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Autor: Esteban Beitze

Habiendo visto la importancia que Dios le da a la venida de Su Hijo, te pregunto, ¿vives teniendo en cuenta tu responsabilidad personal, frente al prójimo y frente al Señor? ¿Te encuentras listo si Cristo viniera hoy? Si la venida de Cristo se diera dentro de un mes? ¿Cómo sería nuestro actuar en estos pocos días que nos quedan?


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PE2808- Estudio Bíblico
Elías: La responsabilidad ante el Señor (29ª parte)



La responsabilidad ante el Señor

¿Qué tal, queridos hermanos? Estamos llegando al final del estudio de la vida del profeta Elías, y vamos a tratar una vez más lo que tiene que ver con su arrebatamiento y el paralelismo que nosotros estamos buscando encontrar con lo que debería ser la vida de cada creyente frente a la inminente venida de Cristo.

Leemos en 2ª Reyes 2:1-6: “Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el.

Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos…”.

Pasemos a los versículos 11 y 12: “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio”.

Entonces tenemos la historia del arrebatamiento de Elías, y hemos observado responsabilidades en lo personal; en cuanto a lo que debemos hacer ante la inminente venida de Cristo; responsabilidades frente al prójimo y, para terminar, quisiera resaltar las responsabilidades que tenemos frente al Señor, sabiendo que él viene pronto y basándonos en la vida de Elías.

Creo que la primera responsabilidad que tendríamos que señalar es el amor. Elías tenía un profundo celo por el Señor (1R.19:10), lo que lo llevó continuamente a obedecerle sin importar los costos o riesgos.

Viendo todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, lo que está haciendo y lo que tiene preparado para nosotros, lo primero que debería haber en cada uno de nosotros sería un profundo amor a Su persona. Pablo termina la primera carta a los corintios diciendo (1Co 16:22) “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. (o sean, consagrado para destrucción) El Señor viene (maranata)”. Y la manera de demostrar el amor al Señor es obedeciendo Sus mandamientos, como dijo Jesús en Juan 14:21) “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”.

La segunda responsabilidad frente al Señor es un servicio fiel. Elías se destacó en toda su historia por un servicio denodado y fiel. Continuamente lo observamos haciendo lo que Dios le pedía. El apóstol Pablo resume la vida cristiana con dos actividades: (1Ts 1:9,10) “…os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. El servicio debería ser la marca distintiva del creyente frente a la inminente venida de Cristo.

 Fue salvo por el Señor, tiene una serie de buenas obras que Dios preparó de antemano que hiciese, y además fue capacitado con dones por medio del Espíritu Santo para ello. Obviamente, lo que el Señor espera, es que cumpla con su función en este mundo. Si no lo hace está en falta. Los creyentes que no están involucrados en el servicio al Señor perdieron su objetivo de ser en este mundo.

Al concluir el precioso capítulo del tema de la resurrección corporal del creyente y el arrebatamiento en 1ª Corintios 15, Pablo exhorta (1Co.15:58): “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”. Y la promesa de Jesús en Apocalipsis 22:12 nos tendría que animar profundamente: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

Ojalá podamos llegar al final de nuestras vidas aquí en la tierra diciendo con el apóstol Pablo (2Ti 4:7,8): “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. ¿Amas la venida de Cristo? ¿Vives sirviéndole? Entonces podrás dar ese testimonio al final de tu existencia aquí en la Tierra.

La tercera responsabilidad frente a la inminente venida de Cristo es la confianza. Elías demostró una profunda confianza en cada guía del Señor. El Señor lo seguía guiando a cada lugar a donde tenía que ir (1R.17; 2R.2), e incluso, también, al enfrentar sus enemigos (1R.18). El hecho de tener presente que la venida del Señor está a las puertas, también nos llena de profunda confianza en un mundo con tantos problemas, necesidades, angustias y miedos. A pesar de muchos ataques de afuera podemos decir con Pablo (2Ti.1:12): “… yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.

Ahora, la venida de Cristo también nos tendría que llevar a la adoración. Elías buscaba que el pueblo adorara a Dios y él mismo así lo hacía (1R.18:37): “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos”.

Pero la cercanía de la pronta venida del Señor también nos tendría que llevar a la adoración. Jesús mismo al instituir la cena, esta reunión de recordación y adoración, la asoció con Su venida (1Co.11:26): “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”.

Y cuando estemos en la gloria celestial, nos uniremos a la adoración que dice (Ap.15:3,4) “…Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”. ¿Adoramos al Señor? Él está cerca y lo vamos a hacer por toda la eternidad. Entonces con cuánta más razón deberíamos estar adorando al Señor.

Una última responsabilidad frente a la inminente venida de Cristo es la expectativa. En todo el pasaje que leímos al principio podemos observar la expectativa que existía respecto al arrebatamiento de Elías. Su siervo Eliseo no se lo quería perder de ningún modo.

Entonces, cuando ponemos nuestra atención en el hecho de la pronta venida del Señor, toda nuestra vida tendría que estar marcada por una profunda y gozosa expectativa. ¿Será hoy? Así lo dice Pablo a Tito (Tit 2:13): “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”; o a los tesalonicenses (1Ts.1:10): “y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”.

Entonces, concluyendo, Habiendo visto la importancia que la Biblia y con esto Dios le da al tema de la venida de Su Hijo, te pregunto, querido oyente, ¿vives teniendo en cuenta tu responsabilidad personal, al prójimo y frente al Señor? ¿Te encuentras listo si Cristo viniera hoy? ¿Qué pasaría si supiéramos que la venida de Cristo se daría dentro de un mes? ¿Cómo sería nuestro actuar en estos pocos días que nos quedan?

Si al meditar este tema nos damos cuenta de que quizás haya cosas en nuestra vida que deberíamos cambiar o hasta quitar, ¡hagámoslo ahora! Pidamos perdón por aquello que no servía, también por los pecados de omisión, aquello que deberíamos estar haciendo y no se encuentra presente en nuestras vidas. Pero luego también, comprometámonos a vivir realmente en función de esta preciosa realidad. ¡Amemos Su venida! ¡Demostrémoslo!

Ahora, si frente a esta realidad tienes dudas en cuanto a si te irás con Él. O si, si tuvieras que morir hoy, no tienes paz para presentarte frente a tu juez. Entonces te pregunto: ¿ya aceptaste a Jesús como tu salvador? Si no lo has hecho, no dejes pasar esta oportunidad. ¡Hazlo ahora!

Que podamos unirnos a la última oración de la Biblia, después que Jesús dice (Ap.22:20,21): “… Ciertamente vengo en breve”; que podamos decir de todo corazón: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Maranata, Jesús viene. ¿Estás listo? Que Dios te bendiga.

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