El llamado de Eliseo (57ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Nuestra lucha contra enemigos visibles y sobre todo invisibles es absolutamente real. El creyente espiritual toma dimensión de las fuerzas espirituales de maldad, pero, sobre todo, tiene presente que con él hay más que con ellos, porque confía en el “Rey de reyes y Señor de señores”.


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PE2960 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (57ª parte)



Servidores angelicales

En 2ª Reyes 6 encontramos una historia de intervención angelical como pocas otras. Después que el rey de Siria mandara a su ejército a prender al profeta Eliseo porque éste siempre le avisaba al rey de Israel sus maléficas intenciones sucedió que: “Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

Estamos frente a una de estas historias extraordinarias de la Biblia que quedan en la memoria. Desde chico ésta me fascinaba de una forma especial. Los atrapados pueden liberarse y todavía darse el lujo de vencer completamente la fuerza enemiga. Esto no se da ni en las mejores producciones de Hollywood.

Veamos lo que sucedió. Después del llamado angustiado del siervo de Eliseo y la respuesta tranquilizante del profeta, este continúa diciendo: “porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.” Frente a los ojos del siervo, había un conflicto de fuerzas tremendamente desequilibrado. Eran un “gran ejército” contra solo dos. No había posibilidad de mandar un mensaje al rey de Israel pidiendo refuerzos y tampoco había oportunidad de escabullirse, porque la ciudad estaba completamente rodeada. El criado se podría preguntar, de dónde saldrían los que eran más que el enemigo. Pero no tuvo que esperar mucho para conocer a este ejército tan superior al sirio. “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. De repente el criado vio una realidad que sólo unos pocos personajes bíblicos tuvieron oportunidad de observar.

La realidad de la actividad angélica es sobrecogedora. Si pensamos en los “carros de fuego”, enseguida lo asociamos a los que vio Eliseo llevar al cielo a su antecesor, el profeta Elías (2:11,12). Eliseo, este hombre con llenura del Espíritu vivía en absoluta confianza al Dios a quién servía. No había huestes enemigas, reyes o poderes que le pudieran hacer algo, si Dios no lo permitía.

Allí encontramos una de las historias maravillosas de la actividad angelical. Nosotros sabemos acerca de la realidad y actividad de estos seres tan especiales. Es de lo que el escritor a los hebreos dice: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hb.1:14). Realmente es impresionante lo que se desarrolla a nivel espiritual en el conflicto de creyentes y el enemigo. La conocida advertencia de Pablo no ha perdido su actualidad: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef.6:12).

Nuestra lucha contra enemigos visibles y sobre todo invisibles es absolutamente real. El creyente espiritual toma dimensión de las fuerzas espirituales de maldad, pero, sobre todo, tiene presente que con él hay más que con ellos, porque confía en el “Rey de reyes y Señor de señores”.

Cuando uno lee acerca de la presencia y acción de los seres angelicales en el pasado, se podría preguntar, si esto sigue vigente hoy en día. A esto podemos responder afirmativamente. Obviamente nos alcanza con la promesa del Señor de estar con nosotros cada día (Mt.28:20). Pero el Señor se sirve en muchos casos de estos seres.

Son muchas las historias, sobre todo, de siervos de Dios que llevaban el evangelio a regiones apartadas y pueblos enemigos del mensaje divino los pudieron experimentar.

A un misionero alemán que servía en Sumatra, se le acercó un hombre de su iglesia pidiendo: “Tuan, ¿me puedes mostrar tus guardaespaldas?” “¿Mis guardaespaldas? Yo no tengo guardaespaldas” respondió el misionero. El hombre permaneció firme en su afirmación y que éstos estaban escondidos en algún lugar de la casa. Él buscó en toda la casa sin encontrar a nadie. Ahí el misionero le preguntó cómo había llegado a esta idea que tuviera estos vigilantes. “Sí, Tuan, esto te quiero contar” contestó el hombre. “Aquella vez que predicaste de una forma tan dura, se armó un complot con la decisión de matarte. Se eligió a un hombre especialmente valiente para entrar a tu casa y asesinarte. Pero él volvió con muestras de gran miedo contando que cuando se acercó a tu casa, la encontró rodeada de una muralla de hombres hombro junto a hombro con espadas relucientes. Nosotros pensamos que sólo hablaba así para ocultar su cobardía. A la noche siguiente se fue una tropa de personas para asesinarte. Pero he aquí, cuando se acercaron a tu casa, la encontraron rodeada de estos hombres con las espadas relucientes. Ahí se tuvieron que regresar”. Al misionero se le abrieron los ojos y comprendió la realidad de la presencia y cuidado angelical.

De estas historias hay muchas. Personalmente creo que haber experimentado el cuidado del Señor por medio de Sus ángeles en muchas circunstancias. Realmente es un privilegio ser un hijo de Dios. Tenemos un Buen Pastor que cuida con mucha ternura de sus ovejitas. Obviamente, esto no significa que no podamos tener accidentes, ser perseguidos y hasta asesinados por causa de Cristo. Pero el creyente es intocable, hasta que Dios lo decida de otra forma. Tengamos presente siempre que, a pesar de cualquier ataque del enemigo, “más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Confiemos en el Señor. Esperemos todo del Señor. Dios te bendiga.

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