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Titulo: “El Secreto de la Adoración” 4/4
 

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1098

¿Sabe usted cuál es el secreto que acompaña a la adoración? No se pierda este último programa de una serie de Wim Malgo, en la voz de Herman Hartwich.


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«El Secreto de la Adoración» 4/4

Estimado amigo en el pasado programa hablamos acerca de la entrega, y de esta entrega el Señor ya le habló a Israel por Moisés: «Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros… Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré» (Exodo 20:22,24). En otras palabras: si me traes tus sacrificios de holocausto y agradecimiento y realmente sacrificas, «vendré a ti y te bendeciré». Si El está presente queda resuelta la cuestión de la adoración. Ven, pues, en Espíritu y en verdad a la cruz de Jesús. Allí Dios, en Su gracia, se inclina hacia ti y tú te apresurarás a adorarle.

La tragedia de Israel antaño fue que, al principio, caminaban por este camino de la adoración cuando Moisés les anunció: «Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de la casa de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. entonces el pueblo se inclinó y adoró». (Exodo 12:26-27). Adoraron a Dios, pero solo teóricamente. Reaccionaron correctamente, pero no procedió de una auténtica entrega interior. Fue una adoración exterior sin rendición interior, de modo que el Nuevo Testamento observa respecto a ellos: «pero no les aprovechó el oír de la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron». A nosotros la palabra de la predicación tampoco nos aprovecha si no la practicamos por obediencia de fe. La palabra del Señor acerca del sacrificio de Isaac no hubiera tenido eficacia si Abraham se hubiera contentado con decir: «Heme aquí» y luego hubiera vuelto al orden del día. Tampoco tú penetrarás en esta impresionante adoración espiritual capaz de ensanchar tu corazón si no traes el sacrificio que el Señor exige de ti.

En la cruz del Gólgota el Señor estableció un altar. Sobre él, Jesús se sacrificó a sí mismo a Dios por el Espíritu eterno; lo hizo por ti y por mí. Y allí dice: «vendré a ti y te bendeciré». Por eso es necesario que te acerques a ese altar que es el Gólgota. Y no solo yendo a la cruz sino estando también en la cruz, te sacrificarás a ti mismo en El. Le entregarás tu todo. Y el Señor te mostrará también qué reservas tenías ante El y en qué campo de tu vida aún eres avaro. ¿Cómo puedes adorarle a Él si tú (por decirlo de un modo grosero) estás sentado sobre tu dinero y eres avaro?. ¿Qué holocausto y qué sacrificio de gratitud exige el Señor de tí?. No cantes tan apresuradamente «Te adoro» si reservas cosas ante El. ¿Qué aprovechan todas las oraciones en tu vida si no le das al Señor aquello que El exige de ti?. Por eso, carece de poder tu oración, porque no das. Entonces, no te demores más, entrégate completamente a El.

Ahora bien querido amigo, veamos el secreto que acompaña a la adoración.

De ese secreto podemos leer en Salmo 110:3: «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad». Esta «hermosura de la santidad» comprueba la autenticidad de tu disposición de sacrificar. En la vida de Abraham, este adorno de la hermosura de la santidad consistió en que, por amor al Señor ya había renunciado a su hijo, a pesar de que Isaac aún caminaba a su lado.

«Hermosura de santidad» es una expresión visible de tu disposición de sacrificarlo todo al Señor. Significa andar vestido del sentir de Jesucristo. Por algo justamente, esta hermosura de la santidad se menciona repetidas veces con referencia a la adoración. En este contexto, tres pasajes de la Sagrada Escritura: 

«Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrenda, y venid delante de él; postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad» (I Crónicas 16:29).

«Dad a Jehová la gloria debida a su nombre. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad»

«Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos, dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus atrios. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de EL, toda la tierra» (Salmos 96:7-9).

¿No quieres pasar ahora de tu falta de santidad, de las apariencias a la esencia?. El Señor no te obliga a hacerlo, pero espera tu sacrificio voluntario, el despojarte de tu anterior vida pecaminosa, de tu santidad aparente. Dándole todo, El te da todo también: Su adorno santo, Su maravillosa justicia. Y El se inclinará también hacia ti como lo hizo en la vida de Moisés, acerca de quien está escrito: «Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová…Y Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró» (Éxodo 34:5,8).

Y, he aquí, mediante este mensaje de Su palabra El descendió ahora a tu miseria, a tu desánimo y a tu necesidad. Moisés no hizo largas consideraciones. Al contrario: «apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró». Este fue el comienzo del perdón para todo el pueblo de Israel. Dios les perdonó su adoración de un Dios equivocado. Y quiere perdonarte también a ti completa y totalmente, de modo que le puedas adorar nuevamente- o por vez primera- en la hermosura de la santidad. El te espera. Por eso, arrodíllate ahora e inclina todo tu corazón hacia El, y dale la respuesta a Su claro hablar.

Será hasta la próxima!

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