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Autor: Norbert Lieth

El “día del Señor” describe el juicio de Dios en la tierra, anunciado en el Antiguo Testamento. Y tiene también otros nombres que iremos descubriendo al escuchar el mensaje.


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PE2173 – Estudio Bíblico
El día del Señor (2ª parte)



Hola amigos! Habíamos dicho que el “día de Señor”, será un día de revelación.

El “día del Señor” tiene que ver con el tiempo descrito especialmente en el último libro de la Biblia, en el Apocalipsis. Por esta razón, Juan comienza ese libro con las palabras: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”.

El “día del Señor” mencionado por Juan no se refiere al domingo (día de resurrección de Jesucristo), sino al “día del Señor” descrito ya en el Antiguo y luego también en el Nuevo Testamento. En ninguna parte del Nuevo Testamento, el día de resurrección es denominado “día del Señor”, sino que se lo llama el “primer día de la semana”. Además, a su declaración: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”, Juan le agrega la frase “y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. Esta conexión seguramente no es una coincidencia. En el Antiguo Testamento, la trompeta a menudo es mencionada en relación con el “día del Señor”. “Cercano está el día grande de Jehová… Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto… día de trompeta y de algazara”, leemos en Sofonías 1:14 al 16; y podríamos leer lo mismo también en Joel 2:1 y 15; y en el capítulo 4:16. Por lo tanto se supone que la expresión “en el día del Señor”, significa que Dios mostró al apóstol Juan los acontecimientos apocalípticos, le dio revelaciones al respecto, las cuales Juan luego tuvo que anotar, ya que más adelante se le dice: “Escribe en un libro lo que ves”.

Este día es el que también señala el apóstol Pablo, cuando escribe en Romanos 2:5: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”.

El “día del Señor” (o: “día de ira”) es entonces también el “día de la revelación”, el día descrito en el último libro de la Biblia (y mencionado en muchos otros pasajes en los libros de Hechos, 1 Tesalonicenses, Romanos, Colosenses, Efesios y 2 de Pedro, por ejemplo). El ser humano ha rechazado el “día de salvación” en Jesucristo, poniéndose a sí mismo en el lugar de Dios y amontonando así la maldad… y Dios calló, calla, y callará – hasta que llegue el “día de la ira”, la época del Apocalipsis.

Pero el “día del Señor” será también el día de la regeneración.
No solamente será un “día de ira”. Será también el día en el cual Jesucristo se manifestará y aparecerá para establecer Su reino de justicia en la tierra (Apocalipsis 19 y 20).

La tierra, tal como la vemos en la actualidad, pasará por el fuego del apocalipsis, lo cual transformará el mundo y el cielo, de tal modo que vendrán un “nuevo cielo y una nueva tierra” (como se menciona en 2 Pedro 3:7). Ocurrirá una “regeneración”. Por eso, el Señor Jesús promete a Sus discípulos en Mateo 19:28, con relación a Su regreso: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel».

El gemir de la creación, mencionado por Pablo en Romanos 8:18 en adelante, también señala esta futura regeneración. Toda la creación se encuentra en dolores de parto hasta ahora, y añora la revelación de los hijos de Dios y la liberación de la esclavitud de la mortalidad. Tal como nosotros gemimos en nuestro cuerpo, así la creación entera gime y espera su redención, que para ella vendrá con el “día del Señor”.

Después de los (probablemente) siete años de juicio, comenzará el Milenio, un período de mil años bajo el gobierno del Señor Jesús, antes de llegar al definitivo nuevo cielo y la nueva tierra. El apóstol Pedro ya señala esto con su comentario “que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (2 Pedro 3:8). Él conecta esta constatación con la segunda venida del Señor y con el día del Señor (2 Pedro 3:9 y 10), y con eso hace referencia al reinado de mil años del Señor Jesús sobre esta tierra en el “día del Señor”.

De modo que el tiempo de los acontecimientos del apocalipsis y de la ira de Dios, hasta el final del Reino mesiánico de mil años en la tierra, es llamado el “día del Señor”. Al final de este “día del Señor”, cuando incluso los elementos se fundirán, Dios creará un cielo y una tierra totalmente nuevos.

El “día del Señor” parece estar a la puerta. Comenzará con el tiempo de juicio descrito en Apocalipsis, y llevará a la segunda venida en gloria del Señor Jesucristo, quien establecerá Su reino de paz de mil años en Israel. ¿Por qué el mundo, influenciado por el diablo, ruge tanto contra Israel? Porque justamente desde allí, el Rey de reyes y Señor de señores establecerá Su reino mundial (como podemos leer en Zacarías 14). Y esto sucederá en el “día del Señor”.

El día del Señor vendrá como ladrón en la noche.
Al apóstol Juan se le dice en Apocalipsis 1:1 y 3, que estas cosas sucederán con rapidez y que el tiempo está cerca. Pero hoy, después de 2000 años, uno podría ponerse impaciente, pensando que el Señor ha desaprovechado la oportunidad para venir, o que Él ha retrasado Su venida, lo que dicen los que se burlan. Pero Pedro habla en contra de esto, en 2 Pedro 3:9 y 10, argumentando que desde el principio estaba claro que el Señor extendería la dispensación de la gracia. El “año de la buena voluntad de Jehová” (o “día de redención”) tiene una duración mayor que el “día de venganza” (o “día del Señor”), como señala Isaías 61:1 y 2).

De modo que, si en el tiempo final nos llegan dudas acerca de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, podemos recordar esta verdad y consolarnos con ella: Es seguro que Él viene. Viene como ladrón en la noche. Podemos esperarlo en cualquier momento, pero si lleva más tiempo del que nosotros hemos imaginado y calculado, esto se debe a la longanimidad de Dios. Todo transcurre según el plan de Dios, nada se le sale del control, nada se le escapa. Todo está siempre bajo Su control – bajo Su control de amor, porque Él desea salvar a los hombres, darles un largo tiempo de gracia y muchas oportunidades para el arrepentimiento (según 2 Pedro 3:9).

Dios da Su gracia hasta el extremo. En Su gracia, esperará hasta que el pecado haya llegado al último extremo. Entonces Dios intervendrá, dando inicio a los primeros acontecimientos del día del Señor, el cual vendrá como ladrón en la noche, o sea totalmente de sorpresa e inesperado. Las pretensiones de los hombres serán abortadas, siendo Dios mismo quien intervendrá y se manifestará, y entonces todo se dirigirá a tiempo acelerado hacia el Reino de Dios en esta tierra.

Porque como dice Habacuc 2:1 al 3: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”.

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