Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (5ª parte)

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Autor: Norbert Lieth

En el programa de hoy reflexionaremos ¿cómo es mi amor? ¿En qué se muestra concretamente? ¿Qué hago para ayudar a mi prójimo? ¿Hasta dónde realmente me dejo dirigir por el Espíritu Santo? Y si constato que no tengo amor, entonces ¿qué cosa me falta?


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PE2515- Estudio Bíblico
Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (5ª parte)



La deuda de amar

En la carta de Pablo a los Romanos capítulo 13 versos 8 al 12 leemos “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”.

Tal y como hemos venido estudiando en programas anteriores , otra vez el amor aparece aquí en estrecha relación con la venida de nuestro Señor, y somos exhortados con estas palabras. ¿No hablan claramente los acontecimientos de nuestros días? Debemos vestirnos de “las armas de la luz“. El amor pertenece a las armas de la luz. Con el amor se han ganado más victorias que con las guerras.

Un ejemplo de esto es Gertrud, una misionera que trabajó entre los gitanos en Hamburgo. Un gitano, creyente y amigo nuestro, nos contó sobre ella. Ella fue, en los años 1960 y 1970, un instrumento de Dios para el avivamiento espiritual entre los gitanos Sinti. Actualmente tiene más de 90 años. Tuve el privilegio de conocerla personalmente. Al principio de su obra entre los gitanos, sus oponentes (también gitanos) rompieron los vidrios de sus ventanas con piedras grandes. Ella guardó todas estas piedras y en cada una de ellas escribió un proverbio o un versículo de la Biblia, por ejemplo: “Dios es amor” o “Jesús te ama”. Hay casi 70 piedras. Esta fue su reacción hacia sus enemigos. Nuestro amigo nos contó que más tarde, todos los lanzadores de piedras encontraron la fe en Jesucristo. ¡Qué victoria!

El amor es la deuda más grande de nuestra vida: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros”. Tener una deuda siempre es desagradable y pesa. Las deudas pueden oprimirnos, ahogarnos e incluso enfermarnos.
¿Se imagina tener una deuda y no sentirla como un peso? ¿Una deuda que, al contrario, uno debería tener absolutamente? ¿Una deuda que incluso alivia y libera, que inspira nuestra vida, que sana, que ayuda a seguir adelante, nos edifica y lleva fruto? Cada uno de nosotros tiene esta deuda y nadie la podrá jamás pagar, aunque trabaje sin cesar. Por eso, un conocido mío, que es misionero, pone en el encabezado de sus cartas circulares la frase: “Somos deudores”.

El apóstol Juan en su primera epístola capítulo 4 versículo 11 concluye tajantemente: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”. Se le preguntó al director de una organización de ayuda social, después de 40 años de trabajo, cómo fue capaz de trabajar toda su vida con gente marginada, personas sucias y llenas de piojos, alcohólicas y rebeldes contra Dios. Su respuesta fue: “Solo devuelvo una parte del amor que Dios me ha regalado. Aunque tuviera muchísimo amor, más que otras personas, siempre la deuda de amor seguiría siendo la misma. Nunca llegaré al punto en que podré decir: ‘Ahora he amado suficientemente’”.

Leíamos al principio que la Palabra nos habla de que el amor es el cumplimiento de la ley. En el mismo sentido, Santiago llama el amor la “ley real”: “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”, como encontramos en el capítulo 2 versículo 8 de su carta. El apóstol Juan menciona la palabra amor más de 80 veces en sus cartas bíblicas. Se le llama por eso “el apóstol del amor”. Uno de los padres de la Iglesia, Jerónimo, que vivió entre el 347 y 420, escribió sobre Juan, quien probablemente murió en el año 98 después de Cristo, que hacia el final de su vida tenía que ser llevado en brazos a las reuniones de la iglesia en Éfeso. Dice de él: Una frase estaba  onstantemente en sus labios: “Hijos míos, ámense unos a otros”. Cuando se le preguntó por qué siempre decía esto, respondió: “Es el mandamiento del Señor, y si solamente cumplen este, ya es suficiente”.

Pero ¿Qué es lo que hace al amor tan único? De acuerdo con la Palabra de Dios el amor es lo más grande. Justamente hablando del Apóstol Juan, en su primera carta capítulo 4 y versículo 8 escribe: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. El amor es tan grande como Dios es grande. Si Dios es amor y si el amor viene de Dios, necesariamente debe ser lo más grande.

En el conocido pasaje de 1 Corintios 13:13 encontramos “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Recordemos: no es la fe lo más grande, ni tampoco la esperanza, sino el amor. ¿No clasificamos a veces la fe en una posición más alta que el amor? ¿Y no elogiamos a menudo la esperanza más que el amor? Queremos ser “héroes de la fe; pero seamos mejor “héroes del amor”. Según Efesios 3:19, el amor de Cristo sobrepasa todo conocimiento. Sin embargo, ¡cuánto nos esforzamos en aumentar nuestro conocimiento, en vez de esforzarnos por crecer en el amor!

Repasemos juntos éste pasaje, Pablo dice: “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. La carta a los Colosenses dice: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto«. En un anuncio de boda, leí este versículo parafraseado de la siguiente manera: El amor es más importante que todo lo demás. Si lo tienen, nada les faltará. Es el lazo que los une.

Si hablamos de las enseñanzas directas del Señor podemos ver que el amor es el nuevo mandamiento de Cristo. Jesús dice en Juan 13:34: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. ¿Qué cosa, en realidad, es nueva en el mandamiento del amor? Pues: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no era ningún mandamiento nuevo; ya existía en Levítico 19:18 se establecía que: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová”.

El nuevo mandamiento consiste en que debemos amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado. El amor de Jesús es nuestro parámetro. Todo lo que Jesús hacía y decía, cada paso que daba, llevaba el sello del amor de Dios. ¿Cómo se expresaba el amor de Jesús hacia sus discípulos? Él no les hacía reproches y no era rencoroso. No los golpeaba, sino que iba a su encuentro. Él los acompañaba, cuidaba de ellos, les amonestaba, les enseñaba con insistencia, los edificaba, los sostenía. Cuando lo abandonaron siguió adelante con ellos y fue tras ellos. Les perdonó y los restauró, los restableció nuevamente, murió por ellos, les dio una nueva esperanza e incluso amplió su misión. Y estando ya en la cruz, Él oró aun por sus enemigos.

¿Por cuánto tiempo amó Jesús? , la respuesta nos la da nuevamente Juan en su evangelio. En el capitulo 13 dice que: “…como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” Este nuevo mandamiento de amar no es ningún consejo, sino una misión; ninguna súplica sino un mandamiento. Si no lo cumplimos, perdemos todo lo demás.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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