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Título: El buen olivo y sus ramas (parte 2)

Autor: Walter Mosimann
PE1339

En la primera parte de este estudio bíblico, traté de exponer el Plan de Salvación de Dios y la relación entre el pueblo de Israel y las naciones, en base al capítulo 11 de la Epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Profundicemos en ésta segunda parte un poco más el tema porque hay en el Antiguo Testamento, varios acontecimientos que nos ofrecen una imagen profética de la relación entre los judíos y las naciones, con respecto al mensaje del Evangelio.

Observemos hoy el ejemplo de Jacob y sus 12 hijos. Son especialmente los dos hijos menores, José y Benjamín, los que tienen un especial significado.


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Estimado amigo, me quiero sumar a esta cordial bienvenida de Silvia y Robert y le cuento que hemos llegado en este estudio bíblico a observar el ejemplo de Jacob y sus 12 hijos que nos ofrece una imagen profética de la relación entre los judíos y las naciones, con respecto al mensaje del Evangelio. Los dos hijos menores, José y Benjamín son los que tienen un especial significado.

Hemos visto algunos pasajes, teniendo siempre presente a José como una imagen de Cristo, y a Benjamín como imagen de las naciones. Seguimos entonces con el siguiente punto: 

– «He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos»(Gn. 42:2). Vinieron los años de escasez. Jacob se vio obligado a comprar trigo en Egipto. Mandó a sus hijos a ese país, hacia José, sin saber que era él. Y aún hizo otra cosa más, seguramente sin tener idea del significado profético de su acción. Pero tenía que hacerlo, pues su manera de actuar era parte del Plan de Dios para la salvación de la humanidad:«Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre»(Gn. 42:4). Jacob mantuvo a Benjamín, su hijo menor y hermano de José, con él en casa. Los otros diez hermanos fueron a Egipto a ver a José. Éste los reconoció, pero ellos no le reconocieron a él. De la misma manera, Jesús conoce a Sus hermanos, a Su pueblo, pero ellos no Lo conocen a El.

José no se dio a conocer cuando sus hermanos estuvieron delante de él con su gran necesidad. Al contrario. A pesar de su problema, los mandó de vuelta a su tierra. La razón para eso no eran los diez hermanos grandes, sino Benjamín. Benjamín no estaba entre ellos:«No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros»(Gn. 43:3). Hoy, Jesús todavía no se puede dar a conocer a Su pueblo, a Sus hermanos, porque Benjamín todavía no está. En otras palabras, todavía no entró la plenitud de los gentiles. Ésta es la causa, y no Israel.

– «…y tomaron… a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José»(Gn. 43:15). Volvieron los hermanos de José, esta vez con Benjamín. José vio a su hermano Benjamín, el hijo de su madre (Gn. 43:29). Entonces no se pudo contener más, se conmovió. Mandó afuera a todos los que estaban con él. Quería estar completamente solo con sus hermanos. Lloró a gritos – tan fuertemente que los egipcios, los extranjeros y los siervos del Faraón pudieron escucharlo – y se dio a conocer a sus hermanos. ¿Qué nos dice esto como imagen profética? Cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, Jesús también se dará a conocer a Su pueblo. Su corazón arde en la espera, como en aquel entonces le pasó a José. Entonces se conmoverá y querrá estar completamente solo con Sus hermanos. Y este suceso no quedará oculto. Llegará, fuerte y entendiblemente, a oídos de los extranjeros, de las naciones.

Ahora, ¿qué les dirá Jesucristo a Su hermanos, cuando se dé a conocer a ellos? ¿Les hará reproches? ¿Les dirá: «Ustedes me traicionaron, me vendieron»? ¿O les dirá, como los teólogos cristianos: «Ustedes son mis asesinos, ustedes me clavaron en la cruz»? ¿O: «Yo he anulado las promesas del Pacto del Antiguo Testamento. Ustedes ya no son mi pueblo, yo les desheredé»? Seguramente no. Les hablará como José habló a sus hermanos:«Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros… Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación». José dijo a sus hermanos exactamente lo que Pablo anunció en Romanos 11:25-26:«… ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad».

Ha acontecido a Israel endurecimiento por causa de nosotros, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Hay una advertencia en esto: Si tú rechazas a Jesús, también estás endurecido; entonces tienes ojos que no ven y oídos que no oyen. Sin Jesús estás eternamente perdido.

