El alto llamado de la Iglesia de Jesús 1/3
21 febrero, 2008El alto llamado de la Iglesia de Jesús 3/3
21 febrero, 2008Titulo: “El alto llamado de la Iglesia de Jesús”
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Autor: SAMUEL RINDLISBACHER
Nº: PE1060
. La Iglesia es comparada figurativamente con el cuerpo humano, cuya cabeza es Jesús y cuyos miembros son los creyentes.
. La Iglesia de Jesús también es comparada con una casa, donde Jesús no solamente es el arquitecto, sino también el fundamento y el constructor.
La Iglesia de Jesús es comparada a una novia, que en pureza e impaciente esperanza espera al Esposo: Jesucristo
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«El alto llamado de la Iglesia de Jesús» 2/3
Hola amigo, hoy veremos quién o qué es la Iglesia de Jesucristo.
¿Tiene usted idea de dónde se puede encontrar la Iglesia de Jesús? ¿Quizás en un edificio cualquiera, o en un hermoso templo? ¿Acaso se manifiesta en un movimiento global? ¿O será que es una organización? En el texto original griego, cuando se habla de la Iglesia de Jesucristo se utiliza la palabra «ekklesia», lo cual significa algo así como: «los llamados afuera», o sea «los llamados». Con eso se indica lo que es la Iglesia de Jesús. Es un llamado a salir – es llamada a salir del mundo de pecado, a salir de un estilo de vida equivocado, a salir de una forma equivocada de pensar y de actuar. Ella es llamada a salir del reino de Satanás, y a entrar al Reino de Dios, al Reino de Jesucristo.
Además de ésta, en la Biblia se encuentran varias expresiones más para designar a la iglesia de Jesús. Los miembros individuales de la misma, por ejemplo, son comparados con las ramas de una parra. Así lo dijo el Señor Jesús:«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos». Luego, también, es comparada figurativamente con el cuerpo humano, cuya cabeza es Jesús y cuyos miembros son los creyentes. La Iglesia de Jesús también es comparada con una casa, en cuyo caso Jesús no solamente es el arquitecto, sino también el fundamento y el constructor. Los creyentes constituyen las piedras que se integran a la construcción viviente de la Iglesia global de Jesús. Más allá de eso, la Iglesia de Jesús es comparada a una novia, que en pureza e impaciente esperanza espera al Esposo: Jesucristo .
Pero, estimado amigo, con eso, también se está diciendo lo quenoes la Iglesia de Jesús. Ella no es una institución «religiosa» o «moral», en la cual las personas pueden ganarse el cielo a través de sus propios esfuerzos, o de la mortificación de sus cuerpos. La Iglesia está compuesta, exclusivamente, por personas que han escuchado el llamado de Dios y lo han contestado. La Iglesia de Jesucristo está compuesta por los seguidores de Jesús de todas las naciones, razas y lenguas de este mundo. Estas personas fueron escogidas por Dios y llamadas. Ellos están dispuestos a obedecer el llamado de Dios y a seguirle. Han experimentado el perdón de sus pecados a través de la sangre del Cordero y han nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, para llegar a ser una nueva creación. Ahora, ellos tienen la profunda esperanza de estar con Jesús algún día, y de poder verlo así como es El. Esa es la definición bíblica de lo que, en breve, será la Iglesia de Jesucristo.
Querido amigo, la Iglesia de Jesús no es obra humana
Ella no es una organización, sino un organismo. No es algo que se hace, sino algo que nace. Tampoco es el resultado de los esfuerzos, de la inteligencia, o de la fuerza humana. No, la Iglesia de Jesús es la obra de Dios. El mismo la establece; los recursos humanos no sirven para nada. Jesús dijo:«… edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella»(Mt. 16:18). Así como se construye una casa, Dios edifica Su iglesia, y El logrará Su meta con ella, aun cuando para eso El tiene que utilizar a seres humanos débiles, limitados y pecadores. La Iglesia de Jesús es la idea de Dios, y El está llevando su plan a la práctica, como está escrito en Filipenses 1:6:«¡… estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo!»Este hecho nos da tranquilidad y seguridad, y nos protege de nuestros esfuerzos propios. Pero, a su vez, no nos deja estar inactivos, sino que más bien nos alienta a hacer la obra de Dios, a la manera de Dios: Predicar Su palabra (2 Ti. 4:2), dirigir la atención de todas las personas hacia Jesucristo (Lc. 14:23), y pedirle al Padre que El atraiga a las personas hacia Su Hijo (Jn. 6:44)
Vamos a deleitarnos con algo de música y enseguida regresamos.
Querido amigo, ahora bien, pensemos en que Dios es quien ha escogido a la Iglesia!
El Apóstol Pablo escribe:«Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad … a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo». Nosotros, como miembros de la Iglesia de Jesucristo, no nos podemos palmear el hombro y estar orgullosos de nosotros mismos. Porque no fuimosnosotrosquienes hemos buscado a Dios, sino más bienElnos buscó a nosotros. Y lo hizo con infinita paciencia y longanimidad (2 P. 3:9). No fuimosnosotrosquienes quisimos saber más acerca de El. ¡No! Sino que fueElel que no aflojó, y nos buscó en medio del pecado y nos sacó de entre la perdición. Nosotros estábamos entregados a la muerte eterna. ¿Por qué? En Isaías 53:6 encontramos una respuesta muy acertada:«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino…»Dios mismo ha ido detrás de todos los seres humanos que ahora creen en Jesús como su Salvador personal, y los ha salvado en Su gracia. Ahora, cada cristiano nacido de nuevo que pertenece a la Iglesia de Jesucristo, puede saber que fue Él:«…quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada…»(2 Ti. 1:9-10). De este modo, ningún hijo de Dios tiene razón para glorificarse a sí mismo; todo es gracia, todo es un regalo gratuito de parte de Dios. Más bien debemos hacer lo que dijo Pablo:«Mas el que se gloría, gloríese en el Señor»
Cada miembro de la Iglesia de Jesucristo ha sido comprado por un precio muy alto, como está escrito:«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y contaminación»(1 P. 1:18-19). ¡El precio pagado por la Iglesia de Jesús es inconmensurablemente alto! El Salmo 49:7-8 lo dice de esta manera:«Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio y no se logrará jamás).»Así es, el precio era tan alto, que Dios no vio otra salida que dar Su propia vida en Jesucristo. Por eso, cada uno de los miembros del cuerpo de Jesucristo es infinitamente valioso (independientemente de su educación, descendencia o estatus social). Esto es una razón de asombro, de adoración y de agradecimiento. Pero este hecho también nos dice – y a eso se une una importante advertencia, que a la Iglesia de Jesús solamente pertenecen aquellas personas que han buscado para sí mismos el perdón a través de Jesucristo. No todos los que se cuentan entre los hijos de Dios, los que visitan los cultos, los que participan en los grupos de jóvenes o cantan en el coro, son realmente miembros de la Iglesia de Jesús. De este tipo de auto engaño nos advierte el Señor Jesús, en forma muy insistente:«Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad»(Mt. 7:22-23). La Iglesia de Jesús está compuesta exclusivamente por personas salvas, que claman a Dios llamándole Padre:«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!».
Querido amigo, es importante que cada cual se examine a sí mismo: ¿Realmente soy nacido de nuevo? ¿Verdaderamente pertenezco a la Iglesia de Jesús, y tengo a Dios como Padre? Deseo de todo corazón que así sea, que hayas entregado tu vida a Cristo y estés formando parte de la Iglesia de Jesús.
Que Dios te bendiga.