La Fiesta de Compromiso (2ª parte)

La Fiesta de Compromiso (1ª parte)
26 octubre, 2010
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La Fiesta de Compromiso
(2ª parte)

Autor: Marcel Malgo

El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.


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PE1551- Estudio Bíblico
La Fiesta de Compromiso (2ª parte)



Amigos, ¿cómo están? Estamos juntos otra vez para continuar con el estudio de Oseas, y como ya se dijo el tema de hoy es: El compromiso con Cristo.

¡El texto del que vamos a hablar alude a otra fiesta de compromiso, el compromiso de la congregación con Cristo en el nuevo pacto! En 2 Corintios 11:2 se les habla a los creyentes del nuevo pacto: «»Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo’’.

Todos los que algún día hemos aceptado a Cristo, pasamos desde ese momento a ser hijos de Dios, pero antes que nuestra conversión ocurriera, vagábamos perdidos en el desierto, en el desierto del pecado, de la miseria, de la perdición y de la desesperación. Un día Jesús entró a nuestra vida; habló a nuestro corazón y ocupó ese desierto. Este hecho es descrito maravillosamente en Tito 3:4 y 5. Allí dice: «»Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó,… por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo’’.En ese instante el valle de Acor, es decir el valle de la aflicción, se convirtió para nosotros en la puerta de esperanza (que se menciona en Oseas 2:15). Esto es así porque a partir de ese día vivimos en la infalible esperanza de estar algún día y por la eternidad con nuestro Salvador.

Es por este motivoque como congregación estamos «»comprometidos’’ con «»un solo hombre’’: Cristo. Esto es claro en las enseñanzas de Pablo.

Ahora, estas cosas pueden hacer que nos preguntemos: ¿vivimos a la altura de este grandioso pacto de compromiso? ¿Nuestro comportamiento está en armonía con este hecho? ¿Somos conscientes de la existencia de este pacto? Éstas eran las preguntas que el apóstol Pablo se hacía. Le preocupaba en gran manera de qué forma vivían las congregaciones y con quiénes tenían contacto, por el simple hecho de que él las había hecho comprometerse con «»un solo hombre’’, o sea con Cristo. Pablo no dice únicamente: «»Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo’’ (como leemos en 2 Co. 11:2), sino que expresa su preocupación en el vers. 3, con la siguiente afirmación: «»Pero temo que como la serpiente con astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo’’.

Veamos que: Dios mantiene el pactoCuando el Señor comenzó nuevamente a hablar al corazón de Israel (su primer amor, mientras éste estaba en el desierto), ofreció su compromiso a través de estas palabras: «»Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová’’(así leemos en Oseas 2:19 y 20). Este compromiso ya era un hecho. ¡El pacto se había cerrado para siempre! Este pacto de compromiso se mantiene hasta la actualidad, aunque es justo decir que sólo por una de sus partes; la parte de Dios. Las hermosas declaraciones amorosas de Israel [el cual un día dirá al Señor: «»Ishi’’ (Oseas 2:16) y: «»Dios mío’’ (como se afirma en Oseas 2:16 y 2:23)] aún están pendientes.

Por supuesto, sabemos que un día todas estas cosas se cumplirán. Por este motivo confiamos en que uno de estos días Israel llamará a su Señor «»mi esposo’’ y «»mi Dios’’. ¿Pero qué sucederá mientras tanto? ¿No resulta difícil para Dios mantener un pacto de compromiso unilateral? ¿Él no se cansará y se fatigará con el tiempo? Gracias a Dios que Él nunca se cansa; sino que en Isaías 40:28 se dice de Él: «»¿No has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance’’. Este hecho nos consuela. Pero, más adelante, en el cap. 43 vers. 24, también dice: «»… sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades’’.

Esto significa que si bien Dios no desfallece ni se fatiga, nuestros pecados le dan trabajo y nuestras maldades lo cansan. Dios mantiene con firmeza el pacto de compromiso y de seguro llegará a la meta divina con su pueblo Israel.

Analicemos ahora: ¿Qué actitud tomamos nosotros como «comprometidos’’?

Es de gran importancia preguntarnos cada día: ¿Hasta qué punto estamos comprometidos? ¿En qué situación nos encontramos hoy?

¿Cómo vivimos?Por cierto, estamos (como enseña Pablo) comprometidos con «»un solo hombre, Cristo’’, ¿pero nuestra conducta está en armonía con este hecho? ¿Con qué o quién mantenemos contacto? ¿Es nuestro pacto de compromiso unilateral; es decir, que solamente es alimentado y fomentado por Jesús? ¿O existe también un amor correspondido de nuestra parte (un amor fervoroso y auténtico)?

¿Ocultamos algún pecado que enturbie nuestro pacto de compromiso; o intentamos con todas nuestras fuerzas dejar que Dios nos santifique y purifique día a día, para afirmar de esta manera el divino compromiso con Cristo?

Es evidente: No somos perfectos.Todos somos pecadores que hemos sido perdonados, pero que lamentablemente seguimos afectados con toda clase de contrariedades y asperezas. Aunque indudablemente existe una gran diferencia entre practicar de forma consciente algún pecado oculto (lo cual enturbia nuestro pacto de compromiso celestial), y caer esporádicamente en algún pecado por causa de nuestra debilidad, contra el cual luchamos continuamente en el nombre de Jesús.

Quiero dejar algo en claro: Dios no nos libera inmediatamente de nuestras pasiones pecaminosas una vez que se lo hemos pedido, sino que es nuestro deber combatir ciertas cosas. Esto significa que debemos tener la voluntad de no pecar, y por supuesto, el secreto para tenerla está en la oración. El Señor nos apoyará y nos ayudará en este trayecto. Pero es necesario que exista la voluntad de no pecar más y de terminar definitivamente con ese pecado. De lo contrario no se hubiera escrito en Hebreos 12:4: «»Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado’’.

Todos los que formamos parte de tan magnífico pactode compromiso, debemos examinar nuestras vidas y no conformarnos meramente con que la otra parte cumpla lo suyo y nos brinde amor. Acabemos con todos los pecados y fortalezcamos este pacto de compromiso con Cristo con todas nuestras fuerzas y posibilidades.

El tiempo se ha acabado, pero en el próximo encuentro continuaremos viendo que la esencia del compromiso es: la comunicación. Me despido hasta entonces, deseando que Dios les bendiga.

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