Pero el endurecimiento de Israel es «en parte». En todo tiempo hubo judíos que adoptaron la fe en Jesucristo. Sin embargo, recién desde la segunda mitad del sigo 20 existe un verdadero movimiento mesiánico entre los judíos. Especialmente en Estados Unidos, Israel, Ucrania y Rusia crece el número de los creyentes judíos que confiesan a Jesucristo como su Mesías. Estos judeocristianos viven en una especie de «tierra de nadie», entre el pueblo judío y las iglesias cristianas: Por un lado, los judíos religiosos consideran traidores a sus hermanos mesiánicos. Y por otro lado, las iglesias cristianas – si es que notan siquiera la presencia del movimiento mesiánico – guardan distancia y se asombran más bien de los creyentes judíos.

Provocar a celos a los judíos

Las primeras iglesias cristianas se componían exclusivamente de judíos. Por eso, en realidad, los judíos mesiánicos son los descendientes de la Iglesia primitiva. A pesar de esto, hoy en día apenas encuentran reconocimiento. ¡Apoyemos por lo tanto con oración y fe a los judíos mesiánicos! Ésta es nuestra tarea y nuestro llamado. Hagamos nuestros los propósitos de Pablo en Romanos 11, para que muchos sean añadidos a la Iglesia de Cristo. El primero de estos propósitos es que nos dejemos transformar por el Evangelio, de manera que los judíos lo perciban. Debería despertarse en ellos el deseo de tener una relación personal con el Dios de Jacob. Deben ser provocados a celos, para que puedan recibir la gracia que recibieron los gentiles. Éste es el mensaje de Pablo.

Ahora bien, ¿cómo podemos provocar a un judío a celos en la práctica? La siguiente historia, ocurrida en Rumania a principios del siglo 20, nos da un impulso: 

Un joven de descendencia judía, que había nacido y pasado su niñez en pobreza, era un escéptico y burlador al estilo del filósofo Voltaire, quien negaba a Dios y llevaba una vida desenfrenada. A la edad de 27 años, enfermó de tuberculosis. En aquel entonces, esta enfermedad era casi incurable. Por un tiempo, el joven estuvo al borde de la muerte. Después de unos meses mejoró un poco y fue enviado a recuperación a un pequeño pueblo en las montañas en el centro de Rumania.

En aquel pueblo vivía un anciano carpintero, creyente en Jesucristo, cuyo corazón ardía en amor hacia Israel. Sabía que era llamado a provocar a celos a los judíos, a despertar en ellos el deseo de seguir a Jesucristo. Diariamente repetía la misma oración: «Oh Señor, no me dejes morir antes de haber traído a un judío a los pies de Cristo, ya que Jesucristo vino de ese pueblo. Pero soy viejo, y estoy enfermo. Y en mi pueblo no hay judíos. Trae un judío a mi pueblo, y haré todo lo posible para llevarlo a Cristo.»

Un día, el viejo carpintero y el joven judío se conocieron, y se hicieron amigos. Sin decir mucho, el carpintero regaló una Biblia a su amigo. No le interpretó la Biblia, sino que simplemente siguió orando. El judío sanó. Más tarde, contó que ya había leído la Biblia antes, pero que nunca lo había impresionado mucho. No sabía de qué le podía servir ese libro. Sin embargo, la Biblia que había recibido del carpintero, era diferente. No estaba escrita con simples letras, sino con letras que ardían de amor. Recién más tarde, se dio cuenta que el secreto estaba en las oraciones del carpintero y de su esposa. El judío se convirtió. Y siempre testificó que su primer contacto con Jesús se dio gracias a este carpintero.

Ese contacto fue posible porque el viejo carpintero aceptó el desafío de provocar a celos a los judíos con el testimonio de su propia vida. El joven judío fue el posterior fundador y director de una conocida organización de ayuda para los cristianos perseguidos por su fe! Llegó a ser de bendición para los hermanos en la fe, tanto judíos como gentiles, que sufren persecución. Y Dios usó para esto a un no-judío, el cual pudo ser provocado a celos por la obra del Espíritu en su corazón.

Noé dejó que la paloma volara, le dio espacio libre. Ella volvió con una ramita de olivo en su pico. Dale a Dios, también, espacio libre en tu corazón, para que haya fruto del Espíritu en tu vida. Entonces, conocerás más de las sobreabundantes riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios.

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