"Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos."

Zacarías 1:3


En la vida de algunos hijos de Dios existe un trágico y funesto cambio de rumbo, el cual los hace desviarse de lo mejor que Dios desea darles. Salomón dio media vuelta y tomó el camino de la desobediencia al Señor, y el Señor le quitó el reinado. Himeneo y Alejandro volvieron atrás en el camino de la fe viva, se hicieron blasfemos y fueron entregados a Satanás.


La Iglesia de Jesús corre el peligro de desviarse del camino del Cordero, pues dejando el primer amor y no arrepintiéndose, su candelero será quitado. El Señor nos llama, en forma constante e insistente, para que volvamos, para que cambiemos y corrijamos el rumbo en que nos encontramos. El lo hace en forma suave e íntima: "Volved a aquél contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel." Lo hace lamentando: "Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer."


El nos llama a volvernos a él, y lo hace perdonando: "Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí." También nos llama e incluye una promesa: "Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros." En este contexto, sólo tiene sentido orar al Señor: "Vuélvete, oh Jehová" si realmente estuviéramos dispuestos a volver a El.