Águilas, un desafío a las alturas espirituales (1ª parte)
4 abril, 2018Águilas, un desafío a las alturas espirituales (3ª parte)
5 abril, 2018Autor: Herman Hartwich
El águila es mencionada varias veces en la Biblia para hacer referencia al cuidado y la majestad de Dios. Sin embargo, también se puede tomar a este animal como ejemplo para una vida cristiana que siempre tenga la mira en “las alturas”.
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PE2394 – Estudio Bíblico
Águilas, un desafío a las alturas espirituales (2ª parte)
Amigo, ¿cómo le va? Le propongo hoy continuar conversando sobre las águilas y lo que ellas tienen para aportar a nuestra vida espiritual. Por ejemplo, mire lo que dice en el libro del profeta Isaías 40:31: «Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.» El águila que se menciona en la Biblia, es el águila dorada de Palestina, que es la más rápida de todas, ya que su velocidad oscila entre 175 y 225 kilómetros por hora y, a veces, en picada, es aún más veloz. ¿Se imagina lo que es esto?
Bueno, lo que ayuda a las águilas lograr esas velocidades es su construcción ósea, ya que tienen huesos huecos que pesan muy poco. Por otro lado, sus grandes alas le permiten tomar mucha altura, velocidad y fuerza. En el Antiguo Testamento, no solo se compara a Dios con el águila, sino que se pondera y alaba su vuelo ligero. Por ejemplo en Éxodo 19:4 leemos: «vosotros visteis como hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila, y os he traído a mi». En Job 9:26 se indica que «pasaron cual naves veloces, como el águila que se arroja sobre la presa.» ¿Qué podemos aprender del vuelo del águila, entonces?
Primeramente, el águila se esfuerza para elevarse. Como es un ave grande, necesita esforzarse para levantar vuelo, ya que pesa alrededor de 7 kilogramos. Pero, una vez que ha alcanzado la altura, sabe aprovechar las brisas y con sus alas extendidas planea tranquilamente. ¿Sabe que sus alas con más fuertes que las de un avión? Bien, entonces una característica principal del creyente que es como el águila, es que se esfuerza en su vida espiritual, se consagra diariamente, se ejercita espiritualmente a través del estudio de la Biblia, la oración, el servicio, el testimonio, etc. Cuanto más busca a Dios, más alto vuela, y cuando alcanza alturas espirituales descansa en la brisa de Dios, deja que el viento de la gracia y misericordia de Dios le ayuden a sostenerse y descender. Cuando el creyente cumple con su parte, Dios hace la suya. Ahora, ocurre que muchos creyentes en vez de dejar sus alas extendidas, las siguen moviendo incesantemente hasta cansarse. Diríamos, no saben moverse en Dios. Y esta es una lección que todos debemos aprender a pesar de que nos cueste ponerla en práctica: Debemos esperar en Dios.
En relación con esto, y en segundo lugar, podemos afirmar que el águila es un ave que mueve sus alas con precisión. Muchos cristianos no saben cuándo hay que decir basta a los esfuerzos propios. Debemos aprender a depender de Dios, a saber cuándo dejar de batir las alas para dejar actuar al Señor. ¡Cuidado con el mal uso y abuso de las alas! La gracia (de la que tanto nos habla la Biblia) nos invita a extender las alas y a descansar en las promesas del Señor y en la obra de Jesucristo en la cruz del Calvario. La religión nos hace depender de nosotros mismos y poco de Dios, pues dice: “Haga esto y aquello y aquello otro, y así agradará a Dios”. La gracia nos dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. Todo lo que hagamos para Dios se tiene que hacer con fe. Extienda sus alas, déjelas quietas y sosténgase en la fe y la esperanza. Dios sabe sostenerlo para que no caiga. En el Salmo 91:4 dice: «con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro.» Y en Judas 24 dice: «y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaron sin mancha delante de su gloria con gran alegría». ¡Usted confíe; Él tiene el poder!
