"Y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él."

Juan 14:21


Una persona así, que practica la Palabra de Dios, que ama al Señor, no sólo entra en la esfera del maravilloso amor del Padre y del Hijo, sino que, además, el Padre y el Hijo vienen a esa vida y hacen morada en su corazón. Esa promesa que dice que el Señor se manifiesta a aquellos que cumplen Su palabra, y que prueban, por tanto, que Le aman se cumple, por ejemplo, poco después de la resurrección de Jesús.


Allí sucedió algo emocionante: Jesús se reveló, en una forma muy especial, al discípulo que más había fracasado por haber negado al Señor tres veces, pero que, a pesar de eso, le amaba. El Señor quería llevar a Pedro a la perfección. Por esa razón le hizo tres veces la misma pregunta incisiva: "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?


Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo." Siempre que hablamos sobre este pasaje bíblico, no podemos resaltar lo suficiente el hecho de que el Señor no dice ninguna palabra sobre el pecado de Pedro, El trata pura y exclusivamente el asunto de si Pedro le amaba.