Pensamientos divinos y humanos (2ª parte)

Pensamientos divinos y humanos (1ª parte)
14 julio, 2024
Cánticos del Siervo del Señor (1ª parte)
21 julio, 2024
Pensamientos divinos y humanos (1ª parte)
14 julio, 2024
Cánticos del Siervo del Señor (1ª parte)
21 julio, 2024

Autor: Wim Malgo

Los pensamientos de Dios son profundos, de paz, de bendición, y todo esto para con nosotros. Al centrar nuestra mente en los pensamientos de Dios, podremos experimentar la voluntad de Dios, el gozo que ofrece, la comunión con Él a través de la oración, y la comunión con los hermanos. Esta transformación que Dios quiere hacer cambiará nuestra perspectiva, si se lo permitimos.


DESCARGARLO AQUÍ
PE3025 – Estudio Bíblico
Pensamientos divinos y humanos (2ª parte)



Bienvenidos, queridos amigas y amigos. Hoy quiero seguir profundizando en nuestro estudio sobre los pensamientos humanos y los pensamientos de Dios. Los invito a leer conmigo el salmo 40, versículo 5, que dice: “Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros”.

La última vez hablamos de los pensamientos humanos. Hoy quiero examinar con mucha reverencia lo que la Palabra nos enseña sobre los pensamientos de Dios. Veamos algunas de sus características.

En primer lugar, los pensamientos de Dios son profundos. Así lo dice el salmista: “Muy profundos son tus pensamientos”. Pero como la esencia de Dios es el amor, también sus pensamientos son amor. La profundidad del amor divino se revela en la cruz del Calvario, donde vemos al Señor de la gloria en lo más profundo del abandono de Dios. En el Crucificado reconocemos los pensamientos de Dios. Miren a Jesús, el Cordero de Dios, y empezarán a comprender algo de la altura, la longitud, la anchura y la profundidad del amor de Dios.

Otra característica de sus pensamientos es que son de paz. En Jeremías 29:11 el Señor dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de ustedes, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para darles el fin que esperan”. También esta característica de los pensamientos de Dios se hace visible en la cruz, donde cobra una magnitud inimaginable. Colosenses 1:20 dice que Jesús murió para hacer “la paz mediante la sangre de su cruz”.

Pero la mente de Dios y sus pensamientos son aún más: son pura bendición. En el salmo 115, versículo 12 leemos: “Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá”. Y una vez más encontramos estos pensamientos divinos de bendición revelados en el Calvario, donde Él, el Señor, transformó la mayor maldición en bendición eterna.

¿Y quién es el objeto de sus pensamientos? Tú, ¡eres tú! Leemos que el Señor se acordó de nosotros. Piensa en nosotros. Con gran énfasis, el Señor mismo nos asegura que nunca nos olvidará: Isaías 49:15-16 dice: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Dios te tiene en sus pensamientos.

Ahora, a la luz de estas hermosas verdades, ¿cómo pueden tus pensamientos, que están corrompidos, ser limpiados y renovados? Empezando a pensar en Él. Centrando conscientemente tus pensamientos en Él. El salmista dice en el salmo 20:7: “Mas nosotros del nombre de Jehová, nuestro Dios, haremos memoria”.

Veamos qué significa esto en la práctica:

En primer lugar, pensar en Él es la realización de Romanos 12:2, es decir, comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Ocuparnos de Él, del Señor, de sus planes, de su voluntad, de sus intenciones. A menudo cometemos el error fatal de hacer planes y luego pedirle a Dios: “Oh, Señor, bendice nuestro plan”, en lugar de ocupar nuestros pensamientos con Él y examinar cuáles son sus intenciones.

En segundo lugar, pensar en Él significa encontrar la fuente de gozo inagotable. Nuestra alma tiene bóvedas profundas y oscuras llenas de suciedad y telarañas de pecado. Estos lugares tienen que ser llenos de Jesús, para que pueda haber luz y brillo en su oscuridad. Porque al pensar en Él, nuestra vida inconsciente del alma también se verá llena e impregnada por Él.

En tercer lugar, pensar en Él significa conocer el secreto de la oración sin cesar, buscando un encuentro íntimo con Él. Porque la fusión de mis pensamientos con los suyos se convierte en palabras, y las palabras se convierten en oración y llegan a su corazón, y Él escucha y responde.

