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Isabelle nos da un estudio sobre el libro de Habacuc, lleno de enseñanzas actuales para nuestras vidas. ¿Por qué tengo que pasar por dificultades? ¿Hasta cuándo? Estas son algunas de las preguntas que Habacuc le hizo a Dios. Te invitamos a escuchar el programa para descubrir cómo lidiar con los problemas basándonos en el ejemplo de este profeta.


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EA702 – Entre Amigas –
La fé triunfante (1ª parte)



Entrevista a Isabelle Ramseyer

Rocío: Muy bien queridas amigas, llegamos al momento de la entrevista. Le damos la bienvenida a Isabelle, ella ya es una amiga de la casa, ha estado con nosotros en otras oportunidades, y siempre tiene algo muy especial para compartir con nosotras. Prepara estudios bíblicos que son de mucha bendición. Me encanta escucharla hablar y charlar con ella acerca de estos estudios que ha preparado con tanta dedicación. Isabelle, ¿cómo anda?

Isabelle: Bien, muchas gracias. Gracias por tus palabras Rocío. Me alegro de estar aquí otra vez.

Rocío: Nosotros también nos alegramos de recibirla. Hoy estaremos hablando de un tema muy importante: La fe triunfante. El estudio bíblico que Isabelle ha preparado se centra en un personaje bíblico, el profeta Habacuc. Es uno de los profetas menores, y uno de los últimos libros del Antiguo Testamento. Y si bien cuenta con tan solo 3 capítulos, tiene un mensaje muy actual para nosotros en el siglo XXI. Isabelle, ¿Por qué tiene tanta actualidad lo que trata el profeta Habacuc?

Isabelle: Bueno, primero hay que decir que, aunque el profeta Habacuc vivió 600 años antes de Cristo, es decir, hace mucho tiempo, vivió en una época muy similar a la nuestra. Una época en la que la moral pública estaba por los suelos. No había conocimiento de Dios, no había discernimiento espiritual, era una época de espiritismo, se practicaban cultos a los ídolos, había mucha injusticia y mucha violencia. La violencia estaba a la orden del día. En Habacuc 1:3 dice: “(…) Destrucción y violencia están delante de mí (…)” y en el versículo 4 dice: “La ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad. (…) sale torcida la justicia.” Estas son cosas que conocemos muy bien de nuestra sociedad actual. Otra cosa con la cual nos podemos sentir identificadas, es con la lucha de fe que tenía Habacuc. Las cosas no iban bien. Él oraba y parecía que Dios no escuchaba sus oraciones. Creo que es un problema que todas conocemos muy bien, que nos cuesta confiar a Dios, si somos sinceras. ¿Por qué nos pasa esto? Es lógico, porque, en primer lugar, las cosas espirituales son invisibles, mientras que nosotros tenemos nuestros ojos y vemos alrededor de nosotros las cosas visibles, las cosas que podemos palpar, y son, por lo general, cosas negativas, cosas difíciles de aceptar. Por eso nos cuesta creer en lo invisible y confiar en Dios. También nos cuesta confiar cuando las cosas no van bien. Porque si todo va bien es fácil. Pero cuando las cosas no van como nosotros queremos, ahí se muestra si nuestra confianza en Dios es genuina, si es profunda.

Rocío: ¡Qué importante es eso! Porque realmente es fácil, como usted dice, cuando todo va bien, confío en Dios. El tema es cuando las cosas no salen como nosotros queremos, porque el propósito de Dios muchas veces no es el que esperamos.

Isabelle: Es así, y a veces también parece que dios no reacciona ante nuestras oraciones. Ese problema también lo tenía Habacuc. Él oraba y no pasaba nada. Y se preguntaba por cuanto tiempo la situación continuaría así. Otra cosa por la cual Habacuc nos es tan familiar, y nos identificamos tan bien con él, es que era un profeta que le hacía preguntas a Dios. Tenía dos preguntas que son las mismas que muchas veces nos hacemos nosotros, que eran: ¿hasta cuándo? Y ¿por qué?

Lo vemos en el versículo 2: “¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás?; ¿Hasta cuando gritaré a ti a causa de la violencia, y no salvarás?” Quizás ya había orado por mucho tiempo, y no había cambiado nada. Era una situación muy difícil para él. O en el versículo 3: “¿Por qué me haces ver iniquidad? ¿Por qué me haces ver destrucción? Destrucción y violencia están delante de mí. (…)”. Y en el versículo 13: “(…) ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?” Estas son preguntas que quizás también nos hacemos hoy, en nuestra sociedad.

Rocío: Por eso decimos que tiene tanta vigencia. Los conflictos o situaciones que pasaba Habacuc en aquel tiempo, los pasamos ahora también. Esa pregunta de hasta cuándo, ¿Quién no se la ha hecho? Pero, es importante reconocer y saber la enseñanza que Habacuc deja mediante su situación la cual, como decíamos, tiene vigencia hasta hoy en día.

