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Autor: Johannes Pflaum

En esta serie nos estamos dedicando a conocer cómo tener firmeza en Dios, en los tiempos finales. Ya vimos que anhelar la venida del Señor es uno de los factores que nos ayudará a estar firmes. En este segundo programa, conoceremos otro factor importante, para mantenernos en la fe, y es apartarnos para Dios.


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PE3009 – Estudio Bíblico
La firmeza en el tiempo final (2ª parte)



Nos encontramos reflexionando en 2 Pedro 3 del 1 al 17, sobre la firmeza en los tiempos finales. Vimos en el programa anterior que

Estaremos firmes si anhelamos la venida del Señor.

Hoy veremos que estaremos firmes si nos apartamos para Dios.

Pero primero, arrancamos donde nos habíamos quedado. Leemos en 2 Pedro 3:11 y 12 “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”

Pedro nos invita a enfocarnos en el día de Dios sin ser arrastrados por la euforia que producen las luces engañosas de este mundo, ni por la paranoia que se alimenta de las malas noticias.

Nuestro Señor viene: esa es la luz que podemos divisar al final del túnel.

El camino puede ser estrecho y dificultoso, pero vamos a Su encuentro.

Parte de apresurarnos es tomar en serio la misión y la evangelización. No nos aislamos sino nos preocupamos por la salvación de muchos, antes de que sea demasiado tarde para ellos;

Otro ingrediente de apresurar aquel día es orar por la venida de Jesús

2 Pedro 3:13 nos dice: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”.

Isaías 65:17 menciona también nuevos cielos y una nueva tierra, pero describe luego el reino mesiánico. El Milenio es el eslabón que conecta esta vieja creación con la nueva creación que se nos describe en Apocalipsis 21 y 22.  Es decir, Jesús volverá a esta tierra y juzgará a las naciones de este mundo y gobernará este mundo en justicia por mil años.

Cuando vemos cómo avanzan las tinieblas y crece el mal en nuestro planeta, deberíamos doblar las rodillas y orar por la venida de Cristo, para que al fin las oscuras tinieblas que han caracterizado la historia de la humanidad sean vencidas por la luz de Su reino de paz y justicia.

Pedro menciona a Lot en 2 Pedro 2:7. Este hombre justo era atormentado día y noche por el estilo de vida de Sodoma y Gomorra. No tenemos por costumbre mencionar a Lot como un ejemplo de fe, pero debemos reconocer que, en este sentido, nos es un ejemplo. Cada uno de nosotros puede ver cómo se ha corrompido el sistema de valores; sin embargo, si somos honestos no nos quita nuestro sueño.

¿Realmente nos afligimos ante la práctica del aborto o la influencia destructora de la pérdida de ética sexual? Si realmente nos conmueve la violencia de las guerras, si nos duele la crisis espiritual, entonces debemos doblar nuestras rodillas y orar por la venida de Jesús, anhelando ese día con todo nuestro corazón. Él hará justicia y juzgará el pecado. Ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;

Ahora veremos la segunda instrucción de Pedro: apartarnos para Dios.
Estaremos firmes si nos apartamos para Dios.

Algunos cristianos se escandalizan al escuchar la palabra apartarse, pues creen que es sumamente importante pertenecer y ser reconocidos por su compromiso con la sociedad. Y con tal de ser relevantes para la sociedad, diluyen el mensaje del Evangelio con tal de no ofender a nadie.

Otros cristianos prefieren vivir un individualismo piadoso, critican a todos e incluso dejan de congregarse. No encuentran iglesia alguna que cumpla con sus expectativas, por lo que intentan pastorearse a sí mismos a través de la Internet.

Proverbios 18:1 en la versión Biblia de las Américas dice:

“El que vive aislado busca su propio deseo,

contra todo consejo se encoleriza”

Pedro no está hablando de este tipo de apartarse, sino que, en vista del juicio venidero, nos invita a andar en santa y piadosa manera de vivir.

Andar en santa y piadosa manera de vivir significa vivir apartado para Dios. Él es nuestro dueño. Lo que importa es Su voluntad y Su gloria.

Esto está indisolublemente unido al temor de Dios. Temer a Dios significa que Él tiene el primer lugar en importancia y en prioridad. Agradamos a Dios antes que a las personas o a la corriente dominante que nos rodea. No estamos dispuestos a convertir Su palabra en una masa elástica que se amolda según la opinión de nuestro entorno social.

El versículo 17 de 2 Pedro 3 habla del engaño de los inicuos y el peligro que corremos de caer en sus artimañas y ser arrastrados por ellos. La versión Reina Valera 60 dice arrastrados por el error de los inicuos”, mientras que Dios Habla Hoy utiliza el término “engaño”. El texto original utiliza la palabra griega plané, y no hace referencia a un desvío accidental, sino a un comportamiento desviado y deliberado.

Encontramos la misma palabra en Romanos 1:27 relacionado con la homosexualidad. Toda “seducción” mencionada en la Segunda carta de Pedro alude a un engaño deliberado que no deberíamos subestimar.

Esto incluye la deconstrucción de la ética cristiana y de la Palabra de Dios como revelación divina, negando su validez eterna e inerrancia.

La alternativa a esto es un decidió caminar en santidad y en el temor de Dios. Es necesario profundizar nuestra comunión con Dios para que Su Palabra determine nuestros pensamientos y acciones. El pecado ha existido desde el comienzo de los tiempos; no obstante, la diferencia con la actualidad es que el egoísmo del hombre y su concupiscencia ahora son presentados como cosas positivas.

Con el fin de justificar este humanismo, algunos círculos cristianos sacan de contexto o reinterpretan algunos pasajes bíblicos. El versículo 16 nos advierte que el mensaje de Dios es tergiversado por los débiles en la fe para su propia perdición.

También existe el peligro de dejarnos llevar por nuestros seres queridos. Son muchos los matrimonios cristianos que sufren por el comportamiento de sus hijos no cristianos. Es cierto que debemos amarlos de manera incondicional, no solo a ellos, sino a todas las personas, pues precisamente esa fue la forma en que nos amó el Señor cuando estábamos perdidos. Sin embargo, una misericordia mal entendida conlleva grandes peligros. Por ejemplo, el de ser influenciados por nuestros hijos u otras personas, al punto de modificar nuestra propia moral y justificar aspectos claramente contrarios a la Palabra de Dios.

El tercer peligro de ser arrastrados se esconde en nuestra propia carne. Mientras estemos en este mundo y no alcancemos la perfección, corremos el peligro de ser seducidos y arrastrados por el pecado. La arrogancia de la vida nos envuelve y ella es como agua sobre los molinos de nuestra naturaleza pecaminosa.

Debemos recordar una y otra vez: “Pertenezco a Jesús. Lo que importa es Su voluntad, y Su gloria. Mi vida le pertenece, y un día tendré que rendirle cuentas”. Esta era también la motivación de Pablo. En 2 Corintios 5:14 dice que el amor de Dios le impulsaba en su ministerio, y unos versículos antes nombra también “el temor del Señor” como motivación.

“Temer a Dios” no es una expresión muy popular hoy en día; pero, es un factor importantísimo que nos guarda de ser arrastrados por el pecado y nos ayuda a mantenernos firmes en el camino de Dios.

La excesiva confianza en sí mismos y la falta de temor ante los peligros ha provocado tragedias como las que vimos en el programa anterior.

Existe una santa reverencia ante nuestro Señor. Hebreos 12:9 compara la manera en que respetábamos a nuestros padres con nuestra reverencia ante Dios. Y concluye: ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?

En 2 Pedro 3:14, