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Autor: Marcel Malgo

Un estudio detallado sobre las principales enseñanzas del emblemático Salmo 23.


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PE2438 – Estudio Bíblico
El Señor es mi pastor (5ª parte)


 


Amigos, llegando al versículo 4 del Salmo 23 nos encontramos con un texto muy conocido: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Ahora, la pregunta es: ¿por qué no tienen que temer mal alguno, aunque anden en el valle de sombra de muerte, las personas que, mediante el nuevo nacimiento, pertenecen al Señor Jesús? La respuesta es muy sencilla, pero a la vez hermosa, y es que el Buen Pastor está con ellos, y Su presencia les da consuelo.

Para comprender esto mejor es necesario preguntarnos qué es el “valle de sombra de muerte” por el que muchas veces los hijos de Dios tienen que andar. En el Salmo 34 el salmista dice: “Muchas son las aflicciones del justo”, pero en el 94 confiesa: “En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Los creyentes del Nuevo Testamento eran absolutamente concientes del hecho de que los hijos de Dios tienen que sufrir. En Hechos 14 leemos, por ejemplo: “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, (Pablo y Bernabé) volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. No es que de vez en cuando les sobrevengan, por casualidad, algunos sufrimientos a los hijos de Dios. ¡No! Detrás de las dificultades está el plan del Señor, que ha puesto a Sus hijos para esto. La Carta a los Romanos, en el capítulo 8 verso 17, nos explica una de las razones: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él”. Los sufrimientos del cristiano tienen que ver con su herencia: Ya que somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”, no estamos libres de sufrimientos. Este profundo misterio no lo podemos explicar de una manera satisfactoria con nuestra razón humana. Pero tampoco debemos querer explicar todo lo que tiene que ver con nuestro gran Dios. Es mejor que aceptemos Su actuar en nuestra vida, aunque no lo comprendamos: ¡Él no comete ningún error! Con el paso del tiempo vamos comprendiendo que el sufrimiento por causa de Dios esconde grandes bendiciones. Esto lo plantea el texto de Romanos 8:17, que recién mencionamos, enseñándonos que los cristianos renacidos son llamados a sufrir, pero luego también a ser glorificados: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. Justamente este versículo, nos revela que el sufrimiento por causa de Cristo trae grandes bendiciones espirituales. Por eso, todos los que se dejan guiar por el Buen Pastor no deben temer ningún mal, aún cuando tengan que caminar por el valle de sombra de muerte.

Lo más importante en este punto, amigo, es que si como hijo de Dios tiene que caminar por el valle oscuro, no necesita pedir con pánico al Señor que venga a estar a tu lado, pues Él ya está con usted, también en la tristeza y en el sufrimiento: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”, dice el Salmo. Dondequiera que un hijo de Dios se encuentre, el Señor Jesús siempre está con él. Lo dice también el Salmo 139: “No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos”. Cuando andamos por el “valle de sombra de muerte”, lo importante es que estemos completamente concientes de la presencia del Buen Pastor. No tenemos que orar que Él venga hacia nosotros, sino luchar en oración para que seamos completamente concientes de Su presencia y podamos gozarnos en ella. Lamentablemente, cuando estamos luchando con los problemas de la vida diaria y nos toca pasar por el valle oscuro, nos olvidamos fácilmente de su presencia y del hecho de que Él nos guía, aunque no lo sintamos. Seguramente conoces el sentimiento de sentirte abandonado por Dios y por los hombres. El Salmo 121:4 habla sobre esto: “¿Será que a veces el Señor duerme? ¡De ninguna manera! Sino que está escrito: He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. El Buen Pastor siempre está presente y nos cuida, aunque no lo notemos ni lo sintamos.

También es bueno, mi amigo, que usted sea conciente de la maravillosa omnisciencia de nuestro Dios. Aunque no sepamos de antemano cuándo y dónde comenzará en nuestra vida una etapa difícil que nos lleve por el “valle de sombre de muerte”, el Señor sí lo sabe. Él es el que planea su vida y la mía; ninguna persona está abandonada a su “suerte”. El Señor conoce hasta el último detalle de lo que nos encotraremos en el valle, aún antes de que nuestro camino nos lleve por allí. ¿No es esto un gran consuelo y una gran seguridad?

