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Autor: Ernesto Kraft

Rahab es una persona fundamental en la historia del Antiguo Testamento, y también vemos que aparece en la genealogía de Jesús. La encontramos entre los héroes de la fe que venimos estudiando en esta serie.


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PE2767- Estudio Bíblico
Héroes de la fe (12ª parte)



Rahab

Queridos amigos, en nuestro estudio del listado de los llamados “Heroes de la fe” que encontramos en Hebreos 11 llegamos al verso 31 y vemos una interesante historia. El pasaje dice: “Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz”. El contexto es la época de conquista de Jericó por parte del pueblo de Israel. Mientras Josué y los Israelitas planean cómo tomar la ciudad y envían espías, del otro lado aparece la figura de Rahab, auxiliando a los espías y pactando muy sabiamente con ellos. Rahab fue, posteriormente, madre de Booz y bisabuela de David el destacado rey de Israel. Su nombre significa “ancha,” “amplio,” pero también “arrogancia,” “tempestad”. Los dos significados son muy adecuados para Rahab y describen muy bien su vida, veamos por qué.

En la genealogía de Jesús, encontramos a Rahab en Mateo 1:5. Cuando pensamos quién era y de dónde vino, podemos escandalizarnos o reconocer la misericordia y la gracia de Dios que se manifiesta en la vida de las personas. Rahab era prostituta y pertenecía al pueblo cananeo, que era idólatra. Pero la fe de Rahab le garantizó a ella un lugar en la lista bíblica de los héroes de la fe. Experimentó una “ampliación” en su vida, como lo indica el significado se su nombre. Todo ser humano es, originalmente, como Rahab: un mar inquieto, lleno de orgullo y arrogancia, sin conocer la paz de Dios. Pero por la fe, nuestra vida se vuelve más ancha y amplia. ¿Ya agradeció usted hoy por la misericordia y gracia que Dios le concedió cuando usted todavía estaba perdido y confundido? ¿Ha experimentado usted esa misericordia y Gracia?

Pedro escribe en su primera carta capítulo 1 versículo 3, “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”. Los pecados de todos no son los mismos de Rahab, pero podemos reconocer que todos somos pecadores, independientemente de lo que hicimos. La misericordia de Dios es tan grande que transforma a miserables pecadores en hombres santos, cambiándolos completamente. Los pecadores que recibieron la gracia de Dios siempre tienen muchas razones para agradecer cuando miran su pasado. Como Pablo, en Tito 3:3, pueden decir: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”.

La misericordia de Dios aparece justamente en ese punto, y hace todo nuevo. ¡Qué gran milagro! Rahab experimentó todas esas bendiciones porque creyó. Por causa de su fe no se perdió con los incrédulos. Humanamente hablando, Rahab tal vez fuera considerada peor que la mayoría de las personas de Jericó, pero fue salva porque creyó. Aquí tenemos una representación maravillosa de cómo Dios salva por el evangelio, independientemente del pasado del ser humano y de sus pecados. En 1 Timoteo 1:15, Pablo dice: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.

En Josué 2:9, Rahab dice: “Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán -y continúa diciendo- Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”. ¡Creer es así de simple! Rahab creyó y actuó de acuerdo con lo que oyó.

Los demás moradores de Jericó también oyeron, pero no creyeron. Es similar a lo que plantea Hebreos 4:2 cuando dice: “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Así fue en el tiempo de Rahab y sigue siendo hasta el día de hoy. Si creyéramos e hiciéramos solamente el diez por ciento de lo que oímos de la Palabra de Dios, habría una revolución en nuestras familias y en nuestra vida espiritual. Es así como pasó con cierta dama creyente que comentó con su amiga: “En el último domingo, oí un excelente mensaje”. “¿Sobre qué hablaba el mensaje?” “No se lo puedo explicar muy bien, solamente sé que después del servicio volví a saludar a mi vecina con amabilidad.”

Rahab creyó, y toda su familia fue salva por eso. Santiago menciona a esa mujer como alguien que probó su fe por medio de sus actitudes. Su fe resultaba en acciones porque la llevó a una entrega total. La fe muerta es aquella que lo reconoce todo, pero que no se entrega verdaderamente. Hasta los demonios poseen ese tipo de fe. Leamos Santiago 2:19 que dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. ¿Actúa usted porque cree, o su fe permanece solamente en su mente? ¡Sea usted un creyente que actúa de acuerdo con aquello que usted cree, y su testimonio será un grande incentivo para que muchos otros vengan a creer y a actuar de la misma manera!

Sobre Rahab todavía leemos en Josué 2:21: “Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana”. Perdemos muchas bendiciones de fe porque no actuamos inmediatamente de acuerdo con lo que está escrito en la Palabra. Hacemos todo tipo de promesas a Dios: “Me voy a dedicar a la obra del Señor si…,” “Ayudaré en la iglesia si…,” “Daré una ofrenda para misiones si…”. Y de todo lo que le prometemos no queda nada, a lo mejor, solo el recuerdo de lo que había de ser hecho. Rahab fue bendecida porque actuó prontamente. El texto cuenta que amarró de pronto una cuerda a la ventana. ¿Cuántas veces prometemos que “vamos bajar la cuerda por la ventana,” pero “Ahora no tengo tiempo”, “Primero tengo que hacer compras,” o “Tengo que resolver otras cosas”?

Rahab definió sus prioridades: primero la obediencia, después lo demás. No dudó, sino que como encontramos en Josué 2:21, dijo: “Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana”. Rahab actuó inmediatamente.

El cumplimiento de la orden debe venir antes que todo lo demás. Esa cuerda es una representación de la sangre de Jesús, y fue eso lo que la mantuvo en seguridad. No empiece este día luchando con las dificultades de la vida y con el enemigo, sin haber primeramente aplicado la sangre de Jesús a su vida. Primero Rahab creyó, pero todavía pasaron algunas semanas hasta que el pueblo de Israel apareció frente a Jericó, y otros siete días para que los israelitas lograran entrar en la ciudad; pero la cuerda seguía en la ventana. Ella creyó, practicó la paciencia y se mantuvo firme en lo que había sido acordado. La verdadera fe se demuestra en la perseverancia, como dice Santiago 1:3: “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. Sea sabio al definir las prioridades correctas en su vida y practicar la fe en paciencia.

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