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Autor: Norbert Lieth

Llegamos al final del estudio sobre el descenso y ascenso de Jesús. La última vez, vimos que el descenso más profundo de Jesús fue su muerte en la cruz. Pero después de eso, vestido en gloria y majestad, comenzó su ascenso a la Gloria con el Padre. El siguiente paso en su ascensión es que recibió un nombre sobre todo nombre.


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PE3013 – Estudio Bíblico
El séptuple descenso y ascenso de Jesús (3ª parte)



El séptuple descenso y ascenso de Jesús

Queridos amigos, en el programa anterior vimos los 7 pasos en el descenso y la humillación del Señor Jesús, hasta llegar a la muerte y muerte de cruz. Pero vimos también que el descenso de Jesús no fue el final de la historia, pues leímos en Filipenses 2:9-11: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo”.  Este fue el primer aspecto que miramos en su ascenso. Hoy veremos 6 aspectos más.

El segundo es que Jesús recibió un nombre que es sobre todo nombre (versículo 9)

Hay muchos “grandes nombres” en este mundo. Todos quieren ser grandes, al punto de darse títulos a sí mismos. Ya podemos ver esta característica en la Torre de Babel. En aquel entonces dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

Este pensamiento tiene muchos adeptos en nuestros tiempos. Famosos son llamados estrellas o superestrellas. En el Camino de la Fama, la famosa avenida de Hollywood, pueden leerse en el suelo más de 2700 nombres de famosos cada uno dentro de una estrella.

Aunque podríamos escribir miles de nombres de personas que se han vestido de pompa y gloria, la verdad es que cada uno de ellos terminó vistiendo un único atuendo: la mortaja.

Sin embargo, de Jesucristo podemos decir que fue envuelto en un sudario, pero volverá triunfante y vestido de gloria. Apocalipsis 19:16 dice: “Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Mientras los grandes nombres de este mundo se van, Jesucristo viene. Solo su nombre es verdaderamente grande, superando por la eternidad todo lo que haya existido, exista o existirá. La persona y el nombre de Jesús es exaltado “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero”. El nombre de Jesús no puede ser ignorado. No todos los caminos llevan a Roma, y menos aún existen muchos caminos al cielo: Sólo Jesús es el camino, nadie podrá llegar al Padre sino es por Él porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

En cuanto a su regreso triunfal, Apocalipsis 19:12 dice: y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”. Jesús es único e incomparable. Él lo supera todo. Él es el Señor de señores y Rey de reyes. No hay un nombre con mayor poder: “el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

En tercer lugar en el nombre de Jesús se doblará toda rodilla (Filipenses 2:10)

Nuestra sociedad está espiritualmente enferma, el orden de la creación ha sido trastocado, lo bueno se está convirtiendo en malo. Sin embargo, tarde o temprano todos se postrarán ante Él. Esto es lo que el Señor anunció a Poncio Pilato y a los fariseos que conspiraron contra Él: desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. Tanto ellos como todos los gobernantes del mundo, incluyendo los emperadores romanos, los grandes religiosos y los dictadores. Napoleón, Hitler, Stalin se inclinarán y se rendirán ante.

El teólogo alemán Theo Lehmann escribió: “Lo escupieron en su momento, y también hoy día muchos lo desprecian. Pero cuando llegue el día final y se repasará la historia, Él vendrá en gloria y majestad y todos le verán y reconocerán que él es el Señor del mundo. A todos los demás señores, a los que has honrado o temido, ante los que te has doblegado y arrastrado, no volverás a verlos. Al único que volverás a encontrar, después de tu muerte, es a Jesús […]. A los dioses y a los ídolos, los de entonces y los de hoy, no los volverás a ver. Pero te encontrarás con Jesús. Él está al final de la historia, incluso de la historia de tu vida”.

Es mucho mejor inclinarse de manera voluntaria ante Él y ser aceptado, que ser obligado un día y rechazado. La declaración más terrible que una persona puede oír es que Jesús te diga: “¡No te conozco!”, o como lo dice Lucas 13:27: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad”.

En cuarto lugar vemos que todo los creado se rendirá al Señor (versículo 10)

 de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra”. Todo será puesto por estrado de Sus pies: “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies”. En las infinidades de los mundos y potestades, ya no habrá ni un rincón donde quede un atisbo de rebelión o resistencia.

En quinto lugar, leemos que toda lengua confesará (versículo 11)

Todo escarnecedor, rebelde, ateo, hipócrita, o quien sea que haya rechazado a Jesús, aquel día lo confesará. Nadie los obligará a hacerlo, sino esa será su respuesta cuando estén delante de Su presencia. Una canción atribuida a Heinrich Heine, aunque no hay certeza de su autoría, lo expresa así:

¡Aplastada está la vieja lira

en la Roca que se llama Cristo!

La lira, que fue movida a celebrar el mal

por el espíritu maligno, la lira que sonaba alborotada,

que cantó duda, burla y apostasía.

¡Oh, Señor, oh, Señor, me arrodillo,

perdona, perdóname mis canciones!

En sexto lugar leemos que confesarán que Jesucristo es el Señor.  El apóstol Pedro dijo en su primer sermón luego del evento del Pentecostés: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”

Solo imaginemos por un momento: todos aquellos que se rebelaron contra Él, los que se negaron a creerle, los que le guardaron rencor, los que lo menospreciaron, los que quisieron bajarlo a la altura de los demás o incluso por debajo, los que se exaltaron por encima de Él, cada uno de ellos confesará que Jesucristo es el Señor.  Que él es Dios.

Delante de la sede central de la ONU en Nueva York hay una escultura de un hombre que transforma una espada en una reja de arado con poderosos golpes de martillo. Este monumento fue inspirado en el pasaje de Isaías 2:4: “y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”. Esta escultura fue un regalo de la otrora y atea Unión Soviética. ¿Y cómo está el mundo ahora?  La Biblia sin embargo dice que llegará el día en que: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre, se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; lo llamarán bienaventurado” (Sal. 72:10, 17)

Y por último, encontramos en el versículo 11 el séptimo aspecto de su ascenso diciendo: para gloria de Dios Padre”.

Pablo cierra la sección sobre el séptuple descenso y ascenso del Señor con la palabra “Padre”. Dios quiere reestablecer la relación que la humanidad ha perdido con Él. No solo quiere ser nuestro Dios, sino nuestro Padre, es decir, tener una profunda relación personal con nosotros. Jesús es quien nos introduce en esta relación.

Jesús en todo glorificó al Padre, el pudo decir en Juan 17: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”.

Ahora el Padre es honrado a través del reconocimiento y la honra dada a Su Hijo. El plan y programa de Dios para la redención del mundo se han cumplido por medio del Hijo. El texto que hemos estudiado termina con el Padre y comienza con una exhortación para cada uno de nosotros:

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5).

– No se aferró al honor.

– Se hizo siervo.

– Se acercó a los perdidos.

– No pecó, pero tuvo misericordia de los pecadores.

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