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Autor: Esteban Beitze

Es precioso observar, que estas personas, dedicados en general al estudio de la Palabra y la enseñanza, también se dispusieran a la labor práctica cuando esta fue necesaria. A veces pasa que aquellos que se dedican a servir al Señor en el estudio, la predicación o en la enseñanza, muchas veces se sienten demasiado finos para una tarea práctica. Pero el que tiene alma de siervo, se involucra en lo que hiciera falta.


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PE2955 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (52ª parte)



UNA PROYECCIÓN UNIDA

En la vida de Eliseo encontramos una historia rara, pero que nos va a dejar preciosas enseñanzas. Se encuentra en 2ª Reyes 6: “Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera. Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó”.

¡Qué lindo problema cuando el lugar donde se congrega el pueblo de Dios se está quedando chico! ¿Cómo lo encaramos?

En esta corta historia encontramos algunos principios para aplicar:

A. Una proyección de extensión

El grupo de estudiantes de las Escrituras vio la necesidad de ampliarse. No se conformaban con tener las instalaciones completas, los éxitos logrados, sino que buscaban la extensión de la obra.

¡Qué bendición cuando se tiene este tipo de proyección! No tenemos que conformarnos con logros alcanzados. Siempre habrá nuevos horizontes, nuevas metas por encarar. En la vida espiritual, el que se detiene retrocede.

En este grupo de alumnos alguien dijo: “Vamos” y contagió a los demás con este llamado. Nehemías, el que tuvo el llamado de reedificar los muros destruidos de Jerusalén exhortó al pueblo: “…venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio”. La reacción del pueblo fue: “Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien” (Neh.2:17b,18b).

¿Cómo está la obra donde nos encontramos? ¿No se requiere también allí de una voz que invite “vamos”? ¡Quizás el Señor te quiere utilizar para levantar muros, construir obras, extender la visión y alcanzar muchas almas para Su gloria!

Este llamado es urgente, porque dice “Vamos ahora”. Si observamos el estado calamitoso que se encuentra la obra del Señor en general y la perdición y juicio al cual se encamina nuestro mundo, nos tiene que arder el corazón para aprovechar el poco tiempo que nos resta. ¿Vamos?

B. La participación servicial

Es precioso observar, que estos hombres, dedicados en general al estudio de la Palabra y la enseñanza, también se dispusieran a la labor práctica cuando esta fue necesaria. Suele pasar, que aquellos que se dedican a servir al Señor en el estudio, la predicación o en la enseñanza, muchas veces se sienten demasiado finos para una tarea práctica. Pero el que tiene alma de siervo, se involucra en lo que hiciera falta. Quizás no tenga tanta aptitud en el área, pero está la disposición.

Recuerdo muy bien a un alumno de instituto bíblico que se estaba capacitando para ser misionero, se quejaba porque lo habían puesto a cortar el pasto. Sus palabras fueron: “Yo vine a predicar el evangelio, no a cortar el pasto”. Aunque tenía capacidades extraordinarias en diferentes ministerios, terminó destruyendo su familia y testimonio, al punto que se fue completamente al mundo.

Pero volviendo a nuestra historia, vemos que todo el grupo estaba dispuesto a colaborar con la construcción. Nadie se creía algo especial para no dar una mano.

Tampoco se excusaron detrás de su falta de recursos. Eran pobres como demuestra el hacha prestada (v.5) y el hecho que no contrataron a constructores que les hicieran una nueva morada. Además, iban a levantar un rancho con madera en lugar de una construcción de piedras. Esto pone en evidencia que eran personas que tenían poco. Pero, nunca la falta de recursos debería convertirse en excusa para cuando Dios decide ampliar o extender una obra. La fe y la disposición a involucrarse son premiados por Dios.

C. La participación de todos

En el versículo 2 llama la atención que todos los verbos se encuentran en plural: “Vamos… tomemos… hagamos…habitemos”. Se dispusieron “cada uno” a participar de la obra.

Si queremos ver un crecimiento en nuestro servicio o iglesia, ésta debe ser la actitud correcta. Todos tienen que estar involucrados.

La actitud de servicio conjunto es muy animadora. La frase: “Vamos… y tomemos de allí cada uno una viga” (v.2), nos hace recordar como en el tiempo de Nehemías, todo el pueblo de Jerusalén, familias enteras, sacerdotes, ricos y pobres, hombres y mujeres, incluyendo los líderes, cada uno estuvo involucrado en la reedificación de los muros (Neh.3). La expresión que se repite continuamente es: “Junto a ellos restauró…”. Ahí encontramos otra clave para el avance de la obra y bendición de Dios – la unanimidad.

