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Titulo: La era milenial  1 / 4

Autor: John Wilkinson 
Nº: PE956

 

La era milenial es el título de este interesante programa, el cual se basa en las palabras del profeta Zacarías en el capítulo 14:1-5 y 9.

Este pasaje remarcable ha de cumplirse en el futuro y puede ser interpretado satisfactoriamente, tan solo al adoptar su sentido natural, pleno y obvio.

 


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La era milenial  1 / 4

Querido amigo estoy muy gozoso de poder compartir con usted, una vez más, acerca del plan que Dios tiene para los judíos, en este caso hemos comenzado con una nueva serie de estudios titulada «La era milenial».

Por eso, me parece importante considerar algunos acontecimientos futuros.

La restauración parcial de los judíos a la tierra de Palestina, en estado de incredulidad; la culminación del poder de los gentiles cuando se reúnan las fuerzas del Anticristo; la aniquilación de los judíos por parte de los gentiles; «la vindicación del pacto de Dios» establecida en la tierra; y la culminación del «tiempo de angustia para Jacob»; el poder de los gentiles quebrantado y el Anticristo destruido por el Señor Jesucristo en persona. Dice la palabra:«He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos _Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.»

Querido amigo, este pasaje remarcable ha de cumplirse en el futuro y puede ser interpretado satisfactoriamente tan solo al adoptar su sentido natural, pleno y obvio.

La reunión de las naciones para la batalla; la ciudad de Jerusalén; los resultados naturales de la guerra; el monte de los Olivos al este de Jerusalén; el terremoto,, cuyos resultados son comparados con un terremoto histórico, se entienden de manera fácil tan solo en su sentido literal. Además, aún si se lo entiende literalmente, debe ser tomado como profecía y no como historia.

Algunos intérpretes han tratado este pasaje como histórico y consideran que ya se ha cumplido con la destrucción de Jerusalén a cargo de Tito en el año 70 D.C. Pero lamentablemente, para los que sostienen esta interpretación, la destrucción de Jerusalén fue 70 años después del advenimiento de nuestro Señor; y ocurrió incluso cuarenta años después de su ascensión; mientras que la destrucción de Jerusalén predicha aquí ocurrió antes de su advenimiento. Luego hubieron otros que dijeron, la división del monte de los Olivos a través de un terremoto está en un lenguaje altamente figurativo, el cual intenta describir la apertura de una brecha desde Jerusalén para que el evangelio vaya a otras naciones. Pero desafortunadamente, estimado amigo, para quienes sostienen esta perspectiva, el evangelio fue a las naciones occidentales y el mundo occidental ha sido muy bendecido durante esta dispensación, de manera que la división figurativa del monte de los Olivos sería innecesaria.

Casi que nos da vergüenza el referirnos a tales métodos de interpretación de la pura Palabra de Dios. Sin embargo, se puede tomar esa posición equivocada cuando la restauración literal de Israel, o el advenimiento premilenial de nuestro Señor, o ambas cosas, son negadas.

Ahora bien estimado amigo, los pies del Señor Jesús tocaron la tierra por última vez en el Olivar. El intervalo entre su ascensión y su retorno ya ha transcurrido. El Espíritu Santo, durante ese intervalo ha reunido a la iglesia que está compuesta por creyentes, tanto judíos como gentiles. «Los primeros frutos» han escapado de la tribulación; y «la cosecha» ha pasado por la misma; los «santos,» como representantes de toda la iglesia, habiéndose encontrado con el Señor en el aire le acompañan al monte de los Olivos; la línea es tomada y llevada al punto donde fue quebrada casi dos mil años atrás; el Israel nacional es traído nuevamente al frente al ser librado del poder del Anticristo, y alcanza así la conversión al contemplar a Cristo mismo.

La Biblia dice en el libro de Zacarías:«Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.» «En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.»

La visión del Señor Jesucristo quiebra el corazón del remanente de la nación, que sobrevive al devastador poder del Anticristo. El lamento universal es seguido por un lavamiento nacional en la fuente de la sangre purificadora y expiatoria del Mesías. Aquí tenemos el cumplimiento de Romanos 11:26. Todo Israel es salvo con la venida a Sión del libertador, el cual aparta la impiedad desde los tiempos de Jacob. Este libertador divino viene porque la salvación nacional de Israel es prometida en la última parte de Isaías.«Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.»

Esta es la nación judía, no la iglesia cristiana, así como el contexto anterior lo muestra claramente, el cual es confirmado por Romanos 11:26, 27.

Luego, sigue un relato del estado del mundo gentil, como que estuviera envuelto en la oscuridad, sí «tinieblas,» pero la gloria de Jehová se ve sobre Israel, y los gentiles vienen hacia la luz de Israel y los reyes hacia el brillo de su surgimiento. Ahora el Señor es la luz eterna de Israel, y los días de su lamento han terminado. Todo el pueblo de Israel es justo ahora, y hereda la tierra por siempre; y su amada metrópolis, Jerusalén, es llamada,«Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel. En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos.»

Por lo tanto, el Señor Jesucristo, no solo viene «en la misma manera» – literalmente, corporalmente, visible – como fue visto partir de acuerdo a Hechos 1:11; sino que también viene al mismo lugar, de acuerdo con Zacarías 14:4. El Señor Jesucristo recibe el reino al comienzo de su reino milenial; y entonces al final del milenio le entrega el reino al Padre.

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