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Autor: Eduardo Cartea

Isaías 42 nos describe de varias formas al Siervo del Señor, mediante diferentes cánticos. Este programa trata sobre “El Siervo herido”.


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PE3032 – Estudio Bíblico
Cánticos del Siervo del Señor (7ª parte)



¡Hola! En nuestro último encuentro hemos comenzado a ver el primero de los cánticos del Siervo del Señor en Isaías y su primer punto era el Siervo “designado” por Dios. Hoy nos toca ver el segundo de ellos. El Siervo como Ungido.

Dice Dios mismo en la segunda parte del v. 1 del capitulo 42 de Isaías:

“he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones”.

La expresiónequivale a la acción del ungimiento personal del Siervo. Como hemos visto en un encuentro anterior, el ungimiento en Israel simbolizaba la separación o consagración a Dios para un propósito especial. Impartía algo de la santidad de Dios al ungido y a aquello que el ungido hiciera, e investía de dignidad y poder para realizar la función para la cual era escogido.  Especialmente eran ungidos los profetas, los sacerdotes y los reyes. La palabra Mesías o Cristo (como ya vimos en hebreo y griego, respectivamente), significan “ungido”.

En el Señor Jesucristo se verifican los tres oficios. Profeta, porque no solo trajo en el pasado el mensaje de Dios a los hombres, sino porque Él mismo es ese mensaje; es el lenguaje final, completo, exhaustivo en el cual Dios ha hablado a los hombres.

Sacerdote, o sumo sacerdote, porque así fue consagrado y declarado por Dios para realizar la ofrenda de sí mismo y vivir ahora, en el presente, intercediendo por Su pueblo.

Y Rey, pues es quien gobierna el universo y su reino espiritual, expresado ahora a través de Su iglesia y porque así será proclamado en el futuro, estableciendo Su reino visible de justicia y santidad.

La expresión “he puesto sobre él mi Espíritu” contiene en el original un precioso pensamiento. Un escritor y exegeta de la Biblia, Pablo Wickham, lo expresa así:

“ (Es) la idea de un ave que posa sobre su nidada, la encubre totalmente y le imparte calor para traer a la luz la nueva vida que se prepara, y es así que hemos de entender la relación entre el Mesías y el Espíritu que halla en Él su morada idónea. No se pudo jamás decir tal cosa de ningún otro hombre. Solo de Jesús, porque es, a la vez, Dios hecho carne”.

Indudablemente, vemos aquí la participación de la divina Trinidad en la obra de la redención: Dios el Padre unge con el Espíritu Santo a la Persona del Hijo. 

El ungimiento de Jesús por el Espíritu Santo fue profetizado en Isaías 11.1, 2, y pasados los siglos, lo vemos concretado en la concepción de Jesús, en su bautismo, en su vindicación a través de la tentación y en su presentación como Mesías, al comienzo de su ministerio en la sinagoga de Nazareth. Precisamente, en esta presentación Jesús citó un párrafo de Isaías, que habla de la misión del Ungido del Señor: Isaías  61:1, 2: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro”. Es notable que en la cita de Lucas 4 el Señor omitió la última frase: “el día de venganza del Dios nuestro”, pues su misión en Su primera venida era para salvación, no para condenación.

Esos actos de la labor del Mesías anunciados proféticamente, son las que detalla Jesús mismo como evidencias de su mesiazgo, respondiendo a la inquietud que le hiciera llegar Juan el Bautista: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”.

Esa fue la tarea de Aquel del que predicó Pedro en casa de Cornelio diciendo “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.

Es, sin duda, de la vida única del Hijo eterno que, dice Hebreos 1.8, 9: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros”.

Ese Espíritu se manifiesta en siete facetas, como vemos en Isaías 11.2, capacitando al Hijo de Dios, al Siervo del Señor para la magna obra que debía realizar: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.

Pero la misión del Mesías, del ungido del Señor, va aún más allá y en un concepto teleológico está expresado en la frase final del versículo 1: “él traerá justicia a las naciones”, y se completa con dos frases más: “por medio de la verdad traerá justicia” (v. 3) y “hasta que establezca en la tierra justicia” (v. 4). ¿A qué justicia se refiere?

La frase puede ser traducida como: “dictará ley a las naciones” (NBJ). Esta expresión tiene relación con el veredicto de un juez. Y es el mismo Señor dictando y aplicando justicia que será imputada a todo pecador para ser justificado por Dios. Justicia que será traída por medio de la verdad, y será imputada por fe y para fe. Una versión traduce esta expresión: “con fidelidad hará justicia”. El Juez es justo y fiel, y la cumplirá castigando a aquel que ocupa el lugar del condenado y justificando al pecador, que arrepentido, confía en él.

El término usado para justicia en los tres casos es el heb. mispat, o mishpat, se puede traducir también como “juicio”. La versión inglesa King James dice: “traerá juicio a los Gentiles”. Isaías, que es “el Pablo del A. T.”, vio como ningún otro profeta la obra del Mesías hacia los gentiles, los que no son judíos, y su inclusión en Su reino.

Al respecto, dice el escritor cristiano John N. Oswalt:

“Es bien conocido que el heb. mispat tiene una connotación mayor que una mera equidad social. En su sentido más amplio, significa un orden social dirigido hacia todos sus aspectos. Una sociedad en la cual no existe mispat equivale a que la única regla sea la fuerza bruta usada para beneficiar a los pocos. Así que la divina mispat que el Siervo establecerá, es nada menos que la salvación de Dios definida en el más amplio sentido de la palabra. No estamos meramente hablando del perdón de pecados, o de la imposición de un determinado sistema humanitario de redistribución de bienes. Es un orden de vida que existe cuando la creación está funcionando de acuerdo con el designo de su Señor”.

    El hombre ha visto pasar los siglos cargados de violencia, injusticia, guerras, hambre, dolor y miserias —un verdadero valle de lágrimas. El salario del pecado es horroroso y esclavizante. La visión de Juan de los cuatro caballos del Apocalipsis lo resume en tiempos de la grande tribulación bajo el imperio del anticristo y su sistema: guerra, hambre, muerte. Esto será así hasta que venga el Señor a un mundo que vive a espaldas de Dios y sus leyes, pero que anhelará su paz y justicia. Como bien dice la profecía, el mundo está: “Del revés, del revés, del revés… hasta que venga aquel cuyo es el derecho”.

El profeta inspirado puede vislumbrar por encima de los siglos el fin del reino del Mesías, quien pondrá todas las cosas en su debido orden, el orden que subvertió el pecado del hombre.

Entonces las naciones gentiles podrán experimentar una época de paz y derecho, bajo la ley soberana y justa del Rey de reyes y Señor de los señores, como nunca se vio. Y esto, a través de la verdad. Si el hombre, desobedeciendo la verdad, obedeció a la injusticia, el Señor Jesucristo, el Siervo-Mesías de Jehová, vendrá en su segunda venida no sólo para socorrer a Israel, sino para gobernar y dar a todos los pueblos de la Tierra Su paz, Su justicia y Su salvación en un preludio de lo que será Su reino eterno. Y lo hará por medio de la verdad, hasta establecerlas por completo. Aguardamos esa época de paz y bendición para el mundo entero. Estaremos allí reinando con el Señor Jesús.

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