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Autor: Esteban Beitze

Dios tiene el dominio sobre la duración de pruebas o juicios que permite o envía a los seres humanos, pero, sobre todo, aquello que tiene que ver con el trato a sus hijos. Todo está bajo Su control. Estas pruebas, no duran ni un segundo más que lo que Él decidió.


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PE2933 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (30ª parte)



LA DEVOLUCIÓN DE LA TIERRA

En nuestro estudio sobre la vida de Eliseo estuvimos tratando el precioso personaje de la mujer sunamita. Para concluir todos los relatos que la tienen a ella como protagonista, todavía tenemos que analizar la historia que aparece en 2ª Reyes 8:1-6:

Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años. Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años. Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo. Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir. Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora”.

El contexto en que se desarrolla nuestra historia es el de una hambruna que vendría sobre toda la tierra. La mayoría de los comentaristas asocian esta hambruna con la que aparece en el capítulo 4 por lo que se supone que esta historia entra en tiempo del capítulo 4 aunque se encuentra narrada en el 8. Hay varias razones para ello:

Es una hambruna muy seria que había afectado en gran manera a toda la región (4:38) y no solamente la ciudad de Samaria (6:25). Allí encontramos al profeta haciendo que el potaje envenenado que los hijos de profeta tanto necesitaban para alimentarse, fuera comible (4:38-41). También multiplicó el pan que había traído el hombre de Baal-salisa, de manera que pudieran comer los cien hijos de profeta.

Por otro lado, encontramos a Giezi, el siervo de Eliseo, hablando con el Rey. Vimos que en el capítulo 4 el profeta Eliseo tenía acceso al rey su reconocimiento (4:13). Pero más tarde este mismo rey lo estaba buscando para matarlo (6:31).

Un argumento central es que en el capítulo 8 Giezi esté hablando con el rey. Pero, de acuerdo con la historia de Naamán, del capítulo 5, sabemos que, por su avaricia y mentira, Giezi quedó completamente leproso para el resto de su vida (2R.5:27). Por esta razón, no podría estar en la presencia del rey, sea por las leyes de pureza, como por el sentido común. Nadie querría tener contacto con él.

Además, en este relato, el rey también pidió que Giezi contara acerca de las grandes obras de Dios, de los cuales en realidad él mismo hubiera sido testigo si pensamos en las que se dieron en los capítulos 6 y 7.

Evidentemente, nuestra historia empieza cronológicamente más o menos después de los eventos relatados en el capítulo 4 y llega a su conclusión 7 años después.

Sea como sea, no interesa tanto en qué momento se desarrolló esta historia, pero sí, las lecciones que podemos aprender de ella.

El anticipo de Dios

El profeta Eliseo le avisa a la mujer que tanto había hecho por él, pero que también le había recibido su hijo en dos oportunidades, que Dios había decidido enviar una hambruna de 7 años sobre la tierra diciendo: “Jehová ha llamado el hambre”. Por lo cual le aconseja que se vaya con toda su familia por este tiempo.

Antes del desastre, el profeta ya estaba informado. Tal era la afinidad entre Dios y el profeta, que tenía conocimiento especial de lo que el Señor haría. Entonces pudo avisar con toda seguridad del evento a esta mujer. Esto no era una indicación cualquiera. Esto conllevaba una serie de preparativos y decisiones trascendentes. Ella y su familia tendrían que ver por la gente que trabajaba para ellos, tenían que dejar todo, y para luego buscar un lugar en el exterior. Hacer esto en base a una suposición, podría ocasionar un desastre y pérdida de toda credibilidad. ¡Qué diferencia observamos en las palabras de Eliseo, si las comparamos con aquellos que hoy se autoproclaman profetas! Lo que profetizan, generalmente es muy general, sin momentos, personas o eventos específicos.

En cambio, el verdadero profeta de Dios sabe con absoluta exactitud y genera una confianza absoluta al saber que actúa como vocero de Dios. No escuchamos ninguna pregunta, planteo de duda o ni siquiera una espera “prudente”, para ver los primeros indicios de la calamidad que venía. Leemos simplemente: “Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años”.