El siguiente relato que encontramos en Mateo 8 subraya esta verdad: Los discípulos de Jesús se encontraban en un barco sobre el lago de Genesaret, el cual estaba agitado por la tempestad, y les parecía que no iban a salir vivos de esa situación. “¿Dónde está el Señor Jesús? ”, se preguntaban. Pues al fin y al cabo, Él fue el primero que entró al barco, exponiéndolos a este peligro. “Entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron”, leemos en el relato bíblico. “Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca”. El Buen Pastor fue el primero en enfrentarse a esta tempestad, cuando Sus discípulos todavía ni siquiera sabían que se levantaría. Él les dijo: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”. ¿Cuál es la situación en su vida? ¿Tienes que someterse a una operación, tal vez muy pronto? El Buen Pastor ya conoce todos los detalles. ¿O quizás tiene por delante una conversación difícil, en la cual le da miedo pensar? No tema, pues Él está con usted y ya conoce cada palabra que será pronunciada. ¿No sabe cómo seguir adelante con los problemas familiares? ¡No tema! Pues Él, el Buen Pastor está viendo cada día, cada hora y cada minuto de su vida.

La ayuda del Señor nunca llega tarde, sino exactamente en el momento oportuno. Siempre es así. Esto lo vemos, por ejemplo, en Lucas 7: “Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores”. ¿Por qué el Señor Jesús recorrió a pie el trecho de Capernaúm hasta Naín, que son unos 35 kilómetros en línea recta? La respuesta es muy sencilla: Porque allí en Naín, una persona se encontraba en un oscuro valle de sombra de muerte. Esta viuda había quedado desamparada y necesitaba urgentemente Su ayuda. Seguramente era muy querida, pues había con ella mucha gente de la ciudad. Pero ¿de qué le servía toda esa gente, que seguramente tenía las mejores intenciones, pero no podían devolverle a su único hijo que había muerto? Eso solamente lo podía hacer el Hijo de Dios, cuyo corazón se deshizo en compasión viendo las lágrimas de la viuda. La Biblia nos cuenta que cuando el Señor la vio, “se compadeció de ella, y le dijo: No llores”. Esto aconteció cerca de la puerta de la ciudad de Naín. Si Jesús no hubiera llegado en ese mismo instante, habrían enterrado al único hijo de esa viuda en las afueras de la ciudad. Pero el Buen Pastor estuvo presente en el momento oportuno, leemos que “tocó el féretro… y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre”.

Puede ser que el valle en el cual se encuentra en este momento sea muy oscuro. Pero una cosa es cierta: El Buen Pastor está muy cerca de usted y hará que la ayuda llegue en el momento oportuno. Tome confiadamente para usted la siguiente promesa, que encontramos en 1 Corintios 10:13: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Las palabras de Jesús en Mateo 28:20, “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, no solamente nos indican el tiempo que el Señor estará con nosotros. Esta promesa quiere decir también que Él estará aunque el cielo y la tierra se destruyan. El salmista describió el poder de la mano protectora del Buen Pastor, de la siguiente manera en el Salmo 91: “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará”. De la misma manera, Él está ahora contigo en el valle oscuro; Él está ahora a tu lado y sostiene tu mano. Por eso, como dice el Salmo que estamos estudiando, ¡no tema ningún mal, amigo! Si cree esto, el valle oscuro por el cual tiene que andar en este momento, por más difícil que parezca, llegará a ser un lugar de bendición. El Salmo 84:5-7 nos explica este misterio: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion”. Parece imposible: un valle oscuro, un valle de lágrimas, que se convierte en fuente de bendición. Pero esto es posible si cree en la presencia y el poder del Buen Pastor en su vida. Él está con usted también en el valle oscuro. Es verdad que quizá le cueste salir de ese lugar difícil, pero la presencia del Buen Pastor será más fuerte que la más profunda oscuridad que pueda reinar allí.


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