En tercer lugar, recordemos que, como ya venimos afirmando, el águila busca las alturas. Y quisiera hacer esto bien visible a través de la oposición del águila y el buitre. El buitre, por su parte, hace su nido bajo, come carroña y sube pesadamente a la rama de un árbol a hacer su digestión. Podemos decir que son aves vagas, les gusta la planicie, lo que está abajo. Podríamos hacer la asociación del buitre con la persona que aun no ha puesto su confianza en Jesucristo, mientras que el águila representa al creyente, al que está vivo espiritualmente a través de la vida que da Cristo. Este cristiano no es como el buitre que se mueve con todo el mundo, hacia donde va la corriente. Otra oposición se puede establecer con la gallina, que es de abajo, del piso, nunca puede levantar vuelo, es miedosa. Sin embargo, el águila es valiente, brava y se sabe defender con garras y pico. El creyente águila es llamado a ser radical en su guerra espiritual. No retrocede ante el enemigo sino que avanza sin temor y, como el águila, si en su vuelo se encuentra con una tormenta, vuela por encima de ella. Amigo, si usted ya es un cristiano águila anímese a volar por encima de las circunstancias, mirando a Cristo, como dice el apóstol Pablo en Colosenses 3:1-2: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Ahora, ¿sabía usted que el águila es un ave que se cuida mucho? Todos los días dedica tiempo para cuidar de sí misma. Temprano en la mañana con su pico limpia y arregla su plumaje, acondicionándolo para el vuelo y la caza. Elimina toda basura o insecto que se haya metido durante el día anterior o la noche. Además, antes de volar expulsa de su aparato digestivo toda materia fecal. De esto podemos aprender algunos secretos para la vida cristiana: como creyentes a diario debemos hacernos un examen de conciencia espiritual y limpiarnos con la sangre de Jesucristo de todo aquello que estorba y contamina nuestras vidas. Amigo: ¡para volar a las alturas espirituales necesitamos estar limpios! El águila, además de limpiarse, produce una sustancia hormonal con la cual protege y aísla sus plumas para repeler la lluvia u otro elemento que pueda impedir el vuelo. Y esto me recuerda a la vida devocional, la oración y la lectura diaria de la Biblia, que ayuda a aislar la mente y el espíritu de toda tentación y artimaña del diablo.
Otro detalle que mantiene fuerte y joven al águila en su vuelo es el ejercicio: vuela de 4 a 6 horas diarias. De eso depende su sustento, el de sus aguiluchos y, también, su longevidad. Si no volara lo necesario, sus grandes alas se atrofiarían. Ha sucedido con otras aves que se han domesticado, dejan sus ejercicios, se alimentan demasiado, se exceden de peso, y no pueden levantar vuelo. Su destino es ser alimento de otros. Muchos cristianos se dejan condicionar por otros, tienen buen tamaño, atienden su apariencia exterior, pero por su peso no pueden volar. Tienen un buen aspecto pero son incapaces de levantar vuelo a las alturas espirituales. Tengamos cuidado de no caer en este caso: de ser pura apariencia exterior pero que en la realidad nuestra vida espiritual ande por el piso.
Por último, amigo, el secreto del vigor del águila también reside en que se alimenta bien y goza de buena salud. Para ello, siempre consume animales vivos; pero a veces ocurre que algún animalito le cae mal a su digestión. ¿Qué hace entonces? Se mete en su nido y ayuna hasta que se le pasa la indigestión. Sabe cerrar el pico y esperar en abstinencia. A veces nosotros también debemos cerrar la boca y dejar que Jesucristo restaure, fortalezca, sane y renueve nuestra vida que a veces se intoxica con alimentos incorrectos.
Amigo, le animo a que tome el ejemplo del águila en estos aspectos que estuvimos viendo, para volar bien alto en su vida espiritual. Pero si usted aún no es como el águila, aún no ha entregado su vida a Cristo, lo animo también a que realice la limpieza del águila: que le permita a Jesucristo quitar las impurezas de su plumaje, que tenga ahora mismo un tiempo de calma para que Jesucristo limpie su vida de pecado mediante la sangre que derramó en la cruz. ¡Pídale en oración que lo haga! No deje pasar otro día separado de Dios.
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Dios los bendiga por tan valiosos materiales de audio