Y en cuarto lugar, pensar en Él es el secreto de la unanimidad entre los hijos de Dios. Esa palabrita, “unánimes”, aparece una y otra vez en la Escritura en referencia a la primera iglesia: “Perseveraban unánimes en oración”. ¿Cómo era posible eso? Porque todos pensaban en Jesús y no en sí mismos ni en su propio honor. La desunión y la división provienen del pensamiento egocéntrico: yo y no Él; mis intereses y no los suyos.

Entonces, ¿cómo es el pensamiento purificado y renovado de quien ha nacido de nuevo? Es muy diferente del pensamiento natural. Porque la mente renovada no responde a la lógica, si no que tiene la naturaleza divina, y responde Señor. Cuando Abraham puso a su hijo Isaac en el altar, obedientemente, el pensamiento humano no podía explicar lo que estaba sucediendo. No había nada que pensar humanamente, toda lógica se derrumbó. Pero a través de la obediencia, Abraham aprendió cuál era el pensamiento divino. Fíjense lo que dice Hebreos 11:19: “pensaba que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir”.

El pensamiento de la fe siempre ve la salida en el cielo. Y si entre los oyentes hay quien ya no ve salida a sus angustias y dificultades, entonces oro para que se dé cuenta de cuánto pecado hay en sus pensamientos, y que ponga la mirada en el cielo, para encontrar los pensamientos de Dios. Así podrá aprender a pensar con el pensamiento de la fe, que va más allá de la lógica, pero siempre funciona, porque quien llega al reino de los pensamientos divinos aprende a entenderlos con gozo. Como dice la Biblia, “Al que cree, todo le es posible”.

Pero este pensamiento purificado del que ha nacido de nuevo tiene otra característica más: ya no se deja determinar ni amargar por los pensamientos humanos, ni siquiera cuando conviertan en malas acciones que lo perjudican, sino que se aferra a los pensamientos de Dios, que son pensamientos de bendición. Así se lo dice también José a sus hermanos en Génesis 50:20: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien”. Por eso pudo perdonar a sus hermanos con tanta facilidad. Y desde esta perspectiva, aprendemos a entender Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.

¡Qué autoridad tienen los que han nacido de nuevo y cuyos pensamientos han sido purificados! El apóstol Pablo era un hombre así, y miren lo que testifica: “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.

Querido hermano, querida hermana, después de haber permitido que tus pensamientos corruptos tuvieran el control de tu vida, deja que tu corazón y tus pensamientos sean ahora guardados en Cristo Jesús, como dice Filipenses 4:7, para que sus pensamientos se conviertan en los tuyos.

Ahora, existe un gran peligro: que nos apartemos de los pensamientos de Dios por terquedad, por no querer lo que Él quiere. Si este es tu caso, notarás los efectos sobre tus pensamientos. Cada vez entenderás menos de las cosas del espíritu. Cuando Pedro se acercó a Jesús con sus pensamientos humanos, el Señor le reprendió duramente y le dijo: “no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”, y lo llamó “Satanás”. ¿Por qué fue tan duro? ¿Por qué el Señor califica de satánico al pensamiento humano? Porque el pensamiento humano rechaza la cruz. Por eso la religión sin la cruz de Cristo encuentra una entrada tan poderosa en muchas personas, porque es humana, no divina. Vemos los efectos terribles de tantos seres humanos cuyos pensamientos se alejan cada vez más de Dios. Estos efectos se ven en los pensamientos inmorales que se expresan en el arte, la música, la política, e incluso también en la teología.

Es posible aferrarse a malos pensamientos, pensamientos de pecado e incredulidad, incluso en presencia de Jesús. Los fariseos eran así. ¿Cuántas veces vieron los milagros de Jesús? Leemos en Mateo 9:4: “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué piensan mal en sus corazones?”.

Querida amiga, querido amigo, el pensamiento que va contra Dios alcanzará su punto culminante con la revelación del Anticristo. ¡Que tus pensamientos sean purificados, enderezados y renovados! Porque así declara el Señor: “mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes”. Amén.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo