Cánticos del Siervo del Señor (4ª parte)
3 agosto, 2024Cánticos del Siervo del Señor (6ª parte)
10 agosto, 2024Autor: Eduardo Cartea
En este programa, escucharemos sobre la controversia de, a quién se refiere la Palabra cuando habla del Siervo del Señor. Siempre basados en la profecía de Isaías capítulos 42 al 55. ¿Es el Pueblo de Israel o es como interpretamos, a Cristo el Señor?
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PE3030 – Estudio Bíblico
Cánticos del Siervo del Señor (5ª parte)
Dentro del llamado “Libro de la Consolación de Israel”, que incluye los capítulos 40 al 55 de la profecía de Isaías se encuentran los “Cánticos del Mesías”, o también llamado “el Cántico del Siervo”.
En la literatura hebrea, muy original y distinta en forma y métrica a la nuestra, estos cantos están escritos en poesía, por lo tanto, pueden también llamarse “los poemas del Siervo de Jehová”.
El Siervo de Jehová, en esa fracción del libro, es, indudablemente, el Mesías. La palabra Mesías proviene del hebreo Mashiaj y deriva de un verbo que significa “ungir”. Ese era un rito con el que se dedicaban al servicio sagrado en Israel los profetas, los sacerdotes y los reyes. En el griego del NT, la palabra equivalente es Xristós o Cristo, que, aplicado al Señor Jesús, devino en un nombre propio. Los apóstoles le llamaron “Cristo Jesús”, y más tarde, al disiparse la influencia del culto y las costumbres hebreas en el cristianismo, se le llamó “Jesucristo”.
El título de Mesías en la Versión Reina-Valera 60 solo aparece dos veces en el A. T.: en Daniel 9.25, 26; y tres veces en el N. T.: en el evangelio de Juan 1.41; 4.25; 9.22. Pero su concepto es ampliamente desarrollado en las Escrituras.
Horacio Alonso, conocido escritor y enseñador de Argentina escribió lo siguiente sobre este tema:
“En el Nuevo Testamento aparece el vocablo “Mesías” en Juan 1:41 y 4:25. Se trata de la transliteración del hebreo masíah y del correspondiente arameo mashía. Ambos derivan de (una) raíz hebrea que significa “tocado levemente” o “frotado con aceite”; de allí “ungir”. La significación propia de masah es consagrar mediante una unción que tenía, según las Escrituras, el simbolismo de hacer participar de una manera especial del Espíritu de Dios, capacitando así al ungido para ejercer una función teocrática, es decir, vinculada con el gobierno divino.
Hay que recordar que según Éxodo 30, todo lo que fuere tocado por aceite de la unción “será santificado”. Dado que esto incluye tanto a personas como objetos materiales, queda claro que el sentido es “colocar aparte” para el servicio exclusivo de Dios, no pudiendo ser utilizados para ningún uso profano. El principio bíblico es claro: Dios equipa a aquellos a quienes llama para su servicio.
El aceite “penetraba” hasta en las piedras. Simboliza así la penetración del Espíritu de Dios en aquel que era ungido.
En el A.T. el término masiah era un título honorífico otorgado particularmente al Sumo Sacerdote y al Rey. Sin embargo, ocasionalmente se lo asignaba a los patriarcas, a profetas, y al Siervo del Señor. Aun Ciro, como veremos, es mencionado como ungido, porque también este rey lo fue para cumplir propósitos divinos.
Hay que señalar cuatro aspectos doctrinales vinculados con el concepto masah del A.T.:
En primer lugar, se alude a un objeto o a una persona en una separación para Dios, indicada y autorizada por Él. Ser ungido significa un honor, así como la asignación de una gran responsabilidad.
En segundo lugar, aunque los agentes que ungían eran sacerdotes o profetas según el A.T., quien ungía era realmente el Señor. Por ello, esa unción era inviolable.
En tercer lugar, la unción de los hombres era acompañada por una capacitación otorgada divinamente. El Espíritu de Dios venía sobre ellos “poderosamente”.).
Por último, el vocablo mashiah fue asociado con el libertador prometido. Dice Isaías 9:1-7
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.
En Isaías 11. 1, también leemos: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”.
Y, finalmente en el capítulo 61.1, 2 encontramos estas palabras que el mismo Jesús repitió parcialmente cuando hizo su presentación oficial como el Mesías de Israel en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel, a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados”.
El título de Mesías es, pues, un título de honor, pero expresa además la relación especial entre Dios y el ungido. Todo hace ver con qué cuidado la Escritura antigua anticipaba al libertador Jesús, el Mesías”.
El análisis de los pasajes correspondientes a estos cánticos en la profecía de Isaías, constituyen un breve, pero precioso estudio sobre la Persona de Cristo, el Señor. Es una verdadera cristología en miniatura, y será maravilloso hacer este viaje de a través de estas Escrituras de la Biblia junto a usted que me escucha, para poder ver, desde la óptica profética, la majestuosa figura del Salvador, en su humillación y en su exaltación, en su vida y en su muerte, en sus padecimientos, en su resurrección y en su entronización gloriosa.
Ahora bien, como ya vimos, la interpretación de estos cánticos o poemas no es sencilla, especialmente algunos tramos de esos pasajes, y justamente por estar escritos en poesía, la dificultad es mayor. Pero es posible ver a través de ellos un hilo conductor en la revelación divina, que comienza en el primer cántico, en el capítulo 42, presentando al Siervo; luego, en el segundo, capítulo 49, hablándonos de la preparación del Siervo para el ministerio redentor para el cual vino al mundo; sigue en el tercero, en el capítulo 50, mostrando la realización plena de su tarea, andando entre los hombres y manifestando en hechos y palabras el propósito divino; y finalmente en el cuarto, el más grandioso de todos, en los capítulos 52 y 53, tratando la pasión, los sufrimientos y la preeminencia del Siervo, a causa de su glorioso triunfo.
Los iremos viendo encuentro tras encuentro, y oro al Señor para que la consideración de ellos nos acerque más al conocimiento de nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.
Si el resultado de esto llegue a ser, además del conocimiento, una mayor apreciación de su gloriosa Persona, y de la obra redentora a favor de los pecadores, de usted y de mí, será tiempo ganado y resultará en un sentimiento de mayor amor hacia él. Dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 5. 14.15: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.
Y ese mayor amor tendrá como resultado una mayor entrega a su servicio. Somos siervos por amor del Siervo mayor. Y nuestro servicio, como el de él para Dios debe rendirse como un verdadero cántico, como un verdadero acto de adoración, como una ofrenda que será respuesta a la gran ofrenda de Jesús en la cruz.
Le animo a seguir acompañándome en el estudio de estas estrofas que componen el cántico del Siervo. Lo haremos en el temor del Señor, esperando su bendición. Tenga a mano su Biblia. Seguramente Dios le hablará a su corazón. Oro a Dios para que sea así.