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Autor: Esteban Beitze

Elías fue arrebatado. Nosotros, que vivimos en el tiempo final, también tenemos que vivir como vivió él. Por lo tanto, analicemos su ejemplo y tracemos el paralelo para nuestra vida hoy frente a la inminente venida de Cristo.


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PE2805- Estudio Bíblico
Elías: Arrebatado por Dios (26ª parte)



Arrebatado por Dios

¿Qué tal, queridos hermanos? Estamos llegando a la última historia del profeta Elías. Vamos a hablar acerca del arrebatamiento de este hombre de Dios. La historia la encontramos en 2ª Reyes 2, y vamos a observar en este y en los próximos programas una serie de características que tienen que ver con el arrebatamiento, aplicadas a nosotros. Vamos a leer, entonces 2ª Reyes 2:1-12. Allí dice: “Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el.

Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos…”.

Pasemos al los versículos 11 y 12: “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes”.

Éste es un relato fascinante. Sólo existen dos personas que fueron arrebatadas en el Antiguo Testamento. Una fue Enoc (Gn.5:24; Hb.11:5) y el otro es nuestro personaje, el profeta Elías. Yo me preguntaba, qué tenían en común estos hombres para que Dios decidiera arrebatarlos hacia el cielo sin que tuvieran que pasar por la experiencia de la muerte. De Enoc sabemos que “caminó con Dios”. Su vida fue vivida en fidelidad y para la gloria de Dios. Y en la vida de Elías podemos observar lo mismo. Ahora bien, ¿qué significado tiene esto para nosotros hoy? ¡Creo que muchísimo!

– En primer lugar, es un ejemplo para imitar. En 1ª Corintios 10:11 leemos: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Y en Santiago 5:10 se nos exhorta: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor”. O sea, hasta tenemos una orden específica de estudiar la vida de los profetas, ver su ministerio, su enseñanza, pero, sobre todo, también su vida. Y, lógicamente, no solo estudiarla, sino que también sacar aplicaciones para nosotros.

– Ahora, en segundo lugar, estamos viviendo en el tiempo en el cual la venida del Señor para buscar a los suyos podría darse en cualquier momento.  Entonces, si la vida de Elías nos fue dejada como ejemplo y, para colmo, fue arrebatado, nosotros, que vivimos en el tiempo final, donde Jesús puede volver en cualquier instante, también tenemos que vivir como vivió él. Por lo tanto, analicemos su ejemplo y tracemos el paralelo para nuestra vida hoy frente a la inminente venida de Cristo.

Nos podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si supiéramos que la venida de Cristo se dará dentro de un mes? Obviamente sabemos que nadie puede definir el momento de la venida de Cristo, nadie lo sabe, Jesús mismo lo dijo. Cualquiera que se atrevió a ponerle una fecha a la venida de Cristo se equivocó y trajo mucho descrédito al nombre del Señor, a la Iglesia, al testimonio de los creyentes. Ahora, simplemente es una suposición que bien se podría dar. Jesús podría venir dentro de un mes. De hecho, podría venir hoy. Frente a esta realidad, ¿Cómo sería nuestro actuar en estos pocos días que nos quedan? Trazando el paralelo a la vida de Elías, voy a procurar señalar nuestras responsabilidades. Las voy a dividir en 3 grupos que vamos a ir viendo en los siguientes programas: En primer lugar, la responsabilidad en lo personal en segundo lugar, la responsabilidad frente al prójimo y, en tercer lugar, la responsabilidad frente a Dios.

Empecemos con la primera, la responsabilidad en lo personal. Quisiera empezar con nuestra responsabilidad. Creo que la primera que tendríamos que destacar sería la santificación. Podemos afirmar que Elías realmente vivía una vida de santidad frente a Dios. Al presentarse a sí mismo en 1ª Reyes 17:1 él decía “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy”. Además, enfrentó con todo valor el pecado en el pueblo, como vemos en el llamado al avivamiento en 1ª Reyes 18:21. A su vez, demostró que tenía un gran celo por la santidad del Señor, como él mismo testifica en 1ª Reyes 19:10.

En varios pasajes relacionados con la venida del Señor, se nos exhorta a los creyentes a cuidar su santidad y crecer en la santificación. ¿Por qué será esto? Evidentemente, en la medida que nos acercamos al momento de la venida de Cristo a buscar a Su iglesia, y con esto al surgimiento del Anticristo, que se manifestará a continuación, el pecado se va haciendo cada vez más abierto, aceptado y practicado. La inmoralidad ya es moneda corriente, aun entre los creyentes. Por otro lado, la avaricia se ve como mérito y se practica en todos los escalafones de la sociedad. La maldad en toda forma se practica sin frenos. Vivimos en un mundo absolutamente decadente. Obviamente, el creyente también está expuesto a ello y se hace muy vulnerable porque su vieja naturaleza sigue estando. La pornografía es uno de los grandes flagelos entre muchos cristianos hoy en día. El amor al dinero, los rencores y amargura y tantas otras manifestaciones pecaminosas, se pueden observar de continuo en el pueblo de Dios.

Ahora bien, el parámetro al cual tenemos que aspirar es relacionado por Juan con la venida de Cristo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1Jn 3:2,3).

Si somos la novia de Cristo, obviamente querrá ver en nosotros la pureza y consagración a Él cuando venga. Jesús quiere “presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efe 5:27). Entonces, suponiendo que Jesucristo viniera a buscar a su iglesia dentro de, supongamos, un mes. ¿Cómo está nuestra vida? ¿Es comparable a un vestido blanco? ¿Es así como estamos esperando al Señor? Elías, en medio de una sociedad absolutamente corrupta, alejada de Dios, donde solo quedaron un par de miles que se mantuvieron fieles a Dios mientras los demás seguían la idolatría, marcada por la inmoralidad e injusticia social, Elías marcó la diferencia. Elías se mantuvo fiel. Elías guardó la santidad. Entonces, luchemos por la santidad, vivamos en ella. Pidamos ayuda al Señor y, si fuera necesario, también a algún hermano. Que Dios nos ayude a vivir como una novia digna frente a la eminente venida del amado. Amén.

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