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Autor: William MacDonald

Un enfoque claro sobre algunas de las principales enseñanzas de la Biblia: ley y gracia, venidas de Cristo, Israel y la Iglesia, expiación, dos naturalezas, y más.


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PE2419- Estudio Bíblico
¿Cuál es la diferencia? (4ª parte)


 


Amigo, ¿cómo le va? Hoy quisiera conversar con usted sobre el perdón de Dios. En el texto bíblico podemos hallar dos tipos de perdón, y para que usted pueda comprenderlos a fondo, utilizaré dos imágenes: la del perdón judicial por un lado, y la del perdón paterno por otro. Como los términos lo indican con claridad, el perdón judicial es el perdón de un juez, y el perdón paterno es el perdón de un padre; el primer término sale del juzgado, y el segundo del hogar.

Vayamos primero al juzgado. En este caso la verdad bíblica representada es la de Dios como Juez y el humano pecador que se halla bajo juicio. El hombre es culpable de pecado, y la pena es muerte eterna. Pero el Señor Jesús aparece y declara: “¡Yo pagaré la pena de los pecados merecida por el hombre: Yo moriré como su sustituto!” Esto es lo que Jesucristo hizo al morir en la cruz. Ahora el Juez anuncia al pecador: “Si te rindes a mi Hijo como Señor y Salvador, te perdonaré”. Tan pronto como el hombre pone su fe en el Salvador, recibe el perdón judicial de todos sus pecados. Él nunca deberá pagar el castigo por ellos en el infierno, porque Cristo lo ha pagado todo. El pecador ya perdonado entra ahora en una nueva relación: Dios ya no es más su Juez, ahora es su Padre, como indica Juan 1:12: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Así que ahora, amigo, vamos al hogar para tener la ilustración del perdón paterno. Dios es el Padre y el creyente es Su hijo; pero en un momento de descuido el hijo comete un pecado. ¿Qué sucede entonces? ¿Sentencia Dios al hijo a muerte por su pecado? ¡Naturalmente que no, porque Dios ya no es más Juez de Él, sino su Padre! ¿Qué sucede? Bien, se rompe la comunión dentro de la familia, se desvanece el feliz espíritu familiar; el hijo no ha perdido la salvación pero ha perdido el gozo de su salvación, y pronto puede empezar a experimentar la disciplina de su Padre, a fin de volver a la comunión con Él. Tan pronto como el hijo confiesa su pecado, recibe el perdón paterno. Esta verdad queda muy clara en 1ª Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

El perdón judicial tiene lugar una vez por todas en el momento de la conversión; el perdón paterno tiene lugar cada vez que un creyente confiesa y abandona su pecado. Esto es lo que Jesús enseña en Juan 13, cuando lava los pies de sus discípulos y los va instruyendo. Allí aprendemos que necesitamos tan solamente una vez el lavamiento de la regeneración para librarnos de la paga del pecado, pero precisamos de muchos limpiamientos a lo largo de nuestra vida cristiana para conseguir el perdón paterno. La diferencia entre ambos tipos de perdón se puede resumir bajo los siguientes principios:

En el perdón judicial la posición de la persona es de pecador y la posición de Dios es como juez, mientras que en el perdón paterno la posición de la persona es como hijo y Dios es el padre. En el primer caso el resultado del pecado es la muerte eterna; en el segundo lo que ocurre es que se rompe la comunión con Dios. En el perdón judicial Cristo actúa como nuestro Salvador, pero en el perdón paterno actúa como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado. En el primer caso la necesidad del individuo es la Salvación, mientras que en el segundo caso la necesidad es recuperar el gozo de la salvación. El medio para alcanzar el perdón judicial es la fe y es un acto que ocurre una sola vez, mientras que para el perdón paterno es la confesión y se da muchas veces. En el perdón judicial la principal consecuencia es que evito el castigo en el infierno y tengo una relación nueva con Dios; en el perdón paterno me evito perder recompensas ante el Tribunal de Cristo y renuevo mi comunión con el Señor.

Entonces amigo, desde ahora, cuando lleguemos a un versículo que habla del perdón dado una vez por todas que se nos otorga a los pecadores por la obra acabada de Cristo en la cruz, sabremos que trata del perdón judicial. Ilustraré esta diferencia con algunos versículos:

En Efesios 1:7 leemos: “En quien tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”, y luego en el mismo libro, capítulo 4 verso 32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Estas dos referencias claras al perdón judicial otorgado una vez como salvación del infierno a través del sacrificio de Cristo. No obstante, hay otros pasajes de las Escrituras que hablan del perdón paterno, fruto de la confesión frecuente con nuestro Padre Dios:

Mateo 6:14 y 15 señala que “si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro padre os perdonará vuestras ofensas”. Marcos 11:25 insiste en la misma idea: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Note, amigo, que en dos de estos versículos Dios es mencionado como Padre de una forma específica; es el perdón del Padre que está involucrado. Note también que el perdón que recibimos depende de nuestra disposición de perdonar a otros. Este no es el mismo caso que para el perdón judicial: la buena disposición a perdonar a otros no constituye una condición para la salvación, pero sí que es una condición del perdón paterno. Nuestro Padre no nos perdonará si nosotros no nos perdonamos unos a otros.

En Mateo 18:23-35 Jesús relata la historia de un siervo al que el rey le había perdonado 10.000 talentos. Pero aquel mismo siervo no quería perdonar cien denarios a uno de sus compañeros. Por ello, el rey se enojó con él y lo entregó a los carceleros hasta que pagara su deuda. Jesús terminó esta parábola diciendo: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano sus ofensas”.

¿Cómo se encuentra usted en relación con estos dos tipos de perdón que encontramos en la Biblia? ¿Ya ha pasado por el perdón judicial a través de la fe en Jesucristo? ¿Se ha transformado en un hijo de Dios tras haber creído y recibido al Señor Jesús en su corazón? Y si es así, ¿cuándo fue la última vez que confesó su pecado a Dios su Padre? ¿Hay algún motivo por el cual su corazón necesita ser limpio? ¿Hay alguna persona a la que usted debería perdonar para que el Señor lo pueda perdonar a usted? Lo invito, querido amigo, a que en los próximos minutos reflexione sobre lo conversado y pueda tomar decisiones firmes que redunden en su salvación o en una mejora de su relación con Dios.


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