El arrebatamiento de la Iglesia (2ª parte)

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Autor: Philipp Ottenburg

En esta segunda parte acerca del arrebatamiento, contestaremos dos preguntas: ¿cómo será? y ¿cuándo será?


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PE2983 – Estudio Bíblico
El arrebatamiento de la Iglesia (2ª parte)



Después de ver en el programa anterior “qué significa el arrebatamiento”, contestaremos hoy la pregunta: ¿Cómo sucederá el arrebatamiento?

El apóstol Pablo nos describe este acontecimiento en 1ª Corintios 15 y en 1ª Tesalonicenses 4. Los muertos en Cristo resucitarán primero, luego los que vivimos seremos transformados y arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire.

¿Dios no tiene muchos siervos que podrían recogernos? Para los ángeles sería una honra ir a buscarnos, ya que somos miembros de la familia de Dios por medio de Cristo. Pero no, para buscar a miembros de la familia real, no viene cualquier siervo.

El Señor Jesucristo vendrá en persona: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts. 4:16).

Desde que Cristo ascendió al cielo, está sentado a la diestra del Padre. Pero, para buscarnos a ti y a mí, se levantará y vendrá a nuestro encuentro. Tan íntima y preciosa es la relación entre Cristo y su Iglesia, que el mismo Señor nos buscará. Un rey no va al encuentro de sus siervos, pero sí de sus familiares. ¡Qué movimiento en el cielo cuando el Señor busque a su iglesia! Se dirá: ¡Ahora vienen los coherederos de Su majestad y gloria reales! Toda la familia completa vendrá, los hijos e hijas de Dios, los que han sido hechos conformes a la imagen de su Hijo.

¡Alentémonos unos a otros con estas palabras!

Vamos a ver el orden cronológico, como lo describe la Biblia:

primero se emitirá el mando, se escuchará la voz del arcángel y la trompeta de Dios.

Esta será una de las muchas manifestaciones audibles de Dios en el cumplimiento de Su Plan. Cuando en Juan 12:28 una voz del cielo habló al Hijo en la tierra, algunos pensaban que habían escuchado un trueno.

Durante la crucifixión se hizo de noche, los muertos se levantaron de sus tumbas, y muchas otras cosas sucedieron. La resurrección de Jesús fue manifiesta a sus enemigos, sin embargo, no llegaron a ver en persona al Resucitado. Este privilegio les quedó reservado a los suyos – ¡y lo mismo sucederá en el arrebatamiento!

Después de la voz de mando de Dios, la voz de arcángel, y la trompeta de Dios resucitarán primero los muertos en Cristo, con un cuerpo incorruptible. 

Luego, los que viven en este momento serán transformados, o sea revestidos con cuerpos incorruptibles también.

Luego el Señor trasladará a su presencia, en un abrir y cerrar de ojos, a ambos grupos de creyentes.

El lugar del encuentro: No será el monte de los Olivos, tampoco la ciudad de Jerusalén. No será en ningún lugar de esta tierra, sino en el aire. Este hecho subraya el carácter celestial de la Iglesia.

¿Quién es ahora el príncipe de la potestad del aire? Todavía es el dios de este siglo, el diablo, pero el arrebatamiento será un indicio de que este hecho cambiará, de que el fin de Satanás está cerca.

El Señor nos llevará a la casa del Padre con sus muchas moradas, y así estaremos para siempre con el Señor.

¿Para cuándo podemos esperar el arrebatamiento? No me refiero a poner fechas hacer o cálculos ingeniosos como ya muchos han hecho, pero que siempre han llevado al error. De hecho con respecto al arrebatamiento, todo cálculo es imposible. ¿Por qué? Porque el Señor mismo nos los dijo: aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre

En relación con Israel encontramos muchos números en la Biblia porque Israel posee promesas terrenales, y la tierra está ligada a tiempos, límites, transitoriedad, etc. Llegará el día en que Israel será enaltecido aquí en la tierra.

Pero la Iglesia tiene una naturaleza celestial, por eso no encontramos números en relación con la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Pues su lugar está en el cielo, fuera de tiempo y espacio, allí donde está la Cabeza, Cristo. Además, el apóstol Pablo no nombra ningún acontecimiento que debería preceder al arrebatamiento cuando habla de la pronta venida del Señor.

En todo esto debemos tener en cuenta lo esencial, si no lo hacemos, no entendemos el profundo mensaje de la Palabra de Dios. Nos parece bueno ser modestos. Pero en este caso no debemos mostrar ninguna falsa modestia. Pues no se trata solo de llegar al cielo. El arrebatamiento nos muestra, más bien, adónde pertenecemos y qué riquezas poseemos.

Por eso es tan esencial e importante que siempre tengamos presente la naturaleza de la Iglesia cuando estudiamos el tema del arrebatamiento.

Hemos mencionado que somos el Cuerpo del Señor, sus miembros. Pablo escribe, entre otras cosas: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?” (1 Co. 6:2). Es una de las tareas que nos esperan.

En resumidas cuentas: El arrebatamiento es el punto culminante en la formación de la Iglesia. Pablo nos anima a alentarnos mutuamente con estas palabras. La Iglesia tiene su ciudadanía en los cielos, posee todas las bendiciones celestiales. Ella es la plenitud de Aquel que todo los llena en todo. Él mismo vendrá a buscar a su Iglesia. El lugar de encuentro será en el aire. Librados del pecado y de la carne seremos revestidos de un nuevo cuerpo para estar para siempre con el Señor.

En cierta ocasión, alguien le preguntó al guarda del parque nacional del Gran Cañón dónde se encontraba el Gran Cañón. El guardaparque estalló de risa. ¿Cómo era posible que el visitante no viera el panorama espectacular que se abría ante sus ojos?

Pero ¿no nos pasa lo mismo a nosotros muchas veces? Unas ochenta veces nos habla el apóstol Pablo de nuestra posición “en Cristo”, y no vemos el “Gran Cañón”, el grandioso panorama abierto delante de nosotros. Se trata de nuestra nueva identidad.

Estamos en Cristo, quien murió y resucitó, y está a la diestra de Dios. Y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios según Colosenses 3:3

Cuando comience la Gran Tribulación, el Señor abrirá los sellos de juicio. Hasta ese momento, Él permanece en el cielo, oculto a los ojos del mundo. Desde su ascensión no se ha mostrado más al mundo.

Él hoy intercede por los suyos, pero de manera invisible para el mundo. Cuando comience la Tribulación, el Señor como el único digno de hacerlo, abrirá los sellos. Y vemos delante del trono a los 24 ancianos, que representan a la iglesia arrebatada, ahora en le cielo.  

La iglesia que ha sufrido tribulación en toda su historia, y aun hoy es perseguida en muchas partes del mundo, no será condenada con el mundo cuando el Juez Celestial ejecuta sus juicios sobre la tierra.

Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonicenses 5:9

Viendo todo esto, y considerando la unidad que existe entre Cristo y su Iglesia, entiendo que el arrebatamiento tendrá lugar antes de la Gran Tribulación. Y esto podría ser muy pronto, quizás hoy.

Quiero terminar con una cita más de H. J. Eckstein, que me encanta:

“Bienaventurado el que recuerde el futuro y vuelva a la alegría de los que tienen una esperanza viva, que saben que lo más hermoso está por venir”.

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