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Autor: Ernesto Kraft

El Señor Jesús prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Pero cuando se trata de creer en sus promesas, en medio de la adversidad, ¿hasta dónde llegamos nosotros con Él?


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PE2839- Estudio Bíblico
Jesús tiene la última palabra (12ª parte)



Amigos, gracias por acompañarnos. Cuando Jesús fue crucificado, parecía que Dios había sufrido la mayor derrota. Pero a través de eso, Dios triunfó y alcanzó la mayor victoria de la historia. A través de la caída de Israel, la salvación lo alcanzó. Dios tiene la última palabra, y triunfa sobre las aparentes victorias humanas, como aquel que dirige todo y lo tiene todo en Sus manos.

Delante de este hecho tan maravilloso, solamente nos resta exclamar como Pablo en Romanos 11:33 y 36: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (…) Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

¿Hasta dónde llega nuestra fe? No hay duda de que Dios ejerce los límites de hasta dónde y cuánto debemos soportar diferentes situaciones en nuestra vida. Sin embargo, ahora esa pregunta es dirigida hacia nosotros: ¿hasta dónde acompañamos a Dios? ¿Hasta dónde permitimos que actúe en nuestra vida?

La fe del pueblo de Israel llegaba hasta un determinado punto, como está escrito en el Salmo 78:20: He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, y torrentes inundaron la tierra; ¿podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?”.

Dios puede mucho, pero somos nosotros los que lo limitamos 2 Reyes 7:2 dice: Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: he aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello. ¿Dónde ponemos los límites para Dios en nuestra vida? Permitimos que Dios haga eso o aquello; pero ¿piensa en cambiar esa situación? Es posible que no lo creamos. Observemos el texto de Mateo 9:27-29: Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: conforme a vuestra fe os sea hecho”.

Y ahora le pregunto: ¿cree que Dios puede actuar como el episodio arriba relata?. Dios es todopoderoso. Es tan grande que en Efesios 3:20 está escrito: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros…”. Los límites de Dios le glorifican cuando uno actúa conforme a sus promesas. Y eso significa que él tiene el control sobre todas las embestidas de Satanás, y sobre todas las circunstancias. Pero cuando, en nuestra vida, le ponemos límites, condicionamos Su actuación y lo deshonramos.

El pueblo de Israel, cuando estaba en el desierto, le puso límite a Dios. Reconozca en este momento dónde está usted limitando la acción de Dios. Crea en Su poder ilimitado. La mayor pregunta de nuestra vida cristiana no es ¿cuánto tiempo lo seguimos?, si no, ¿hasta dónde seguimos a Jesús? Muchos lo siguen de lejos.

Pablo denunció esa situación, y dijo en Filipenses 3:18-19: Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal«.

La Biblia dice también en Mateo 16:24: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Quien no renuncia a todo no puede ser discípulo de Jesús.

En 2 Reyes 2:2,4 y 6 leemos la historia de la despedida de Elías, antes de ser llevado al cielo. Conversando con Eliseo, quien sería su sucesor, Elías le decía: Quédate ahora aquí,” y su discípulo le contestaba: no te dejaré. Y bajaron hacia Betel. Ésta fue la primera fase. ¿Estamos preparados para bajar? Eliseo siguió por ese camino, a pesar de que significaría soportar humillación y desvíos. De ahí, el camino seguía hacia Jericó, que significa “lugar de los aromas”. Era un desvío. Pero quien quiere ser un buen aroma para Jesús debe estar preparado para enfrentar humillación y desvíos. ¿Hasta dónde vamos? ¿Hasta un poco antes de la humillación y de las dificultades? Y entonces desistimos exclamando: “Es demasiado, hasta aquí, y ya no más”?

Para Eliseo, la prueba más difícil todavía estaba por llegar: bajar hasta el río Jordán y atravesar la corriente. No es por casualidad que la Biblia relata sobre los 50 discípulos de los profetas que apenas los seguían de lejos. Solamente Eliseo atravesó. Cuando Jesús nos lleva por caminos donde el “yo” debe ser anulado, hay muchos que se quedan a un lado. Estudiosos, seminaristas, todos con gran conocimiento, pero se quedan a medio camino con todo su saber. Y dicen: “hasta aquí, y ya no más”. Muchos siguen mientras obtienen ventajas, pero cuando se exige ir a la muerte de cruz con Cristo, son pocos los que siguen. Cuando Jesús alimentó el pueblo, relatado en Juan 6, todos lo seguían, pero al exigirles una dedicación total, el versículo 66 revela que: Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.

Abraham fue puesto a prueba, en Génesis 22, cuando Dios le pidió sacrificar a Isaac para ver hasta dónde iría. Esta prueba le costaba lo que más amaba: su hijo. Pero Abraham no retrocedió. Siguió también ese camino difícil, que terminó en bendición ilimitada.

Y en nuestra vida, ¿hasta dónde vamos con el Señor?

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