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El Profeta Ezequiel

(3ª parte)

Autor: Samuel Rindlisbacher

Mientras el profeta Ezequiel estaba prisionero en Babilonia, los enemigos de Israel triunfaban, y él tuvo la desagradable tarea de anunciar el juicio futuro sobre su propio pueblo. Pero, su mirada profética llegó más allá del juicio, ya que vio, también, la futura gloria del pueblo de Dios. Escuchemos acerca de esto en este mensaje de Samuel Rindlisbacher.


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PE1771 – Estudio Bíblico
El Profeta Ezequiel (3ª parte)



¿Cómo están amigos? Continuamos ahora con este mensaje, hablando de: Israel y las naciones.

Los capítulos 25 al 32, del libro de Ezequiel, nos muestran la ira de Dios contra las naciones que no respetaron al pueblo de Israel. Aunque no deberíamos glorificarlo, porque Israel no es un pueblo santo. Se debe admitir que comete muchos errores. Pero, después de todo, sigue siendo el pueblo elegido de Dios, su primer amor, la niña de sus ojos. El profeta Zacarías se refiere al pueblo de Israel, de la siguiente manera, en el cap. 2, vers. 8:«Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.»Tenemos que ser conscientes que cada persona que ataca al pueblo Israel, ataca a Dios. La gente que lo hace, es juzgada por Dios de la siguiente manera:«Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa»,como dice en Jer. 30:16.

Tengamos en cuenta, también, las palabras de Ezequiel en el capítulo 36:5 al 7:«… por eso, así ha dicho Jehová el Señor: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las demás naciones, y contra todo Edom, que se disputaron mi tierra por heredad con alegría, de todo corazón y con enconamiento de ánimo, para que sus expulsados fuesen presa suya. Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones. Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: Yo he alzado mi mano, he jurado que las naciones que están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta.»Dios ve muy bien todo lo que está pasando hoy en día, el antisemitismo que surge cada vez más en nuestra sociedad. Tampoco ha olvidado Dios la persecución de los judíos, en el pasado oscuro que tuvieron que vivir. A la vez, es gracioso que el epicentro de la política mundial, hoy en día, sea una nación tan chiquita en el Medio Oriente, que apenas tiene una superficie de 22.145 km². “Todo es culpa de los judíos” – Así dicen las voces oscuras que resuenan alrededor del mundo, recordando tiempos pasados.

Una mirada a la historia del pueblo judío, afirma este prejuicio de una manera espantosa: Ya sea por Egipto, por Roma, bajo el imperio de los musulmanes, durante la época de las cruzadas, la inquisición, o el holocausto: Siempre los judíos fueron perseguidos, echados, discriminados y asesinados. Acerca de los problemas en Palestina, ya se ha encontrado al culpable también: Toda la ira y el odio de los pueblos se centra en los judíos. En estos días, ya a nadie le importa cuando el presidente de Irán declara públicamente que la nación de Israel debería desaparecer del mapa. Al contrario, nuestros políticos en Suiza, y en otras parte también, aun respetan a semejante persona. Una y otra vez, los enemigos del pueblo de Dios le niegan el derecho a su existencia.

Nada ha cambiado en todos estos siglos. Al igual que David hace muchos años expresó en el Salmo 120:7, Israel dice hoy en día: «Yo soy pacífico; mas ellos, así que hablo, me hacen guerra». Éste fue el motivo por el cual Israel le devolvió a Egipto la península del Sinaí, cuando estaba bajo el gobierno de Menachem Begin. Ehud Barak le ofreció un estado independiente, con autoridad palestina, en el Monte del Templo, pero el ex – presidente de los palestinos, Jassir Arafat, rechazó la oferta. En el 2005, Ariel Sharon ordenó el retiro completo de los israelitas de la franja de Gaza. Tuvieron que dejar atrás unas 21 comunidades, más toda una infraestructura en agricultura y tecnología con un valor millonario. Pero, tampoco se consiguió con este movimiento la paz tan deseada. Por el contrario, después del retiro de los israelitas, se quintuplicó el ataque balístico en la franja de Gaza. Por lo tanto, Israel se “atrevió” a defenderse. De esta manera, comenzaron las ofensivas desde Gaza en el 2009. Por un corto tiempo, hubo comprensión de la situación en el resto del mundo, pero, a medida que terminaba la ofensiva, nuevamente se levantaron acusaciones infundadas de crimen y de guerra contra Israel. Otra vez el mundo acusó a los judíos: ¡Todo es culpa de ellos! Ahora, Israel está haciendo concesiones nuevamente, cada vez es más probable que se llegue a una solución para formar dos estados. Pero, no nos olvidemos, dentro de todo esto, que quien toca a Israel, toca la niña del ojo de Dios (como leemos en Zac. 2:12).

En los cap. 33 al 48, vemos: La re- aceptación de Israel: Dios tiene una alta meta. Ezequiel, en el cap. 36, lo describe de esta manera: «Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.» El nombre de Dios debe ser enaltecido. Su nombre debe ser santificado entre las naciones. Viendo al pueblo de Israel, los gentiles (o las naciones) reconocerán que Dios es real.

Ezequiel describe paso a paso cómo es que el proceso de este reconocimiento se llevará a cabo. La santidad de Dios se demuestra en el hecho de que se cumplan su Palabra y sus promesas; que Dios esté redimiendo el pacto que hizo con Abraham: «yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país». El retorno de los judíos a su tierra es una señal divina de gran importancia. Dios es el Señor, cumple su palabra, y no ha olvidado ni rechazado a su pueblo.

Precisamente por los hechos con Israel, es que las naciones deben reconocer la existencia y la realidad de Dios. Llegará el día en que se cumplirá lo que dice Fil. 2:10 y 11, y que es lo siguiente:«… que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre».

De esto, surge una pregunta inevitable para nuestra vida personal: ¿Qué hacemos nosotros, usted y yo, con nuestro conocimiento del Dios vivo? En Hebreos 3:15 leemos una exhortación muy conocida: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.» ¡Dele hoy mismo una respuesta a Dios, quien está hablando a su corazón! ¡El Señor le bendiga!

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