El consuelo de la Cruz (1ª parte)
24 julio, 2022El consuelo de la Cruz (2ª parte)
30 julio, 2022Lucía Sexa de 20 años nos cuenta cómo enfrentó, junto con sus hermanos menores, la enfermedad de su padre en medio de la pandemia del Covid 19. No te pierdas de conocer su testimonio y los consejos que nos trae a partir de lo que aprendió en este tiempo difícil.
DESCARGARLO AQUÍ:
EA1087 – Entre Amigas –
Familia y un caso grave de Covid-19
Entrevista a Lucía Sexa
Victoria: Es un placer recibirlas nuevamente, queridas amigas. En el programa de hoy les traemos una entrevista con Lucía Sexa, que es hija de Christopher Sexa, a quien entrevistamos anteriormente hace unos meses. Él estuvo muy grave en CTI (Centro de Tratamiento Intensivo) a raíz de padecer la enfermedad del Covid-19. Hoy vamos a hablar con Lucía acerca de cómo lo vivió ella, cómo tuvo que hacerse cargo de sus hermanos y cómo atravesaron esta situación. Pero antes de escuchar a Lucía, vamos a escuchar brevemente lo que nos contaba Christopher para recordar su testimonio.
Victoria: Christopher, ¿qué tal? ¿Cómo estás?
Christopher: Es un gusto estar aquí Vito. (…) Lo más desalentador que pudo haber pasado fue que me sacaron entubado de la sala, de lo cual yo no me enteré porque se me produjo una desaturación, bajó mucho el oxígeno en sangre de un momento a otro e incluso las personas pensaban que yo estaba muerto. Me llevaron a CTI, a cuidados intensivos, con una maniobra que se llaman pronación, que son las maniobras que se le dan al cuerpo en su última instancia para ver si recupera. Se pone a la persona de costado, boca abajo, y así se va rotando. Yo ya entré directamente a la última maniobra, boca abajo, para que los pulmones no sean presionados y ver si lograba respirar mejor.
La forma en la que empezó todo esto, en ese 9 de abril. Mi esposa se volvió a casa, y en ese tiempo, al estar todos contagiados excepto mi hijo Thiago de 14 años, teníamos que hacer cuarentena, ellos tenían que hacer cuarentena en el domicilio. Esto fue todo tan de golpe y tan rápido que al otro día mi esposa, sin saber nada de mí porque yo no le contestaba el teléfono, ella me mandaba mensajes y yo no le contestaba, entonces es puso nerviosa. A las 11 de la mañana recibió una llamada telefónica donde la llama el médico, el jefe de CTI para decirle que, a partir de ahora, como ella no podía recibir los informes personalmente porque estaba contagiada, iban a ser telefónicamente. Entonces mi esposa puso el teléfono en altavoz para que recibieran la noticia en forma familiar, porque hasta ese momento no sabían ni de qué se trataba. El jefe les dijo que estaba en el CTI, que estaba muy grave y que no creía que iba a poder salir de eso, así que se tenían que ir haciendo la idea de que estaba muy, pero muy mal. Cuando ella recibió esa noticia se descompuso, se desmayó, mi hijo menor también, comenzaron a llorar porque no entendían nada de que cómo yo me había ido a controlar porque tenía fiebre y al otro día estaba con peligro de muerte, internado en el CTI, entubado. Entonces fue muy fuerte y muy de golpe.
Victoria: Escuchábamos a Christopher Sexa entonces, y ahora vamos a hablar con Lucía Sexa, que es la mayor de sus hermanos y que en esta ocasión viene a compartirnos de la situación que vivió. Te doy la bienvenida, Lucía ¿cómo estás?
Lucía: Hola, estoy bien muchas gracias.
Victoria: Bueno, vamos a irnos un poco antes, ¿recordás lo que pasaba en tu familia los días y semanas antes de que comenzara todo?
Lucía: Sí, estuve recordando qué estaba pasando. Previo al contagio, nosotros como familia estábamos alertas y cuidándonos porque sabíamos que alrededor teníamos muchos casos positivos de Covid, pero a la vez en el núcleo familiar nos comportábamos lo más normal posible, cada uno con sus actividades en la medida en la que se podían hacer, pero en general todo estaba marchando bien.
Victoria: Por lo que tengo entendido toda tu familia se contagió, ¿no? ¿Qué fue lo que pensaste o lo que pensaron cuando tu papá quedó en el sanatorio?
Lucía: Yo nunca pensé que iba a ser lo que terminó siendo. En realidad, él siempre tuvo problemas en sus riñones, con cálculos y todo eso, entonces cuando él fue al sanatorio al principio, hubo un error médico que fue que ellos estaban poniendo el foco en donde no era, y le habían mandado a hacer análisis en el riñón. Entonces pensé “bueno, son sus cálculos otra vez, es su riñón otra vez”. Nunca pensé que iba a ser lo que terminó pasando finalmente.
Victoria: ¿Recordás el momento en el que recibiste la noticia?
Lucía: Sí. Yo estaba con mi madre, ellos siempre llamaban a la esposa, y mi madre había recibido dos llamadas con poco tiempo de diferencia. Ella se estaba intentando comunicar con el celular de mi padre desde el día anterior y él le había mandado un mensaje en la noche y no le había respondido más. Entonces mi madre se preocupó y llamó ella a la sala y preguntar por él. Ahí le respondieron que él estaba bien, que no se preocupara, que capaz que se le había apagado el celular y por eso no le había respondido. Entonces se quedó más o menos, pero esperando alguna noticia. Luego la llamaron de nuevo y le avisaron que lo iban a pasar a CTI, él estaba en sala en ese momento. Él pasó a CTI, pero le dijeron que solo era porque había una máquina especial que necesitaban usar y que estaba en ese lugar, por eso lo tenían que llevar a CTI. Que no era tanta la gravedad, sino la máquina. A los 15 minutos más o menos suena el teléfono de vuelta y ella me pidió que la acompañara a escuchar la llamada. Fuimos a su cuarto, yo le estaba sosteniendo la mano a ella, y ahí dijeron: “Señora, es muy difícil para nosotros comunicarle esto, pero su esposo está corriendo riesgo de vida. No sabemos cuánto van a aguantar sus pulmones, los dos pulmones están comprometidos y no sabemos cómo va a terminar”. Mi madre lloraba y decía “No me puede estar diciendo esto cuando hace un rato me estaba diciendo otra cosa”, y bueno, le dijeron que disculpe y que le tenían que informar de lo que estaba pasando. Esa fue la manera en la que nos enteramos de la gravedad, que no era el riñón u otras cosas que se nos habían pasado por la cabeza, sino que de verdad estaba comprometida su salud.
Victoria: ¿Cuál fue la primera reacción? ¿Se enteraron todos? ¿Les dijeron a tus hermanos también en el momento o cómo hicieron para comunicarlo?
Lucía: Sí, estábamos en el dormitorio de mamá, y fue un momento muy difícil para ella, para mí también obviamente, pero yo como que sentía que la tenía que sostener de alguna forma. Entonces me acuerdo de que fuimos al living, mis hermanos estaban ahí pero no sé qué estaban haciendo, no estaban muy pendientes de la llamada, mi madre y yo sí. Entonces ahí mi madre se puso a llorar, intentaba comunicarles lo que estaba pasando, pero no podía, entonces me acuerdo de que mientras mi madre intentaba comunicarse fui yo la que dio la noticia. No me acuerdo exactamente qué palabras usé, pero traté de comunicarles por qué estábamos así. Fue un momento complicad porque mis hermanos se pusieron muy tristes, empezaron a llorar, y me acuerdo de que nos agarramos las manos entre todos, en una ronda, y dijimos “tenemos que orar”. Nos pusimos a orar, era difícil expresarnos porque sentíamos mucho dolor, pero fue lo primero que atinamos a hacer, en el living de mi casa. Me acuerdo de que mi hermano chiquito, que tenía 14 años, se descompensó. Fue muy difícil para mis hermanos chiquitos, pero también mi madre quería que estén al tanto.
Victoria: Tu padre nos contó algo sobre los partes médicos telefónicos que les daban a diario a tu madre y a ustedes. ¿Cómo lo vivías vos a eso?
Lucía: Bueno, después de la llamada en la que nos dieron la noticia no hubo ninguna hasta el otro día. Era un parte por día de forma telefónica, porque estábamos contagiados en ese momento tenía que ser de forma telefónica, pero además no estaban dando partes en ese momento.
Victoria: Claro, porque había muchos casos ¿no?
Lucía: Sí, y para evitar más contagios y todo eso. Entonces había una hora específica en la que el médico llamaba y estábamos todos esperando que suene, con el celular en la mesa, para saber alguna novedad. Algo que recuerdo de los partes es que nunca hubo un retroceso en su salud. Siempre estuvo, o mantenida, o había alguna mejora pequeña en algo. Entonces algo que mi madre siempre decía en sus oraciones era “Señor, dame un aliento en cada parte”, que, si algo era desalentador, que ni siquiera se lo dijera el doctor. Y algo que recuerdo era eso, esperar la llamada y esperar algún aliento o algo que nos haga sentir que el Señor todavía estaba peleando ahí con él en su estado de salud.
Victoria: Lucía, decías que estaban todos contagiados de Covid. ¿Cómo fue? ¿Cómo se manejaron con el tema de lo que tenían que comprar, con lo que necesitaban, todo eso?
Lucía: Al principio me acuerdo de que no había muchas ganas de cocinar o algo así. Si comíamos era algo que ya teníamos. Pero después, sin pedir, había gente que nos llamaba y nos decía “les dejé algo en la puerta de su casa, salgan” y había un surtido, cosas así. O vecinos, o gente de la iglesia, amigos que estaban al tanto y querían ayudarnos, y eso siempre lo voy a recordar, siempre me voy a acordar de cada persona que dio una mano en ese momento, que quizás nosotros no teníamos ganas de cocinar ni de nada, y nos llevaban unas pizzas para que nosotros no tengamos que hacer nada, solo comer, cosas así. Y también anhelábamos el alta para poder nosotros manejarnos de diferente manera, pero esa fue la manera en la que recibimos ayuda también.
Victoria: Qué bueno eso. Y ¿qué fue lo más difícil para vos en todo ese tiempo? O sea, ¿fueron tus pensamientos? ¿Fue el tener que sostener a tu familia quizás estando vos débil también? ¿Qué fue lo que más te costó?
Lucía: Al estar aislados nosotros, sentir que no tenía el abrazo o el contacto físico de alguien que me diga “bueno, tranquila Luly”, o cosas así. O sea, sí nos abrasábamos entre nosotros, pero yo sentía que me hacía falta alguien exterior que me agarrara la mano, por más de que me llamaban, hacía videollamada, nada se compara con el estar con una persona en ese momento difícil. Para mí eso fue difícil y también, algo que me costó, también por mi forma de ser, el darme cuenta de que no tengo el control de nada. Era como que realmente tenía que dejarlo en las manos de Dios porque yo no podía manejar eso, me daba cuenta de que no podía, y eso fue algo bastante difícil en ese momento.
Victoria: Difícil, pero a la vez es como que una confortación que tenemos que cambia totalmente nuestro punto de vista, ¿no? Estamos hablando de una situación super complicada, pero gracias a Dios tuvo una resolución feliz. ¿En algún momento te faltó la fe, te desanimaste, no confiaste?
Lucía: En nuestro caso personal, como te decía, siempre hubo un aliento en cada momento, cada día, cada parte. Es más, hasta hubo una excepción que le dieron a mi madre de que cuando tuviera el alta podía ir y le iban a dar el parte personalmente, que era algo que no hacían con nadie en ese momento. Yo la acompañaba y podíamos recibir buenas noticias. Entonces, en ese sentido, mi fe aumentaba cada día más. Pero bueno, es el caso particular.
Victoria: Cuando fue mejorando y fue pasando a sala, aunque creo que pasó bastante tiempo, ¿cómo lo vivieron? O sea, la salida del CTI, que me acuerdo de que fue una noticia super especial para todos los que estábamos orando, ¿cómo la vivieron ustedes?
Lucía: Bueno, fue tremenda emoción. Me acuerdo de que cuando lo pasaron a sala le hicieron una pregunta a mi madre, le dijeron “Señora, si usted pasa a verlo se tiene que quedar internada con él. Tiene que hacer una cuarentena, tiene que pasar a la sala Covid”. Y nosotros, con mis hermanos, estábamos super contentos, estábamos en la iglesia y nos enteramos de que lo iban a pasar a sala ese día, y bueno, ahí mi madre decidió quedarse con mi padre. Así que nos quedamos solitos nosotros, pero bueno, era una buena causa. Mi madre pasó todo ese tiempo con mi padre hasta que le dieron el alta definitiva y lo dejaron irse para mi casa.
Victoria: Lucía, ¿cómo recordás el momento en el que tu padre volvió a tu casa?
