Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes 1/3
21 febrero, 2008Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes 3/3
21 febrero, 2008Titulo: “Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes” 2/3
Autor: FrediWinkler
Nº: PE1191
A pesar de su desobediencia, Israel continúa estando en el centro de los planes divinos de establecer Su reino. El Rey mesiánico prometido por Dios, sin embargo, no vino como un liberador político poderoso, sino que vino en humildad y bajeza.
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«Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes» 2/3
Comencemos entonces querido amigo con«La venida del Rey celestial».A pesar de su desobediencia, Israel continúa estando en el centro de los planes divinos de establecer Su reino. El Rey mesiánico prometido por Dios, sin embargo, no vino como un liberador político poderoso, sino que vino en humildad y bajeza, tal como lo habían predicho los profetas. Él entró en Jerusalén sobre un pollino de asno. En la actualidad, esperamos el arrebatamiento de la iglesia y Su regreso en gran poder y gloria para establecer Su reino. Este acontecimiento, según las Escrituras, también sucederá en Jerusalén y entre su pueblo, con el cual Dios hizo un pacto en el Sinaí. Cuando Él vino a la tierra en aquel entonces, puso en Jerusalén, y entre Su pueblo Israel, el fundamento para Su reino eterno, echando a Satanás de su posición de poder a través de Su muerte en la cruz. Posición de poder que éste había tomado a través de la caída del ser humano en pecado.
Jesús mismo describe ese proceso de la siguiente manera:«Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera». Aquí Él llama al diablo «príncipe de este mundo». Después que Jesús fue bautizado en el Jordán, Satanás quiso darle todos los reinos de este mundo, si Él se arrodillaba delante de él y lo adoraba. Jesús, sin embargo, rechazó decididamente esta insinuación, porque tal adoración solamente le pertenece a Dios. Él sabía que solamente la obediencia a la voluntad del Padre puede conducir a un verdadero reinado. Por ese camino de obediencia anduvo, decididamente, hasta la muerte en la cruz, aun cuando se Le hizo difícil, como en el Huerto de Getsemaní. Acerca de esto, dice en Hebreos 5:7-9:«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.»Esta declaración tiene un significado de gran alcance. Solamente para aquellos que LeobedecenÉl es el autor de la salvación eterna. Tal como en el pacto de Dios con Israel en el Sinaí, la obediencia juega un rol decisivo en el nuevo pacto.
Paseamos al segundo punto: Elpueblo santo y el sacerdocio real del nuevo pacto.El que Dios haya llamado a un pueblo a través del nuevo pacto, no significa que Él haya desechado definitivamente el pacto del Sinaí que hizo con Su pueblo, como algunos intérpretes opinan y enseñan. Esta errónea suposición surgió, entre otras, a través de una traducción equivocada de este importante versículo bíblico. Lutero, por ejemplo, lo traduce así:«Mas vosotros soisellinaje escogido,elreal sacerdocio,lanación santa,elpueblo adquirido por Dios.»En esta traducción, el uso del artículo definido excluye toda posibilidad de otro pueblo escogido. Pero lo correcto es que aquí haya artículos indefinidos. La correcta reproducción de este versículo no excluye la posibilidad de la continuidad de la existencia del pacto del Sinaí con el pueblo de Israel. Lamentablemente, tales errores ayudan a que un antisemitismo disimulado del cristianismo, encuentre suelo fértil hasta el día de hoy. Y también les gusta pasar por alto que además del pacto del Sinaí, que claramente está ligado a ciertas condiciones, Dios hizo un pacto adicional con Abraham y con sus descendientes, el cual tiene como única condición la circuncisión. En este pacto Dios le prometió a Abraham que le daría a él y a sus descendientes la tierra de Canaán como propiedad eterna. Pablo menciona en Romanos 11 que si Dios no hubiera perdonado a Su pueblo terrenal, tampoco perdonaría a Su pueblo celestial. El fracaso de Israel nos sirve como advertencia para que aprendamos de eso y para que no nos alegremos del mal ajeno.
