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Autor: Esteban Beitze

Además del mensaje de esperanza, podemos observar también la calma que el profeta manifiesta, a pesar de la amenaza de muerte a la cual estaba expuesto. ¿De dónde se saca esta paz en medio de la adversidad? Él se sabía seguro en la presencia de Dios. Esto sólo se logra por estar en la presencia de Dios y absolutamente confiado en Él, en Su plan y soberanía.


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PE2968 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (65ª parte)



PROTAGONISTAS INESPERADOS

A veces sucede, que las personas menos imaginadas se vuelvan protagonistas de grandes eventos. Esto lo hace sobre todo Dios.

Muchos conocen la historia de Gladys Aylward, conocida como la pequeña mujer de la China. Muy joven se convirtió en una trabajadora doméstica. Ella tuvo el llamado de ser misionera en China, pero cuando se presentó a la misión que enviaba misioneros que iban al país asiático, la rechazaron por su mal rendimiento académico y su dificultad para aprender la lengua y las tradiciones chinas. No dejándose abatir por la situación, comenzó a trabajar de criada en la casa de un exfuncionario británico que había prestado servicio en tierras orientales, fue el mismo quien le proveyó a Gladys todo tipo de documentación, libros, y objetos traídos de China, que sirvieron de gran manera en la preparación de la futura misionera. El 15 de octubre de 1930, habiendo ahorrado todo el dinero que recibió por sus labores domésticas, partió en tren desde la terminal de Londres hacia China, representando su viaje un gran peligro, ya que ese mismo año estalló la guerra entre Rusia y China. Pasó situaciones muy peligrosas, pero luego pudo llegar a la China donde sirvió al Señor por 20 años. Dios la utilizó en forma inimaginable.

En nuestro estudio sobre la vida del profeta Eliseo hemos llegado al capítulo 7. El contexto de nuestra historia empieza en el escenario más desesperanzador que se pueda imaginar. La ciudad de Samaria estaba sitiada por los sirios. Tal fue la calamidad por el hambre ocasionada, que la gente se comía el estiércol de las palomas y la cabeza de un burro, un animal impuro, pagando caro por ello. Pero lo peor era que, incluso se llegó al canibalismo. Las madres se comían sus propios bebés (2R.6:24-30). ¡Da escalofríos el sólo pensar en esta terrible realidad! Es evidente, que cuando el ser humano entra en desesperación, es fácil de pasarse de cualquier límite.

En una situación tan desesperante, ¿de dónde vendría la ayuda? ¿De dónde conseguirían un ejército lo suficientemente grande para combatir y hasta vencer a este enemigo? ¿Quién sería tan poderoso para poder hacerles frente? ¿Tendría el rey de Israel el poder y las influencias suficientes? Y luego, ¿de dónde se conseguiría suficiente comida para palear la hambruna que estaba haciendo tremendos estragos? No había nada de ello. El mismo rey demostró su incapacidad y desesperación rasgando sus ropas y vestirse de cilicio (2R.6:30).

Pero la situación también era desesperante para el mismo profeta Eliseo. El rey había enviado por él, y luego también fue personalmente para decapitar a Eliseo, a quién consideraba como culpable de esta calamidad (6:31-33).

INFORME ESPERANZADOR

En medio de esta situación desesperante, el profeta de Dios es impulsado por Dios a dar un mensaje de gran esperanza en 2ª Reyes 7: “Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria”. Recordemos que la cabeza de un burro costaba casi un quilo de plata, y medio litro de estiércol de paloma unos 57 gramos de plata. Pero ahora según el anticipo del profeta de Dios, una medida de 8 litros de harina de trigo al igual que 16 litros de cebada costaría solamente 11,4 gramos de plata. ¿Cómo se daría este milagro?

El mensaje de Eliseo es absolutamente sencillo, pero también poderoso: “…Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová…”. Dos veces manifiesta, que el mensaje que daría a continuación era un mensaje divino. Él sólo fue el canal, el vocero, pero el mensaje venía de Dios mismo. No se exalta a sí mismo, ni lo pone como un mensaje que se le ocurrió a él. Era el mensaje de Dios y él simplemente era el vocero. El mayor honor que puede tener un siervo de Dios es ser usado por Él para transmitir Su mensaje, o sea el mensaje del Señor.

¡Qué enseñanza también para los que de alguna forma predicamos o enseñamos la Palabra de Dios! No somos nosotros los importantes, sino Dios. No son nuestras palabras, sino las de Dios las que valen. De hecho, Pedro exhorta: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1P.4:11). El vocero no puede quitar nada del mensaje ni añadirle nada tampoco. Lo tiene que transmitir tal cual lo ha recibido. En las Escrituras existen preciosas promesas las cuales podemos compartir con las personas. Generalmente las aceptan gustosas. Pero también existen serias advertencias, las cuales no tienen tanta popularidad. Pero el fiel vocero, transmite la una como la otra.

Hoy en día, algunos hablan del seguir a Cristo como si todo fuera color de rosa, que tendrían prosperidad y salud duradera y que se le solucionarían todos los problemas. Pero el tomar la cruz y seguir a Jesús, conlleva sacrificio, incluso la disposición de poner la vida en el altar de Dios. Eliseo, a pesar de estar pasando por la hambruna y también estaba en peligro de ser decapitado, permaneció fiel a Dios.

Seguramente con mucha alegría trasmitió el mensaje que el hambre en la ciudad llegaría a su fin. Y cuando tuvo que transmitir el mensaje de juicio contra el príncipe incrédulo, no dudó en hacerlo (v.2). De la misma forma, a nosotros nos toca mostrar el amor de Dios, pero también su santidad y justicia. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt.11:28), pero también dijo: “…el que no cree, ya ha sido condenado…” (Jn.3:18). Tenemos que trasmitir las dos aristas del mensaje divino. Además del mensaje de esperanza, podemos observar también la calma que el profeta manifiesta, a pesar de la amenaza de muerte a la cual estaba expuesto (2R.6:32). El rey venía para decapitarlo, y él, a pesar de saberlo, estaba completamente tranquilo en medio de los ancianos. Como si nada pasara, le declara la buena noticia al rey.

¿De dónde se saca esta paz en medio de la adversidad? Él se sabía seguro con la presencia de Dios. ¿De dónde sacó Pedro la paz para poder dormir a pesar de estar encarcelado, encadenado a soldados, sabiendo que a la mañana lo iban a ejecutar? Esto sólo se logra por estar en la presencia de Dios y absolutamente confiado en Él, en Su plan y soberanía. Tengamos presente esta realidad en nuestra vida. Sigamos confiando en el Señor, aun cuando las situaciones no se presenten como imaginábamos. Sigamos confiando en el Dios que tiene todo bajo su control. Dios te bendiga.

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