Lucía: Ay, fue muy especial, pero yo tuve una instancia previa. Resulta que cuando mi padre estaba en sala junto con mi madre, ellos le daban el almuerzo, la cena, el desayuno, todo eso, solo a mi padre. Mi madre no tenía nada. Entonces cada dos o tres días yo llevaba un bidón de agua, algo para que comiera, cosas así, pero a mí no me dejaban pasar, me decían que lo dejara en la recepción. Entonces yo iba cada dos o tres días, le llevaba algo a mi madre y se lo llevaban las enfermeras. Resulta que un día voy, ya me conocían, porque yo siempre llevaba cosas, y me dice “pasá, pasá, está en tal sala”, y yo le digo “¿Que pase?”, y me dice “sí, pasá, tocá la puerta y va a salir alguien a recibirte”. Entonces voy, toco la puerta y me acuerdo de que sale mi madre y me dice “¿qué hacés acá?” y yo le digo “me dejaron pasar”, y mi padre me escuchó desde adentro, intentó hablarme, pero en ese momento él no tenía mucha voz, y esa fue la primera vez que lo vi después de todo este tiempo difícil, y bueno, él no podía caminar casi, estaba muy débil, y yo no podía entrar. Entonces yo lo saludaba desde lejos, se me caían las lágrimas y él me dice “pará, pará un poquito”, se bajó de la cama con toda su debilidad y vino hacia mí y nos abrazamos. Eso fue super especial. Ese fue nuestro primer reencuentro, pero mis hermanos no tuvieron ese privilegio. Mis hermanos lo vieron después, cuando ya le habían dado el alta.
Me acuerdo de que en ese tiempo fue mi cumpleaños, pasé mi cumpleaños sin mis papás, él seguía en sala, pero pasó eso de verlo el día anterior a mi cumpleaños, fue como mi regalo de cumpleaños. Y bueno, después cuando ya le dieron el alta, volvió a casa y nos reencontramos todos en familia. Fue muy lindo.
Victoria: ¿Qué cosas cambiaron en vos y en tu familia a raíz de todo lo que pasó?
Lucía: Bueno, algo que hay que destacar es que nos unió mucho. Que papá no estuviera en ese momento nos unió mucho a los que quedamos en casa. Algo que cambió fue la forma y el usar diferente el recurso de hablar con Dios, de orar. Nosotros, todos los días, a determinada hora en un determinado lugar, nos juntábamos a orar por mi padre, a interceder por mi padre, y eso nos unía. Hasta ahora, desde ese momento, eso fue algo que cambió en nuestra familia, de juntarnos en familia a orar, y pasar rato, sin mirar el reloj. Eso fue algo super especial que cambió cómo lo vivimos nosotros de este lado. Mi padre ya contó cómo lo vivió él, pero en cuanto a nuestra familia, nos fortalecíamos en eso. Y eso fue clave también, mismo para mamá, porque es diferente ser hija que ser esposa. Entonces eso fue algo clave, la oración en familia.
Victoria: Y es algo que permanece, ¿no?
Lucía: Permanece, sí.
Victoria: Bueno, para terminar, Lucía, ¿tenés alguna palabra para aquellos que tal vez no tuvieron esa bendición de poder contar que sus familiares salieron? ¿O para aquellos que tal vez están pasando por lo mismo que pasaste vos en su familia? ¿Algún consejo?
Lucía: Sí, yo les diría que, en estos momentos, que a veces a algunos nos toca pasar, a veces termina como terminó en mi caso y a veces no, pero lo importante es poder someternos a la voluntad de Dios. A veces es super difícil, y hay casos y casos, pero poder entender que el Señor es quien decide, saber que perdemos nuestro control para que el Señor lo agarre. Él nunca pierde el control, somos nosotros los que a veces luchamos con eso. Entonces poder entender que el Señor hace las cosas perfectas para nuestra vida. Que podamos aceptar su voluntad y creerle, que siempre va a decidir lo que tenga que decidir de acuerdo a una enfermedad o un ser querido que tiene que partir. Él siempre está al control y siempre tenemos que aferrarnos a Él, orar y entregarle la situación a Él.
Victoria: Lucía, ha sido un gusto tenerte, les contamos que Lucía tiene 20 años, para mí es chiquita porque la conozco desde hace mucho tiempo, pero realmente ha tenido que hacerse la dueña de la casa en algunos momentos y el Señor te ha fortalecido también. Ha sido un gusto que nos acompañaras, muchas gracias, y a ustedes, amigas, las invitamos a que nos vuelvan a acompañar en el próximo programa de Entre Amigas.