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Autor: William MacDonald

No debemos pensar que todos los santos que se dedicaron en forma espectacular, vivieron en tiempos bíblicos. El Señor siempre ha tenido un remanente de hombres y mujeres que le entregan sus vidas completamente.


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PE2221 – Estudio Bíblico
“Compromiso total” IV (4ª parte)



¿Cómo están amigos? Continuamos hoy viendo algunos ejemplos de Compromiso en la Historia Reciente. Comenzamos por

Hudson Taylor (quien vivió entre 1832 y 1905)

Él fue el fundador de la Misión al Interior de la China (ahora conocida como Comunidad Misionera del Exterior). Fue la persona que abrió el interior de China al evangelio. Se identificó con la comunidad china en su vestimenta, alimentación, y en cualquier forma que le fuera posible. Su trabajo fue llevado a cabo por fe; él creía que cuando Dios llama, Él sustenta. Nunca tuvo necesidad de recaudar fondos. Siguió a George Müller en esta política, quien también contribuyó generosamente a la obra de Taylor.

Otro ejemplo es el de Charles Haddon Spurgeon (1856 a 1917)

Charles Spurgeon, «el príncipe de los predicadores» ya llenaba auditorios antes de tener veinte años. Sus sermones impresos siguen disfrutando de una amplia circulación, así como su libro Tesoros de David (basado en los Salmos) y sus Lecturas para la Mañana y la Noche. Como tantos siervos escogidos de Dios, contrajo una enfermedad que le obligó a poner a un lado su Biblia por última vez en 1892.

Veamos ahora a: C. T. Studd (1862 a 1931)

C. T. Studd nació en un adinerado hogar inglés. Su padre fue salvo por una predicación de Moody, y C. T. comenzó a confiar en Cristo un año después. En la universidad, fue campeón de críquet y miembro de los Siete de Cambridge. Su filosofía de vida era «Si Jesucristo siendo Dios murió por mí, ningún sacrificio que yo haga por Él será demasiado grande.» Esa convicción lo llevó a servir en China, India, y África. Fue uno de los «guerrilleros de Dios,» del tipo que consigue hacer casi todo el trabajo. Fundó la Cruzada de Evangelización Mundial. En lugar de volver a su casa y retirarse, escogió quedarse en África y morir allí.

Amy Carmichael (1867 a 1951)

Amy Carmichael dedicó su vida a servir entre las muchachas indias, quienes de otra manera hubiesen sido prostitutas de un templo. Siendo de trasfondo irlandés, tenía una tremenda firmeza de carácter y gran habilidad para el liderazgo. La medida de su devoción a Cristo se denota mayormente en sus escritos.

Las promesas de Dios están sobre mí.
No me quedaré jugando con sombras
O arrancando flores de la tierra,
No hasta que haya cumplido con mi trabajo
Y haya rendido cuentas de ello.

En otra oportunidad escribió:

De la oración que pide que yo pueda ser
Protegida de los vientos que golpean en ti;
Del temor cuando debería anhelar,
De la vacilación cuando debería escalar más alto,
Del ego suavizado, oh Capitán, libera
A Tu soldado, quien Te seguirá.

Del sutil amor de las cosas mitigantes,
De las decisiones fáciles, de las debilidades,
Así no se fortalecen los espíritus,
Así no obró el Crucificado.
De todo lo que opaca Tu Calvario,
Oh Cordero de Dios, líbrame.

Dame el amor que guía el camino,
La fe que nada puede apagar,
La esperanza que no atrae decepción,
La pasión que arde como un fuego.
No me dejes hundirme ni ser intrascendente.
Hazme Tu combustible, Flama de Dios.

Pensemos también en William Borden (1887 a 1913)

William Borden, como C. T. Studd, dejó un entorno de lujos y riquezas para responder al llamado de Cristo. Su entrega total a Cristo puede ser resumida en el lema «Sin reservas, sin retrocesos, sin remordimientos». Él dijo: «En el corazón de cada hombre existe un trono y una cruz. Si Cristo está en el trono, el ego está en la cruz; y si el ego está, aunque sea un poquito, en el trono, Jesús está en la cruz del corazón de ese hombre. Si Jesús está en el trono, irás donde Él quiera que vayas. Cuando Jesús está en el trono, glorifica cualquier obra o lugar.»

Eric Liddell (1902 a 1945)

El compromiso de Eric Liddell con el Señor incluía, además, un firme compromiso con el Día del Señor. En las Olimpíadas de 1924 en París, rechazó firmemente la propuesta de competir en los 100 metros llanos (para lo cual había calificado) porque estaba programado para un domingo. Algunos lo llamaron un traidor a Escocia y a Gran Bretaña. Las autoridades atléticas británicas estaban horrorizadas. Pero, él permaneció inamovible. Finalmente, accedió a correr la carrera de 400 metros, aunque no era su evento, por tener lugar un día de semana. Antes de la carrera, el hombre que le daba a Eric sus masajes le alcanzó un pedazo de papel con estas palabras: «En el viejo libro dice: ‘Honraré al que me honra.’ » Liddell ganó la carrera y marcó un nuevo récord mundial. Más adelante, cuando murió siendo un misionero, en un internado japonés, un periódico nacional de renombre redactó: «Escocia ha perdido a un hijo que le enorgulleció cada día de su vida.»

Betty Scout Stam (1906 a 1934)

Siendo aún una estudiante de la Escuela Bíblica, Betty Scott Stam escribió este pacto en el frente de su Biblia: “Señor, entrego mis propios planes y propósitos, todos mis deseos, esperanzas y ambiciones (sean de la carne o del alma), y acepto Tu voluntad para mi vida. Me doy a mí misma, mi vida, mi todo, absolutamente todo para Ti, para ser tuya por siempre. Te entrego para que las cuides, todas mis amistades, mi amor. Toda la gente que amo tendrá el segundo lugar en mi corazón. Lléname y séllame con Tu Espíritu Santo. Obra con Tu voluntad completa en mi vida, a cualquier precio, ahora y por siempre”.

«Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (Fil. 1:21).

Ella y su esposo entregaron sus vidas por completo a Cristo como misioneros en China. Fueron decapitados en 1934. Su historia se cuenta en El Triunfo de John y Betty Stam.

Y, finalmente, Jim Elliot (1927 a 1956)

Todos los que conocían a Jim sabían que él era como la zarza ardiente – que ardía pero no se consumía. La impresión que tengo de él es la de su intolerancia inflexible ante cualquier cosa que se interpusiera entre la devoción del corazón y Cristo. Coincidía con James Denney, quien escribió:

“Si Dios ha hecho algo en Cristo, de quien depende la salvación del mundo, y si la ha dado a conocer, entonces es el deber cristiano ser intolerante con todo lo que lo ignora, niega o intenta desacreditar”.

Puede notarse esta intolerancia cuando se escucha a Jim orar:

“Él hace de Sus ministros una llama de fuego. ¿Soy inflamable? Dios, líbrame del duro temor de ‘otras cosas’. Satúrame con el aceite del Espíritu para que pueda arder. Mas la llama es temporal, y a menudo de poca vida. ¿Podrías Tú sostenerla, mi alma – mi corta vida? En mí habita el Espíritu del Grande, cuya vida también corta y cuyo celo por la casa de Dios le consumió… Hazme Tu combustible, flama de Dios”.

La filosofía de Jim era: «No es un tonto quien da lo que no puede conservar para ganar lo que no puede perder». Junto con otros cuatro jóvenes que ardían por Dios, murió bajo las lanzas de los nativos aucas, a orillas de un río, en Ecuador.

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