo “Bendito sea Jehová tu Dios…”, sino “bendito sea Jehová mi Dios”. Ella reconoció a Jehová como el Dios verdadero, el que elegía soberanamente, el que amaba y el que preservaba a Su pueblo. Fue este Dios que le dio la sabiduría a Salomón haciéndolo superior en ello a cualquier otro humano.

Y luego es usada como ejemplo de fe y búsqueda genuina para un pueblo que no creía a pesar de tener allí frente a ellos, a Uno que era mayor que ellos. ¡Ojalá usted también haya llegado a esta misma convicción que la reina! ¡Ojalá haya creído en Jesucristo y siga confiando y esperando todo de Él! Él es Dios, es soberano, es amor, es omnipotente y acepta a todo aquel que se acerca a Él con arrepentimiento.


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