Viviendo por encima del promedio – I (4ª parte)

Viviendo por encima del promedio – I (3ª parte)
20 agosto, 2015
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20 agosto, 2015
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20 agosto, 2015

Autor: William MacDonald

En los distintos temas que vamos a tratar, estaremos pensando en varios grandes momentos del tiempo, cuando los cristianos tomaban los dichos de Jesús literalmente, amando a sus enemigos, perdonando a sus enemigos, devolviendo bien por mal, resistiendo sin represalias, dando sin esperar algo a cambio a la brevedad, sólo preguntándose: “¿Qué haría Jesús?”, y luego haciéndolo.

 


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PE2111 – Estudio Bíblico
Viviendo por encima del promedio – I (4ª parte)



Amigos, El siguiente testimonio, lo podríamos titular: El quebrantamiento que gana.

David Akeman era un corresponsal principal de una de las revistas de noticias más grandes, que presta servicios en Hong Kong. Tenía la reputación de ser un cristiano comprometido, que era abierto en su testimonio para el Señor.

En ese momento el jefe de la oficina era una constante irritación para Akeman debido a su vocabulario profano. Este hombre difícilmente podía hablar sin usar el nombre del Señor en vano. Su conversación siempre estaba entretejida con palabras soeces. Akeman intentaba reprimir su enojo, pero la presión se elevaba en su interior.

Finalmente la válvula de seguridad explotó. Un día, cuando el vocabulario de este hombre fue inusualmente ofensivo, Akeman gritó: “¡Discúlpeme, no me gusta la manera en que usted toma el nombre de Dios en vano!” Él no lo dijo en voz baja, ni gentilmente. Más bien fue una dura reprimenda.

El jefe de la oficina no se lo tomó con calma. “¡Discúlpeme,” le dijo, “a mí no me gusta la manera en que me dijo eso!”

Al principio, David presumía de que finalmente había llevado el tema al jefe. Tenía la satisfacción de haber reprendido a este colega. Quizás eso resolvería el problema. No tendría que escuchar más las continuas blasfemias. Había enfrentado un problema difícil y lo había hecho bien.

Pero, luego se dio cuenta de que “lo había golpeado”. Lo que le había dicho al jefe era bastante correcto, pero la manera en que lo había dicho estaba mal. Su testimonio fue empañado. La comunicación entre ellos se había roto.

Estando recostado en su cama una noche, se dio cuenta de lo que él como cristiano tenía que hacer. Se dijo: “Voy a ir allí mañana y me haré responsable de todo.” Sería la muerte para su orgullo. Para él sería una gran humillación. Pero, se tragó su orgullo y a la mañana siguiente se paró delante del jefe de la oficina. “Quiero que sepa dos cosas, y luego me iré. Número uno, nuestra relación se ha roto. No nos estamos comunicando el uno con el otro, y yo soy la razón de eso. No he sido el tipo de persona que debería ser. Acepto toda la responsabilidad y ruego su perdón. No tiene nada que ver con usted. Soy yo.” El jefe estaba pasmado.

Ahora era el momento de caminar la segunda milla.
“Número dos,” Akeman continuó: “de ahora en adelante le daré la primera elección en todas las historias. Si quiere hacer una historia es su elección. Si no quiere hacerla, la haré yo. Perdóneme. Las historias son todas suyas primero, y yo tomaré las restantes.”
Tal disculpa y desinterés son virtualmente desconocidos en el círculo de los periodistas. El jefe de la oficina se quedó sin palabras. Akeman se fue de la oficina, esta vez jubiloso por haber restaurado la relación.

Pocos días después, David se enteró de un desayuno de hombres de negocios cristianos, en el cual un ejecutivo iba a dar su testimonio de fe en Cristo. Con cierta inseguridad, fue al jefe de la oficina y dijo: “Mire, voy a ir a un desayuno donde un hombre de negocios va a hablar de su fe en Dios. ¿Le gustaría ir? Esta vez fue el turno de Akeman de sorprenderse. “Está bien,” dijo su jefe. Al final de la reunión, entregó su vida a Jesucristo como su Señor y Salvador.

Akeman comentó: “Estaba sobrellevando una gran carga, y todavía está batallando con eso. Pero, si yo no hubiera dado ese primer paso, nunca jamás habría ganado a este hombre.”

Una disculpa completa e incondicional como la de Akeman es un bien escaso en la jungla de este mundo. El renunciar a todos los derechos es extraño en la economía competitiva. Sin embargo, éste es el comportamiento extraordinario que gana para la fe cristiana a los hombres y mujeres difíciles.

OP – PAUSA MUSICAL

Seguimos con el tema: “Viviendo por encima del promedio”, y el título del próximo testimonio es: No hay servicio demasiado pequeño.

Dios había llamado a Doug Nichols a llevar el evangelio a la India; no había duda de eso. La necesidad espiritual de ese país era asombrosa. Millones estaban bajo las garras de las falsas religiones. Doug estaba seguro de que había sentido el toque divino sobre su hombro.

Si todo esto era verdad, ¿qué estaba haciendo inmovilizado ahora en la sala de tuberculosis de un hospital, y en un hospital de poca calidad para atenderlo? Habría sido fácil preguntarse por qué le había sobrevenido esta enfermedad. Podría hacer mucho más para el Señor si estuviera bien.

En lugar de sucumbir ante la duda y la depresión, decidió evangelizar la sala. Fue de cama en cama, ofreciendo tratados del evangelio. La receptividad fue inesperada. Los otros pacientes lo ofendían. Lo veían como el americano rico que ocupaba la cama de un hospital que podría haber sido asignada a un hindú. Se negaban con ahínco a recibir sus tratados.

El Señor tenía un método diferente para que Doug los alcanzara con las buenas nuevas. Una noche, un paciente que estaba extremadamente débil y enfermo, salió de su cama con mucha dificultad. Quería ir al baño, pero estaba demasiado débil como para lograrlo. Se ensució y ensució el piso, llenando la sala de un horrible hedor.

Las enfermeras y las mucamas vinieron a él y le profirieron maldiciones ya que ahora tenían que limpiar el desastre. De hecho, una hasta lo golpeó. Todo el incidente hizo que los pacientes se retorcieran.

A la noche siguiente, el mismo paciente intentó salir de su cama nuevamente para ir al baño, pero estaba demasiado débil. Así que se desplomó en su cama, y lloró.

A pesar de su propia debilidad, Doug fue hacia él, levantó al hombre y lo llevó hasta el baño. Esperó hasta que el hombre terminara, y lo cargó de nuevo hacia su cama.

Para ese momento, todos estaban despiertos y vieron lo que había sucedido. Su actitud hacia el intruso americano cambió dramáticamente. Un paciente vino a la cama de Doug y le ofreció una taza de té caliente, señalando que quería un tratado. Los médicos, las enfermeras y el personal de limpieza le pidieron folletos evangelísticos y el evangelio de Juan. Finalmente, algunos de ellos vinieron a Cristo porque habían visto al Señor en la vida y la compasión de Doug Nichols.

Esto es lo que el Señor Jesús quiso transmitir cuando dijo que no es suficiente con hacer las bondades que la gente de este mundo puede hacer. Debemos ir más allá de eso y mostrar a Cristo por medio de acciones de amor que son ajenas al mundo. Si nuestro comportamiento no se eleva por encima de la manera en que el mundo actúa, nunca hará un impacto en aquellos que están pereciendo.

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