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Autor: René Malgo

El Apóstol Pablo enmarca la vida cristiana en un campo de batalla y sólo hay una forma de vencer. En este programa escucharemos sobre cómo mantenerse firme y marcar una diferencia en la manera de vivir.


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PE2704- Estudio Bíblico
La carta de Pablo a los Filipenses (30ª parte)



Cómo estar firmes en el Señor

El maestro de la Biblia Warren Wiersbe dijo: “La vida cristiana no es un campo de juego, sino un campo de batalla”. Estamos en una lucha por mantener la posición que Dios nos ha dado. Esta es la razón por la que el apóstol Pablo exhorta en Filipenses 4:1: Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.

El así que, al principio de la oración, indica uno de los motivos por los cuales debemos estar firmes en el Señor: porque como se adelanta en Filipenses3:20, nuestra ciudadanía está en los cielos. A causa de esto, no debemos vivir al igual que lo hacen los ciudadanos de este mundo, a los que el Apóstol Pablo describe en Filipenses 3:18 y 19 como enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal”. Por el contrario, debemos vivir como ciudadanos del cielo. Podemos ver que toda la carta nos está animando a esto. En el capítulo 1 verso 11 leemos que debemos ser llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo , en el 1:27 como es digno del evangelio de Cristo, con la humildad que como dice el capítulo 2 versículo 5 hubo también en Cristo Jesús. Debemos entonces como dice dice Filipenses 2:15 y 16 ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor y vivir como hijos de Dios irreprensibles y sencillos (…), sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida . Dicho en una sola oración: Cristo debe ser nuestra vida. Esto significa ¡estar firmes en el Señor!

Tenemos la capacidad de hacerlo por medio de lo que Dios hizo en nosotros: También la carta que estamos estudiando nos afirma en ese sentido que Él comenzó una buena obraen nuestras vidas y la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. También nos fue concedido a causa de Cristo, no solo que creamos en él, sino que incluso padezcamos por Él. Además, Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad, teniendo la justicia que es de Dios por la fe. Conocemos al Señor Jesucristo y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos y nuestra ciudadanía está en los cielos. “Así que” podemos estar firmes en el Señor.

Por las mismas razones, Pablo no duda en llamar amados a los destinatarios de la epístola, ya que están en el Señor” o “en Cristo”–una expresión que podemos encontrar una y otra vez en esta carta. Son “amados” porque su ciudadanía está en los cielos. Pero Pablo no solo ama a los filipenses por su posición en Cristo, sino también por la relación personal que goza con ellos. En Filipenses 4:1 los llama hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía. La expresión «corona mía» indica que corrió y trabajó por ellos. En el “día de Cristo” podrá gloriarse de que su trabajó no fue en vano: ellos serán el fruto de su esfuerzo en el evangelio. Cuando Pablo esté ante el tribunal de Cristo, podrá señalar a los filipenses como su gozo, su corona y su gloria.

Como vemos aquí, es lícito trabajar, evangelizar y “transpirar” para el Señor, pensando en la recompensa que obtendremos en el “día de Cristo”. Pablo lo hizo. Siempre tenía delante de sus ojos, como dice en Filipenses 3:14 la meta, al premio del supremo llamamiento .

Pablo amaba a los filipenses como “hermanos” y “amados” en el Señor. En Filipenses 1:1 los llama santos en Cristo Jesús. Pero la razón de su amor no se basaba en lo fantásticas que podían ser estas personas, por el contrario, había entre ellas dos mujeres muy conflictivas, mencionadas por Pablo en Filipenses 4:2. “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Pero los filipenses eran hermanos y hermanas amados porque estaban en Cristo. De igual manera, tú y yo somos amados por lo que Cristo hizo por nosotros, Filipenses 2:6 al 8 nos dice: el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

En él somos hijos e hijas de Dios, podemos llamar a Dios nuestro Padre, ya no somos pecadores caídos, sino ciudadanos del cielo redimidos, somos hermanos, santos y amados. De esta manera, el así que de la exhortación del apóstol a estar firmes en el Señor es posible. Según Efesios 1:3, fuimos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. No necesitamos conquistar la bendición de Dios o trabajar por ella, sino tan solo defender lo que ya se nos fue dado. En Efesios 6:10 al 13 Pablo lo dice con las siguientes palabras: Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”

Comienza con las palabras de aliento: Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. Nuestra fuerza está en él, y si allí permanecemos, también estaremos firmes. Pablo nos exhorta dos veces en los versículos que leímos a vestirnos de toda la armadura de Dios, para que podamos vencer, es decir, resistir y estar firmes en la lucha contra los poderes malignos. Cristo ya lo conquistó todo por nosotros. Logró la completa victoria en la cruz del Gólgota y en su resurrección. Si permanecemos en él y mantenemos nuestra posición, venceremos.

Sin duda, no es complicado comprenderlo. No necesitamos hacer nada para lo cual no estamos preparados. A pesar de esto, es muy difícil. Mantener nuestra posición puede resultar en un trabajo durísimo, y de hecho lo es. Con mucha razón, Pablo compara la vida espiritual con una batalla. No es necesario ir en busca de los principados y las huestes espirituales de maldad. Ellos mismos nos atacarán. Pero en Cristo tenemos la mejor defensa contra el mal.

En realidad, la única dificultad somos nosotros mismos, nuestra carne pecaminosa. Por eso, una y otra vez, debemos derribar, como se describe en 2 Corintios 10:5 argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Debemos extendernos siempre a lo que está delante. La naturaleza humana no tiende a mantenerse firme en el Señor, sino que más bien está propensa a divagar, desistir, olvidar, acomodarse o adormecerse. Por eso la insistencia del apóstol en exhortarnos. Pablo nos explica en Filipenses 4:4-9 una manera muy práctica de estar firmes en el Señor y mantenernos en ese estado. Se trata de una estrategia de tres pasos:
La comunión con Cristo, el pensamiento en Cristo y la obediencia a Cristo. El resultado será el de Filipenses 4:9 que: el Dios de paz estará con vosotros.

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