Isabelle: Sí. También podemos preguntarnos si hacer este tipo de preguntas es una falta de respeto, o una falta de confianza a Dios. Pero no, vemos justamente en este libro, y eso es muy precioso, que Dios nunca le reprocha al profeta por preguntarle estas cosas. Todo lo contrario. Dios nunca va a rechazar a un corazón que viene a depositar sus angustias delante de Él. Nunca. Dios siempre nos invita a venir a Él, y también responde. Después veremos como Dios le respondió a Habacuc.

Rocío: El tema de hoy era la fe triunfante. Antes de llegar a este momento de triunfo, Habacuc pasó por ciertas circunstancias que nos enseñan. Quizás una de las palabras más conocidas del libro de Habacuc son las del final del libro, donde expresa una confianza en Dios y un gozo en Él que parecen increíbles en las circunstancias que estaba viviendo. Habacuc 3:17-19 dice: “Aunque la higuera no fortalezca, ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.” Dice que con todo se alegrará en Jehová y se gozará en el Dios de su salvación. ¿Cómo es posible esto, Isabelle? ¿Cuál es el secreto que tiene Habacuc para gozarse en una circunstancia difícil?

Isabelle: Bueno, en este libro vemos que hace fundamentalmente dos cosas: La primera es que va a Dios, se expresa, no guarda esas cosas para sí mismo. Aunque sea con quejas y con preguntas, acude a Dios. Eso es muy importante. No se queda con sus dudas, con su crisis de fe. Bueno, quizás ahora alguien se pregunte: ¿Cómo es eso de ir a Dios? ¿Cómo me puedo encontrar con Él? En primer lugar, hay que decir que Dios mismo se ha dado a conocer. No nos ha dejado solos. Él mandó a su hijo Jesucristo, como lo había anunciado en el Antiguo Testamento. Jesús, siendo Dios, estuvo dispuesto a hacerse hombre para poder cargar sobre él nuestra maldad. Él pagó por nuestros pecados en la cruz, y quiere que lo conozcamos, que lo tengamos en nuestra vida como nuestro salvador. Toda la Biblia es una invitación para nosotros. Jesús en Mateo 11 dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cansados y yo os haré descansar.” Dios realmente nos invita, quiere tenernos cerca. Y eso tenemos que tenerlo bien claro. Podemos ir a Él con todas nuestras dudas, nuestras preguntas, pero sobre todo para conocer a Jesucristo, para recibir el perdón que tanto necesitamos. Dios quiere que con todas nuestras cargas vayamos a Él. Eso es lo que hizo el profeta Habacuc, y es un ejemplo para nosotros. Pero no solo derrama su corazón en oración delante de Dios, si no que también hace otra cosa. Lo leemos en Habacuc 2:1 “Sobre mi guarda estaré, (…) y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.” Habacuc calla delante de Dios. Espera a que Él le de su respuesta. Y esto también e importante. Porque muchas veces vamos a Dios tan llenas de todas nuestras cargas, que nos olvidamos de escucharlo a Él. Dios también tiene cosas para decirnos, Él también nos quiere hablar. Y ¿Dónde escuchamos su voz? En su palabra, en la Biblia. Es muy sencillo, y a la vez complicado, porque todos conocemos esta lucha. No tenemos tiempo, quizás leemos apresuradamente algo para cumplir con lo que me parece que tengo que hacer, y sigo adelante. Y de esta manera será muy difícil que Dios me hable. Pero por otro lado tenemos que ver también, que no es solamente una cuestión de tiempo, es verdad que todas tenemos los minutos contados y no podemos disponer de horas cada día para leer la Biblia y orar. Quizás tenemos solo unos minutos, pero aprovechémoslos. Busquemos un lugar tranquilo, donde estamos solas y nadie nos interrumpe, aunque sea por unos minutos, para poder concentrarnos y poder escuchar con atención la voz de Dios al leer la Biblia, o leer un texto devocional con un versículo bíblico.

Rocío: Muy interesante cada una de las enseñanzas que nos deja el profeta Habacuc, como decíamos, un libro del Antiguo Testamento con solo tres capítulos, pero con un contenido sumamente importante, muy amplio, y que seguiremos tratando en el próximo programa. Algunas de las preguntas que estaremos tratado serán ¿Cuál es la respuesta de Dios? ¿Es fácil vivir por la fe? Las respuestas las obtendremos en el próximo programa, y agradecemos a Isabel su compañía hoy aquí. Muchas gracias Isabelle.

Isabelle: Muchas gracias, será un gusto estar otra vez con ustedes.

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