Cuidar a los padres ancianos

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Continuamos hablando con Ruth Orellana. En esta ocasión nos cuenta acerca de su testimonio, cómo llegó a Cristo y cómo decidió ser misionera. También comparte su experiencia cuidando a sus papás que ya son mayores. Nos da consejos para el cuidado de los padres, y nos recuerda algo muy importante: Debemos honrar a nuestros padres, aunque sean mayores, y amarlos.


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EA772 – Entre Amigas –
Cuidar a los padres ancianos



Entrevista a Ruth Orellana

Sonja:  Muy bien amigas, hoy tenemos nuevamente a una visita que ya conocen, es Ruth Orellana. Ruth nos contó de su historia de amor y nos dio muy buenos consejos, pero hay dos temas que me gustaría tocar con ella. Son dos, pero el segundo todavía no lo voy a decir. Antes que nada, quiero saludarte. ¿Cómo estás Ruth?

Ruth: Muy bien, gracias a Dios. Estoy muy feliz de estar aquí.

Sonja: Seguimos aquí en la conferencia internacional de Llamada de Medianoche en Suiza, y tenemos bastante tranquilidad en el momento, por eso vamos a aprovechar este tiempo para hacer la entrevista. Ahora, Ruth, quiero hacerte una pregunta. Porque tu dijiste que tus padres oraron y hablaste con ellos al elegir a tu esposo, y también mencionaste que trabajas con ellos como misioneros, ¿cómo es eso? ¿Uno crece como hija de misionera y hace lo mismo que sus padres porque sí? ¿O cómo es?

Ruth: Bueno, hay muchos que sí, siguen a los papás “porque si”, y hay otros que ni siguen a los papás, sino que odian totalmente a los cristianos. Yo no sé si has escuchado de la fama de los hijos de los pastores, que son los que peor se comportan. En mi caso, mis papás desde chiquitos nos enseñaron la Biblia, y cuando yo desobedecía o peleaba con mis hermanos, que era algo que pasaba, mis papás siempre me decían que yo le tenía que pedir perdón a Dios porque había hecho algo malo. Como mis papás me lo enseñaron, yo oraba y pedía perdón. A los 9 años estuve con mis papás en Alemania, y hubo una conferencia en la que mi papá participó, en la cual se hablaba de la segunda venida de Jesús. En ese momento varias cosas se juntaron en mi vida. Primero, trasladaban a mi familia de Brasil a Uruguay, segundo, nació mi hermanita, yo tenía nueve años de ser la princesita de la casa, y de repente llegó otra niña, y entonces hubo un tambaleo muy fuerte en nuestra familia, tanto por el cambio a otro país como por la llegada de otra niña. En ese momento estaba más sensible, y yo estuve segura de que, si me pasaba algo, o si venía Jesús, yo no iba a ir al cielo, que todo lo que había vivido, que el hecho de que mis padres fueran cristianos, que fueran misioneros, que hubieran dado todo para el Señor, no me iba a salvar a mí, sino que yo tenía que tomar una decisión personal por el Señor. Entonces subí al cuarto en donde mi mamá estaba cuidando a mi hermanita, y le dije: Mamá, yo siento que necesito aceptar a Jesús, porque nunca lo hice de la forma en la que siento que debo hacerlo. Y mi mamá, obviamente muy feliz, me guio a hacer la oración para aceptar a Jesús.

Sonja: Qué privilegio para una mamá que la hija venga a ella para encontrar esta salvación que necesitamos cada uno personalmente. ¿Conoces el dicho que dice que Dios tiene hijos, no nietos? Qué importante que es eso. Entonces todo el testimonio y el ejemplo de tus padres no fue negativo en tu vida, sino que todo lo contrario.

Ruth: Sí. Yo vi que mis papás tenían a alguien, a un amigo en quien podían confiar. Yo viví con mis papás cosas muy difíciles, cosas muy duras, pero vi también como ellos confiaban en alguien que estaba cercano a ellos. Y ese alguien nunca les fallo. Esa fe me la transmitieron, la recibí y la seguí. Fue decisión mía seguir sirviendo al Señor.

Sonja: Qué importante que los padres no solo hablen de la fe sino que también la vivan, y que los hijos puedan ver en el diario vivir la realidad de la fe de los padres.

Ruth: Sí. Por ejemplo, una cosa sencilla. Por ser misioneros, muchas veces no había dinero para comprar ciertas cosas. Y mi papá siempre decía: Tenemos que orar, tenemos que pedirle al Señor. Por un par de zapatos, por una heladera nueva porque la otra se rompió, sea lo que fuera, papá siempre decía que teníamos que orar, y Dios respondía de una forma maravillosa. A veces eran zapatos usados, a veces eran nuevos, pero de diferentes formas nos sorprendía cómo Dios contestaba la oración de mis papás.

Sonja: Entonces desde chiquita ya aprendías de eso. Qué precioso escuchar eso, y es un ánimo para las mamás que nos escuchan, para que realmente vivan su fe en una forma íntegra, y que lo expresen y que hagan participar a sus hijos para preparar esa tierra, y que cuando Dios toque su corazón puedan aceptar a Jesús como su salvador personal.