Con esta anticipación vemos con claridad, que Dios tiene el control sobre todo lo que sucede en este mundo. Por un lado, vemos que sabe todo de antemano. Él es omnisciente. Es lo que observamos en tantas profecías de la Biblia. Muchas de ellas ya fueron dichas siglos, sí, hasta milenios antes de que sucedieran. Si luego resulta que estas anticipaciones se cumplen al pie de la letra, podemos reconocer la realidad de la existencia y la deidad del autor que predijo estos eventos, o sea Dios.

Por otro lado, tenemos aquí una enseñanza acerca de las pruebas. A veces es Dios quién envía ciertas pruebas a los hombres. Dice claramente: “Jehová ha llamado el hambre”. Cuando esto sucede, para el creyente tendrá el objetivo de corrección, de afirmación de su fe y el aprendizaje de varias lecciones. Esto lo vemos, por ejemplo, en la historia de Jonás. En los inconversos, generalmente tiene el objetivo de que reconozcan la existencia de Dios y se vuelvan a Él. Dios había anticipado por Moisés, que, si el pueblo se apartara de Sus mandamientos, Él podría utilizar el hambre como uno de los medios para que se arrepientan (Dt.28:22,23,48). Y éste era uno de estos momentos.

En otras oportunidades la culpa de los eventos que suceden, se debe al ser humano mismo. Cosecha lo que siembra.

También tenemos al enemigo como origen de algunas de las calamidades. Él vino “para hurtar y matar y destruir” (Jn.10:10). Pero aun allí, no se escapa nada al control de Dios. La historia de Job es una de las lecciones más claras al respecto.

Pero sea como fuere, no existe nada de lo cual Dios no esté al tanto, lo cuide y use para su gloria y nuestro bien (Ro.8:28). Él lo sabe de antemano, lo permite o hasta lo produce. Lo que nos enseña, es que, sea la razón que fuere, siempre debemos buscar y confiar en nuestro Dios. Fue Dios quién llamó al hambre, pero fue también Él quién le guio a Eliseo para preparar a la sunamita y su familia para la calamidad que se avecinaba.

Una de las tragedias que más me impactó fue cuando el bebé de mi amigo murió repentinamente por lo que suelen llamar la muerte súbita. El dolor fue tremendo, pero también la paz y la confianza en Dios que manifestaron los padres. Unos días después, hablando sobre ello, me comentaba, que justo el día antes, en la reunión habían estado hablando de la esperanza de la resurrección corporal de los creyentes. Mi amigo me dijo: “Dios nos estuvo preparando, aunque no sabíamos nada de lo que nos sobrevendría”.

El tiempo de Dios

En esta historia no sólo tenemos la anticipación específica de la prueba, sino también la duración de la misma. En la Biblia encontramos muchos de estos ejemplos. Dios castigó al pueblo de Israel por su rebelión con una estadía de 40 años en el desierto, antes de poder entrar a la tierra prometida (Nm.14:34). Por medio del profeta Jeremías, Dios avisa que el cautiverio de Judá en Babilonia tendría una duración de 70 años (Jer.25:11,12). Como consecuencia de su soberbia, a Nabucodonosor le tocaría el desvarío por 7 tiempos (Dn.4:16). A la iglesia de Tiatira Jesús le profetiza que la tribulación que le sobrevendría sería de 10 días (Ap.2:10). Una de las profecías más impresionantes de la Biblia es acerca de la septuagésima semana de Daniel (Dn.9), que nos señala el tiempo de la Tribulación que vendrá sobre todo el mundo entre el arrebatamiento de la iglesia y la venida de Cristo en gloria con una duración de 7 años.

En otras palabras, Dios tiene el dominio sobre la duración de pruebas o juicios que permite o envía a los seres humanos, pero, sobre todo, aquello que tiene que ver con el trato a sus hijos. Todo está bajo Su control. Estas pruebas, no duran ni un segundo más que lo que Él decidió. Entonces, cuando nos toca una de ellas, podemos estar confiados que la conclusión de esta ya se encuentra definida por Dios. A más tardar, será en el momento en que nos llame o venga a buscar a Su presencia. De mientras podremos estar seguros de que Él nos da la capacidad para poder soportarla (1Co.10:13). Entonces, aún en medio de las pruebas que nos toquen pasar, podemos estar confiados, tranquilos. Él tiene el control. Él pone el principio, y también el final. Podemos confiar en este maravilloso Dios.

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