El Plan de Cristo para la Iglesia – III (3ª parte)

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Autor: William MacDonald

La asamblea en el Nuevo Testamento, un tema que está muy en el corazón de Dios y ciertamente es de suma importancia para el Señor Jesucristo. Hemos visto que Cristo es la Cabeza de la Iglesia. Los creyentes somos miembros de Su cuerpo. Todos tenemos dones. Y ahora queremos resaltar que todos los creyentes son sacerdotes. Sacerdotes santos. Sacerdotes reales.


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PE2305 – Estudio Bíblico
El Plan de Cristo para la Iglesia – III (3ª parte)



Estimados amigos y hermanos, hemos dicho que existe el peligro de que la gente se reúna alrededor de un hombre en vez del Señor Jesús en el sistema clerical. El Señor Jesús es el centro de reunión de Su pueblo, y ésa es una gran verdad. Él está en todas partes. Pero, está allí en una forma especial cuando se reúnen en Su nombre. La presencia del Señor Jesús es una tremenda motivación para la regularidad en las reuniones de la asamblea.

Hemos visto, también, que ninguna persona tiene la habilidad de proveer la diversidad de enseñanza que el Espíritu Santo puede traer a través de un grupo de personas. Eso es muy importante.

Mis primeras memorias me llevan a lecturas bíblicas conversacionales, cuando los santos estudiaban sus Biblias y se reunían. Por ejemplo, comenzaban con el libro de Isaías, y compartían pensamientos que habían recibido del Señor. Realmente, no hay nada que se asemeje a la libertad de hablar y compartir dichas cosas.

El sistema clerical atrofia el desarrollo de los dones en la iglesia. Les digo esto a nuestros jovencitos en las reuniones: “En una asamblea tienen la oportunidad de ejercitar sus dones, cosa que no podrían hacer en las iglesias promedio”. ¡Piense en eso! Uno puede llegar a ser un “calientabancas” en muchas iglesias hoy en día. Sólo cumpla sus responsabilidades allí y siga por su camino.

El sistema clerical obstaculiza el evangelismo mundial. James Stewart dijo: “El mundo nunca será evangelizado en la manera en que Dios lo pensó mientras exista un sistema clerical”.

Las siguientes son frases de algunos hombres que estaban de acuerdo en que el sistema clerical era erróneo. Puede que usted tenga un comentario de Alexander MacLaren, quien dijo: “No puedo dejar de pensar que el sistema actual de confinar la enseñanza pública de la iglesia a una clase oficial le ha hecho daño. ¿Por qué es que siempre debe hablar el mismo hombre, y cientos de personas que pueden enseñar se quedan sentadas y escuchan, o fingen escuchar?”

Puede que usted haya leído Conociendo a Dios de James Packer. Él dijo: “Con clericalismo me refiero a esa combinación entre la conspiración y la tiranía, en la cual el ministro dice, y la congregación está de acuerdo, que todo ministerio espiritual es su responsabilidad y no la de ellos, una noción que como principio es vergonzoso, y en la práctica apaga el Espíritu”. Observe que no fui yo quien escribió eso. Fue James Packer.

John Stott, un clérigo anglicano dijo: “¿Qué tipo de modelo de iglesia, entonces, deberíamos tener en nuestra mente? El modelo tradicional es el de una pirámide, en la cual el pastor está colocado precariamente en el pináculo, como un pequeño papa de su propia iglesia, mientras que los laicos están por debajo de él en una serie de rangos inferiores. Es una imagen totalmente antibíblica, porque el Nuevo Testamento no refleja a un pastor único con un rebaño dócil, sino una supervisión plural y un ministerio de todos los miembros”.

Donald Gray Barnhouse, antiguo pastor de la Décima Iglesia Presbiteriana en Filadelfia, dijo: “Al culminar el primer siglo, había un partido dentro de la organización eclesiástica que ganó la victoria sobre la laicidad, exaltándose a sí mismo a un lugar de dominio, pese a que Pedro había advertido contra esto. Como se ve en la carta a la iglesia en Éfeso, en el segundo capítulo del libro de Apocalipsis, en el primer siglo hubo un grupo llamado “nicolaítas” quienes, como su nombre griego lo indica, habían obtenido la supremacía sobre los laicos. Allí queda establecido que el Dios Todopoderoso aborrece las obras de aquéllos que abogan a favor e imponen el gobernar sobre los demás en el cuerpo de Cristo”.

