La luz brillante del Resucitado

“¡Tengo sed!”
12 abril, 2020
¿Control perdido?
21 abril, 2020
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Vivimos en tiempos turbulentos, pero los cristianos tenemos un consuelo: la resurrección, ascensión y segunda venida de nuestro Señor Jesús. Y quien es consolado, puede dar un suspiro de alivio. Una evidencia de esto es la piedra removida del sepulcro vacío del Señor.

Juan 20:1 dice: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro”.

Vivimos en un mundo de oscuridad y nos movemos en él, pero también tenemos la ventaja de ver más allá de este. No necesitamos mirar fijo hacia la oscuridad, llenos de espanto, sino que con fe podemos atravesar las tinieblas para dirigir nuestra mirada hacia el sepulcro vacío.

Muchas cosas ya han sido quitadas de en medio a través de la muerte y resurrección de Jesús: los pecados, el miedo a un Dios castigador, la oscuridad del corazón, el temor a la vida o la incertidumbre de lo que vendrá. La muerte ya no nos alcanza, pues miramos hacia la luz de la esperanza.

Hace un tiempo leí una publicación de Axel Kühner titulada Sencillamente mejor, donde escribe:

Las personas que creen en Jesús no son mejores que otras, pero les va mejor. Ellas no necesitan justificarse a sí mismas, porque ya están justificadas por el amor de Jesús. Ellas no necesitan probarse a sí mismas, ya fueron reivindicadas por medio del poder de Cristo. Ellas no necesitan hacerse más grandes de lo que son, ellas son lo más grande que el ser humano puede llegar a ser, un hijo y heredero del Dios vivo. Ellas no necesitan tenerse lástima, ellas tienen a alguien que sufre con ellas. Ellas no necesitan consolarse a sí mismas, animarse o hacerse fuertes, porque tienen a alguien que las edifica. Ellas no necesitan ser explicadoras, redentoras o devotas. Ellas tienen el mejor solucionador y devoto de la vida. Y ellas no necesitan morir solas, completamente solitarias y abandonadas. Ellas tienen a alguien que todavía camina con ellas. Tampoco se encuentran solas delante de Dios. Tienen a Jesús como el mejor intercesor y abogado. A los cristianos sencillamente les va mejor, y por eso a menudo también se sienten mejor. ¡Los cristianos no son perfectos, pero son perfectamente amados!

Jesús tiene poder sobre nuestra vida mortal. Jesús es el argumento más grande a favor de la vida. Quien busca a Jesús, cuenta a su lado con el más fuerte; y quien se deja cargar por él, podrá cargar y soportar sus propias cargas. Así, llenos de fe, podemos mirar a través de la oscuridad hacia el Resucitado.

“¡En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo!”.

Norbert Lieth

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