En Éxodo 19:4, Dios dio a Su pueblo Israel las condiciones para la conservación del pacto. Él dijo, por ejemplo:«Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros …»Pedro no cita estas condiciones cuando dirige sus palabras al pueblo del nuevo pacto. De ahí se desprende la diferencia entre los dos pueblos, el del antiguo pacto y el del nuevo pacto. Alguien que pertenece al pueblo del nuevo pacto es, según el Nuevo Testamento, una nueva creación. Así lo dijo Pablo en 2 Corintios 5:17:«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»Y como Pedro se dirige solamente a personas que han sido hechas nuevas a través del Espíritu de Dios, puede decir: «Mas vosotrossoislinaje escogido, real sacerdocio, nación santa».
Ahora bien querido amigo, hablemos sobreEl pueblo de la fe.Pero aun así, también hay condiciones si uno quiere pertenecer al pueblo del nuevo pacto. Una condición básica es la fe en la Palabra de Jesús y en Su obra redentora. El pueblo del nuevo pacto es un pueblo de fe. La palabra «fe» y el verbo «creer», por esta razón, aparecen principalmente con mucha mayor frecuencia en el Nuevo Testamento que en el Antiguo, y especialmente en el evangelio de Juan. Ya en el primer capítulo dice:«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios». La palabra «fe», en hebreo, tiene su origen en la palabra «verdad». En esto existe una profunda lógica, ya quefidedigno solamente es aquel que dice la verdad. Por esa razón, la Palabra de Dios también es llamada «Palabra de Verdad» en la Biblia, y el Espíritu Santo «Espíritu de verdad». Por eso Jesús pudo decir de sí mismo:«Yo soy el camino, y laverdad, y la vida». La fe en Jesús y en Su palabra de verdad, le abre al creyente el acceso al reino de Dios.
Pero tener fe también significa vivir de acuerdo a lo que uno cree. Es por eso que la autenticidad de la fe siempre se demuestra con los hechos. Entonces, en definitiva, no existe una diferencia importante entre las condiciones del pacto del Sinaí y las del nuevo pacto. A ellos se les dijo:«Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis …»Y eso, en definitiva, significa creer en Dios. El problema, sin embargo, es que los israelitas no creían realmente. Así lo expresa el autor de la carta a los hebreos:«Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron»(He. 4:2).
Shalom Ben-Chorin, escritor y rabino judío muy conocido en las regiones de habla germana, afirmó, en uno de sus escritos, que el judaísmo, contrariamente al cristianismo, no era una religión de fe, si no una religión de la ley. Pero justamente en esto consistía la tragedia del pueblo de Israel. No convertía sus experiencias con Dios en fe, de modo que Dios se lamentaba diciendo:«¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?»Estimado amigo, la palabra «fe» también contiene una convicción de la verdad de una cosa, de modo que uno pueda aferrarse a la misma en forma imperturbable, pueda confiar en ella y obedecerla, a pesar de todas las contrariedades. Esta calidad de fe es la que Dios busca entre los seres humanos. La fe es, en cierto modo, el «precio de entrada» al reino de Dios. Por eso el escritor de la carta a los hebreos dice:«Pero sin fe es imposible agradar a Dios».
Estimado amigo., la fe tampoco es algo estático, sino algo dinámico, creciente. Por lo que también demuestra ser verdad la célebre frase que dice: «Detenerse es retroceder.» Pablo se alegró sobremanera cuando supo que la fe de los tesalonicenses iba en aumento. Por eso, les escribió diciendo:«Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás;tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis». A ese crecimiento en la fe, la Biblia también lo llama «santificación».
Estimado amigo, lo espero en la próxima audición para finalizar con este estudio: Y recordemos lo que dice la Palabra: «Vosotros me seréis un reino de gente santa y sacerdotes.»