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La destrucción de la serpiente de bronce
(2ª parte)

Autor: Wolfgang Bühne

En 2 Reyes 18:4, leemos: “… e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel…” ¿Qué podemos aprender de la destrucción de la serpiente de bronce para nuestros días? ¿Hay personas o cosas que Dios ha dado a la Iglesia como gran bendición, y que, no obstante, pueden convertirse en ídolos, gozando de una veneración que no les corresponde?

 


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PE2048 – Estudio Bíblico
La destrucción de la serpiente de bronce (2ª parte)



Estimados amigos oyentes, intentando responder la pregunta que se ha planteado en la introducción, vimos que sí hay personas o cosas que pueden convertirse en ídolos, gozando de una veneración que no les corresponde.

Haciendo un repaso, vimos por ejemplo: El “sacrificio eucarístico”.

¿qué podemos decir del “sacrificio eucarístico”?

El pan y el vino, los símbolos de la entrega y del sufrimiento de nuestro Salvador, que Él mismo instauró como “cena del Señor” la noche en que fue entregado, son muy apreciados e importantes para cualquier seguidor de Jesucristo. Una y otra vez deben recordarnos el sacrificio de Su amor y Su segunda venida (como leemos en 1 Cor. 11:23 al 26).

Pero, cuando de esta sencilla cena recordatoria se convierte en un “sacrificio eucarístico”, en el cual “por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre”, entonces esta falsa doctrina católica lleva a la adoración de cosas materiales, lo cual es idolatría.

Ellos lo presentan de la siguiente manera: „El culto a la eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo en el pan y en el vino, entre otras formas, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración, que se debe al sacramento de la eucaristía, no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo.’”

Caer de rodillas ante el pan y el vino – eso, es idolatría en nuestro tan avanzado siglo 21.

Vimos también algo sobre la cruz y el crucifijo.

El comentarista Henri Rossier (1835-1928) expresó unos valiosos pensamientos en su apreciada meditación acerca de este tema. No es necesario comentarlos. Él dijo así:

“Igual que la serpiente de bronce, la cruz de Cristo también ha dado ocasión para ritos supersticiosos. Besar un trozo de la “cruz genuina”, o venerar una pieza de bronce o marfíl que muestre al Señor muriendo en la cruz, es una costumbre general en una gran parte de la cristiandad. El hombre se aferra a un símbolo y le atribuye un valor, o una determinada propiedad. Hace su dios de ese símbolo. ¿Es eso mejor que la idolatría que hace dioses de los atributos de Dios? Seguro que no; es igualmente idolatría, pero más peligrosa aún, porque se apodera de un objeto que es más bendito y santo: la cruz, como centro del consejo de Dios, y símbolo del amor eterno, convirtiéndola en un ídolo que los ojos de la carne pueden contemplar y la boca besar, mientras la cruz misma ni tiene ojos para ver ni oídos para oír. La fe echa de sí estas cosas y las toma como lo que son: nada más y nada menos que un trozo de madera o bronce.”

Y ahora veremos que también existen… otros peligros

Para la mayoría de los oyentes, las desviaciones que hasta aquí hemos mencionado (y podríamos añadir muchas más), no representan ningún peligro. Pero, hay otros peligros de los que quizá no somos conscientes. Por ejemplo, cuando atribuimos una autoridad u homenajeamos demasiado a personas que Dios ha usado como instrumentos de gran bendición para Su pueblo, en la historia de la Iglesia pasada o actual. Ellos mismos de seguro lo habrían detestado. Después de la pausa, veremos algunos ejemplos.

Como dijimos, cuando atribuimos una autoridad u homenajeamos demasiado a personas que Dios ha usado como instrumentos de gran bendición para su pueblo, en la historia de la iglesia pasada o actual, ellos mismos, de seguro, lo habrían detestado.

Spurgeon, en un sermón, comentó este problema sin rodeos y claramente, como él acostumbraba a decir las cosas: “Todos nosotros tenemos la tendencia a poner nuestra confianza en personas que, por la infinita gracia de Dios, han sido puestos como líderes en la Iglesia … Cuando Dios da a Su Iglesia una persona apta para hacerla crecer, fortalecerla o afirmarla, le da su más rica bendición por Su pacto de gracia. Pero, surge el peligro de que nosotros contemplemos su autoridad y capacidad con cierto grado de confianza supersticiosa – tengo que decirlo así. Hermanos, los santos han caducado, aborrecemos el pensamiento de venerarlos pero, no obstante, podemos caer poco a poco en el peligro de
canonizarlos y levantar otra tanda de “santos” entre nosotros.
¿No es verdad, que algunos casi adoran a San Calvino y a San Lutero? No pueden apartarse de sus enseñanzas. Otros admiten reverentes sobre sí el cetro de San Juan Wesley, o San Carlos Simeon … Si sobreestimamos las bendiciones que Dios nos da en nuestros maestros y predicadores, es mejor que nos los quite otra vez. No debemos ensalzar las tuberías, sino el manantial. No debemos dar gracias por la luz de las ventanas, sino por el sol. No demos las gracias por la cesta que contiene el alimento … sino por el maestro divino que bendice y multiplica el pan saciando a las multitudes … Amad a los predicadores de Cristo, pero no caigáis en lo que fue la veneración de la serpiente de bronce, que os rebaja a ser siervos de los hombres.”

Cuando Pablo se enteró que en la iglesia de Corinto se habían formado partidos y un grupo se calificaba como “paulino”, reaccionó enérgicamente diciendo: “¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?” (así leemos en 1 Cor. 1:13). Y en 1 Co. 3:5, él pregunta: “¿Qué pues es Pablo? ¿Y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis creído”.

Cuando en Listra, después de la curación del hombre cojo, quisieron adorar a Pablo y a Bernabé como dioses, y quisieron sacrificar bueyes en su honor, los apóstoles rasgaron sus vestidos en señal de horror. En Hechos 14:11 al 18 vemos que impidieron con todas sus fuerzas esa clase de veneración a los hombres, para dar la gloria sólo a Dios.

El bendecido predicador de avivamiento, George Whitefield, dijo lo siguiente, en un momento cuando estaban a punto de formarse partidos alrededor de él mismo y de su más grande amigo, Juan Wesley: “Que mi nombre perezca, que mis amigos me olviden, no importa, con tal que la causa de Cristo bendito avance. No quiero llevar a las almas a un partido, sino a que sientan que están perdidos y a la verdadera fe en Jesucristo. ¿Qué es Calvino y qué es Lutero? Pasemos por alto todos los nombres y partidos, y que Jesús sea nuestro Todo, para que Él sea predicado… Sé cual es mi lugar: ser siervo de todos. No quiero tener gente que se llame según mi nombre.”

Que el Señor nos dé un aborrecimiento santo frente a esta idolatría aparentemente inofensiva y espiritual, que hoy en día tolera, o incluso cultiva, esta forma de culto a los hombres; y que nos dé un celo santo para la gloria de Dios, como el que se hizo visible en la vida de Ezequías.

4 Comments

  1. JANET GONZALES dice:

    Los bendecimos en el Nombre Poderoso de Jesus mi amados!

  2. JANET GONZALES dice:

    Gloria a Dios mis amados hermanos..Cristo siga siendo enseñado y proclamado como uds lo hacen!

  3. Isaias Duran dice:

    Usted cree que fuera posible que voltearan a la serpiente por obediencia?
    Como podría obtener estos estudios en pdf?

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