Ruth, tengo otra pregunta muy interesante. Yo ya mencioné en el programa anterior que conozco a tus padres, que tu papá fue mi profesor en el instituto bíblico donde yo estudié, y yo se que tus padres hoy en día ya son personas mayores con sus problemas de salud. Yo pienso que te toca de una forma especial porque tu sos la hija más cercana a ellos, así que tenés mucha responsabilidad en el cuidado de tus padres. ¿Quieres explicarnos un poco qué significa eso para ti? Y si tienes algún consejo para las amigas oyentes en cuanto a este tema de los padres ancianos y el cuidado que Dios quiere que tengamos con ellos.

Ruth: Bueno, hay mucho para hablar y el tiempo vuela.

Sonja: Sí, no hay tanto tiempo pero podemos ver algunas cosas bien prácticas e importantes.

Ruth: Bueno, mis padres tienen 77 y 79 años, y no tienen la posibilidad de ir a un hogar de ancianos, pero a mí me gusta servirles, y una cosa que aprendí es que el honrar a nuestros padres, Dios lo recompensa grandemente en bendiciones extraordinarias. Por eso, para mí, incluso el obedecer también es importante. A veces no nos gusta obedecer a nuestros padres, pero cuando lo hacemos, Dios bendice esa obediencia. Con mis papás tengo años de ayudarlos, incluso de casada, sigo ayudándolos como pueda, con cualquier emergencia, con cualquier necesidad, ahí estamos apoyando a mis papás. Una vez allá en Guatemala los asaltaron, y apenas lo supimos inmediatamente fuimos. Mi esposo ayudó con todos los asuntos policíacos y yo ayudé a mi mamá a ordenar la casa otra vez, y llevé al hospital a mi papá porque lo habían golpeado, cosas así. Pero es algo que realmente da un gusto, servir a nuestros papás.

Sonja: Tu dijsite “nosotros”. ¿Tu esposo apoya por completo que tu estés ayudando a tus padres? ¿Hace lo mismo con tus suegros?

Ruth: Sí. Mi esposo trabaja en la casa de mis suegros porque ahí tienen la empresa, así que los ve todos los días. Carlos tiene un amor muy grande hacia mis papás. Mi papá es como un papá para él, realmente, así que Carlos los quiere muchísimo y cualquier cosa que toque a mis padres, lo toca a él. A sus padres también, los quiere mucho, los defiende mucho. Él sabe que mis papás necesitan mi ayuda y no hay problema, él me ha dado el auto, la gasolina y todo para que yo pueda ayudarlos.

Sonja: Yo se que tu mamá estaba con un problema muy importante y la tuviste un tiempo en tu casa para cuidarla y atenderla. ¿Cómo fue eso? Que tu mamá fuera a tu casa, con tu familia y tus hijos, contanos, ¿cómo tratas un tema así? Porque por un lado debes honrar a tu madre, pero por el otro, ahora está en tu casa.

Ruth: Es muy interesante la pregunta, porque todos sabemos que una persona cuando es más viejita tiene sus dos lados. Fue un tiempo muy maravilloso porque pude hablar de muchísimos temas con mi mamá, que quizás anteriormente no los pudimos hablar. Entonces hubo una comunicación, una comunión muy linda. Por otro lado, nuestra casa tiene espacio y fue diseñada para que si mis papás necesitan ayuda, están los cuartos libres para ellos. Entonces en cualquier momento en el que se de alguna situación, ellos ya saben que pueden ir. Mi mamá tuvo un accidente, y sí se sentía raro cuidarla porque de repente uno es la mamá de su mamá. Es un cambio grande, y es desafiante, porque a veces la mamá no quiere hacer lo que el médico le dijo que tenía que hacer. Entonces con amor hay que decirle que lo haga, que es por su bien.

Sonja: Es un cambio de roles, ¿verdad?

Ruth: Es un cambio de roles, sí. Ese cambio no fue fácil para mí, porque yo siempre obedecí y respeté a mis papás, y de repente tengo que ser yo, como hija, quien toma las decisiones. Es difícil, debes tener cuidado en la forma en la que lo haces. Yo trataba de,, con amor, decirle a mi mamá las cosas, aceptar, y cuidar de no romper la comunicación, de mantener la paz. Cuando había fricciones, porque sí las hubo, iba a mi cuartito a orar y pedir que el Señor me diera paz y tranquilidad para seguir, porque yo se que hay que respetar a los papás, aún cuando son viejitos y hay cosas que ellos no entienden o que simplemente no quieren hacer.

Sonja: Muy bien Ruth, realmente es muy lindo escucharte hablar tan sinceramente, y es muy bueno recordarnos que tenemos que honrar a nuestros padres y a nuestras madres. Por otro lado, muy importante, buscar la paz con cada uno, y también ese amor de volver a dar lo que hemos recibido como hijos, ¿verdad?

Ruth: Exacto, y eso también como ejemplo para mis hijos. Porque mis hijos vivían todo, veían todo, y es un ejemplo para que ellos también puedan imitarlo.

Sonja: Imitarlo en un futuro, si el Señor no viene antes.

Ruth: Exactamente.

Sonja: Muy bien, Ruth, te agradecemos muchísimo por tu tiempo, te damos las gracias por tus consejos, por poder ver un poquito de tu vida, y pienso que muchas amigas que nos escuchan pueden sacar provecho para su propia vida diaria en la situación en la que se encuentran. Muchas gracias.

Ruth: De nada, Sonja. Mucho gusto.

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