Leighton Ford, el cuñado de Billy Graham dice: “Todo nuestro vocabulario sobre las actividades eclesiásticas cambiaría si comenzáramos a tomar seriamente el patrón del Nuevo Testamento. Como dijo Richard Halverson, cuando preguntamos, ‘¿Cuántos ministros tiene tu iglesia?’ la respuesta tradicional es uno, o dos, o cinco, dependiendo de cuántas personas reciban su salario de la misma, pero la verdadera respuesta debería ser doscientos, o dos mil, dependiendo de qué tan alta sea la membresía. Todo creyente es un ministro”. Puede que piense que eso lo escribió alguien dentro de su asamblea. Pero no fue escrito por ellos. Fue escrito por Leighton Ford. Él dice: “la iglesia que limita su evangelismo al depender de especialistas, pastores o evangelistas para poder testificar, vive en forma contraria tanto a la intención de su Cabeza, como al patrón consistente de los primeros creyentes”.

Stanley Jones fue ministro y misionero metodista en la India por muchos años. Él habló mucho sobre este tema y dijo que: “La iglesia en Antioquía fue fundada por laicos, llevada adelante por laicos, y esparcida por todo el mundo por laicos. Eso es importante para la reconstrucción de la iglesia de hoy día. El siguiente gran despertar espiritual vendrá de los laicos. Hasta la fecha, el centro de gravedad era el ministro. Pero ahora el centro de gravedad pasó a los laicos. Nosotros que somos ministros, misioneros y evangelistas, nunca habremos de ganar al mundo. Somos muy pocos como para hacerlo. Y si pudiéramos hacerlo, no sería bueno, ya que quitaríamos de los laicos ese crecimiento y desarrollo espiritual que viene cuando uno comparte la fe. Pero nunca lograríamos que los laicos asuman la responsabilidad del movimiento cristiano y su esparcimiento diciendo: ‘Vengan y ayuden al pastor.’ Pensarían para sí, o aún lo expresarían: ‘¿Por qué deberíamos hacerlo? Ése es su trabajo. Le pagamos para que lo haga.’”

Jones dijo: “La estructura de la Iglesia en general tiende a producir anónimos. La congregación, supuestamente, debe permanecer en silencio y ser receptiva, mientras que el pastor debe ser quien habla y muestra acción. Eso produce, por dicha estructura, muchos espectadores. Por su naturaleza esto produce gente recesiva, con un crecimiento deforme, que no contribuye y que es parásita. Hombres y mujeres que durante la semana influyen en la opinión de muchos, o dirigen grandes empresas o destinos, se supone que sean pasivos el domingo, y que les guste serlo. Tienen poca responsabilidad, y por lo tanto poca respuesta, excepto decir: ‘Disfruté su sermón’. Tienen poco para hacer, y por consiguiente hacen muy poco”.

Jones continúa: “Los laicos en general han estado en la tribuna como espectadores, y el clero ha estado en el campo jugando el partido. Si el clérigo anota un gol o logra un punto lo aplauden y dicen: ‘¡Bien hecho, pastor! ¡Deseo que se quede!’ Esto debe cambiar. Los laicos deben bajar de la tribuna, dejar de ser espectadores, e ingresar al campo como jugadores; y los clérigos deben salir del campo y estar al costado como directores técnicos del equipo. Los clérigos deben ser los guías, los que estimulen, los que espiritualicen un movimiento que sea esencialmente laico. ¿Acaso es rebajarlos? Claro que no, es elevarlos, ya que es mejor ser director técnico que jugador. Es mejor hacer que diez personas trabajen que hacer el trabajo de diez personas”.

Usted se dará cuenta de que muchos de estos hombres usan las palabras ‘clero’ y ‘laico’. Por supuesto que esas palabras no se encuentran en el Nuevo Testamento, pero creo que saben a qué se refieren.

Brian Green dice: “El futuro del cristianismo y la evangelización del mundo descansa en las manos de hombres y mujeres comunes y corrientes, y no principalmente en aquéllos que tienen un ministerio cristiano profesional”.

Harnack dice que: “Cuando la iglesia ganó sus principales victorias en los primeros días del Imperio Romano, no lo hizo por medio de predicadores, maestros o apóstoles, sino por medio de misioneros informales”.

He aquí una cita de James Stewart: “Al mirar hacia la época apostólica, cada miembro de la asamblea local salía a ganar almas para Cristo por medio del contacto personal, y entonces traía estos bebés espirituales a las iglesias locales donde eran adoctrinados y fortalecidos en la fe del Redentor. Éstos, a la vez, salían y hacían lo mismo”.

Éstas no son citas de hombres provenientes de pequeñas asambleas neotestamentarias, como alguien puede pensar. Todos éstos eran hombres que estaban en el clero, y dijeron: “Ésta no es la forma en la que debemos proceder”.

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