Si trasladamos estos conceptos a la iglesia, inmediatamente encontramos el paralelo. Cada creyente es animado a edificar sobre el fundamente que es Cristo (Ef.2:20,21) como “piedras vivas” (1P.2:5) para un templo espiritual. Cada uno tiene la responsabilidad de analizar como sobreedifica (1Co.3:10). Dependiendo de ello también habrá recompensa y gloria para Cristo o la pérdida de la misma (1Co.3:11-15).

Ya el concepto de cuerpo con el cual Pablo presenta el uso de los dones (1Co.12), nos ilustra la necesidad de la participación de cada miembro.

Si queremos avanzar, si queremos crecer, cada miembro tiene que involucrar sus dones. Allí este organismo se vuelve dinámico y puede encaminarse en la dirección elegida por la cabeza que es Cristo. Como escribía el apóstol: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo… Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos…  Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1Co.12:12,14,27).

D. La participación del líder

En cuanto a la participación que tuvo Eliseo, podemos ver tres aristas muy necesarias para el avance de la obra:

1) Acción en sujeción al líder

Una actitud a imitar de este grupo de estudiantes es el pedido de permiso y el deseo de la participación de su líder. Primero le piden permiso y luego uno de ellos le pidió que los acompañara.

Muchas veces, la juventud en su pasión e idealismo, se deja arrastrar a acciones precipitadas, y sin consejo o participación de los líderes. Aunque la idea y el proyecto puedan ser muy loables, a veces la ejecución precipitada y falta de aprobación de los mayores, destruye la iniciativa. Aquí se destaca la humildad a la cual exhorta Pedro a los jóvenes: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1P.5:5,6).

Recordemos como la soberbia y el no aceptar el consejo de los mayores fue lo que produjo la división de Israel bajo el gobierno del joven Roboam (1R.12).

¡Qué diferente la actitud de estos estudiantes de las Escrituras! Ellos querían contar con la presencia sabia y espiritual de su líder, aunque se tratara de un proyecto de construcción. ¡Menos mal que lo hicieron de esta forma! Fue para su bendición y ejemplo hasta nuestros tiempos.

2) Acción proactiva del líder

Por otro lado, podemos señalar la cooperación del líder. Eliseo les dio su aprobación para el proyecto. Les dijo: “Andad”. Él no coartó sus proyectos, sino que se dio cuenta de lo lógico y necesario que era para la extensión de la obra y los apoyó en ello.

¡Cuántas veces líderes celosos o pasivos han apagado el fuego del servicio en los jóvenes, simplemente porque la idea no se les ocurrió a ellos o porque sentían amenazado su influencia por el crecimiento de los más jóvenes! La historia de las iglesias se encuentra repleta de actitudes dañinas de parte de sus líderes ahogando el entusiasmo y disposición de los más jóvenes. En muchos lugares se encuentran líderes con filosofía de Diótrefes que impiden el desarrollo y la comunión (3Jn.9,10).

Cada líder, sí, cada iglesia, debería tener como visión y oración la orden del Señor: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt.9:38).

3) Participación directa del líder

Estos hombres no sólo pidieron permiso para realizar la obra, sino buscaron la participación del profeta. Esto realmente es una petición pocas veces vista. Muchas veces se prefiere actuar en la mayor independencia y cuánto más lejos posible de los ojos del liderazgo. Ahora bien, cuando lo invitaron a ir con ellos, Eliseo dijo: “Yo iré”. Y luego “Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera”. Aunque Eliseo ya no era de los más jóvenes, allí estaba participando en el proyecto cortando madera para el nuevo lugar de habitación y reunión. Él también blandió el hacha (v.6). Seguramente su experiencia de labrador en sus años jóvenes en Abel-mehola (1R.19:19), también sería de gran utilidad en este proyecto.

Esto también es un excelente ejemplo para los líderes de iglesias y ministerios en la actualidad. ¡Cuántas veces envían a los suyos a las diferentes tareas, pero no los acompañan! Lógicamente no pueden estar en todo, pero qué bendición es cuando participan, o al menos de vez en cuando acompañan en las diferentes obras. Los ancianos de las iglesias, también se conocen por “sobreveedores”, pues son los que tienen una mirada de atención conociendo cada área, cada participante y, sobre todo, indicando la dirección en la cual tiene que ir la iglesia o ministerio. Ahora bien, esto debería ser así con mucha más razón cuando se emprende una nueva actividad. Sin lugar a duda se sigue cumpliendo: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! …Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”. (Sl.133:1,3b). Que esto pueda ser realidad también en nuestro ministerio, en nuestra iglesia, allí donde Dios nos ha puesto. Un servicio en conjunto. Líderes con jóvenes, cada uno aplicando sus dones y talentos en el servicio a Dios. Oremos por ello. Amén.

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