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Acerca de una futura catástrofe sin precedentes, de un ejército demoníaco y de la trompeta de la gracia.
“Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano” (Joel 2:1; véase Deuteronomio 10:5; Salmos 87:1; Abdías 1:15; Sofonías 1:14).
Sion es el objetivo inmediato; esto concuerda con lo que el apóstol Pedro escribió en 1 Pedro 4:17: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios”.
Una catástrofe sin precedentes
“Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones” (Joel 2:2; véase Éxodo 10:14; Amós 5:18).
Se trata de un pueblo único, sin parangón en la historia: “…semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones”. El pasaje describe un hecho que no volverá a ocurrir, lo que nos recuerda las palabras del Señor Jesús en Mateo 24:21: “…porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”.
¿Quién es este “gran y poderoso pueblo”? Es probable que no se trate de seres humanos, sino de demonios. Este es el juicio final de Dios a un mundo rebelde y no es posible describir a su ejecutor con términos humanos.
Destrucción por el Todopoderoso
¿Qué clase de juicio es este? Joel 1:15 dice: “…vendrá como destrucción por el Todopoderoso”. Claramente, vendrá por la mano de Dios. Basados en este y otros elementos, los cuales detallaremos más adelante, podemos descartar la posibilidad de que se trate de un ejército terrestre, pues hace referencia a la “destrucción del Todopoderoso”.
“Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape. Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correrán. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla” (Joel 2:3- 5; véase Zacarías 7:14).
¿Será esta fuerza destructiva una nación? Es muy poco probable. Estas desconocidas criaturas parecen caballos y jinetes, pero no lo son, pues leemos: “Como […] carros […] como una llama de fuego”. No se trata de carros ni de una llama de fuego; esto es evidente en el uso del símil como. Son poderes demoníacos que están bajo la mano de Dios —son instrumentos del juicio divino que llevan a cabo la “destrucción del Todopoderoso”.
Seres demoníacos
Veamos una descripción detallada de lo que hace este “pueblo grande y poderoso”. Podemos ver aquí que se trata de seres de otro mundo, desconocidos para nosotros. “Delante de él temerán los pueblos; se pondrán pálidos todos los semblantes. Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. Ninguno estrechará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán. Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones” (Joel 2:6-9; véase Jeremías 8:21).
Este será el evento más impactante jamás experimentado. Sin duda, nos recuerda las palabras de Jesús en su discurso sobre el fin de los tiempos: “…desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas” (Lc. 21:26).
No es otra cosa que la Gran Tribulación, el juicio sobre las naciones que Dios, el Todopoderoso, ejecutará a través de los desconocidos poderes de las tinieblas.
Criaturas inconquistables
El versículo 7 nos da otra pista de su identidad: “…como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro”. De nuevo, el uso del símil como nos indica que no se trata de valientes ni de hombres de guerra, sino de seres distintos a todo lo que jamás se haya visto en la Tierra. En el lenguaje actual, tal vez los llamaríamos “supercriaturas”: “…y aun cayendo sobre la espada no se herirán” (v. 8).
En este planeta ocurrirán eventos que ningún ser humano ha experimentado antes ni volverá a experimentar. Este el momento en que el diablo y sus ángeles son “arrojados a la tierra” desde el cielo (Apocalipsis 12:9). ¿Cuáles son sus consecuencias?: “Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12).
Otra pista está en la descripción de las armas y las víctimas: no hay ninguna. No hay matanzas ni víctimas, no hay daños devastadores ni saqueos. Aunque entren en las casas “como ladrones”, no leemos que estas criaturas roben algo. Sin duda, se trata de una guerra proveniente del mundo de las tinieblas, de la que nadie podrá escapar.
Tiembla el universo
“Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:10-11; véase Deuteronomio 24:23; Jeremías 50:34; Malaquías 3:2).
No hay en el mundo un ejército que sea capaz de hacer temblar la Tierra, mucho menos los cielos, o que tenga poder sobre el sol, la luna y las estrellas. Esto nos confirma que Dios permitirá que los poderes demoníacos tomen completa posesión de la Tierra y sus habitantes. ¿Por qué Dios permite esto? Encontramos la respuesta en Juan 1:5: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.
La ira del Cordero
Cuando caiga este juicio sobre este mundo, todos se darán cuenta de que no se trata de obra humana, sino de Dios. Apocalipsis se refiere a los hombres del mundo de esta manera: “Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero” (Ap. 6:15-16). No habrá arrepentimiento ni conversión, sino tan solo el vano intento de esconderse de “…aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero”. Nadie dudará de que este juicio proviene del Dios Todopoderoso.
Muchas trompetas
Todo esto comienza con la “trompeta de Sion” (Joel 2:1, 15). Son muchas las trompetas o cuernos (shofares) que se mencionan en la Biblia, desde Éxodo 19:13 hasta Apocalipsis 9:14. Sin embargo, la mayoría de ellos son muy específicos y sirven para un propósito particular, por lo que no deben ser confundidos. Algunas trompetas suenan para reunir a la gente o dar inicio a la guerra; otras lo hacen para expresar regocijo, alegría, paz o un ánimo festivo, mientras que otras, como podemos leer en el libro de Apocalipsis, dan comienzo a los juicios divinos.
Trompeta de gracia
La trompeta de Sion está dirigida al pueblo de Israel. Esta es la trompeta de la gracia que invita al pueblo de Dios a la reconciliación; dicho de otra manera, da inicio a un tiempo de gracia para su pueblo.
Jeremías 30:7 habla acerca de este hecho: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado”. Aunque este día de juicio recae principalmente sobre “Jacob”, durante el tiempo de angustia (tribulación) “…será liberado”. Sin embargo, el juicio sobre el mundo es diferente.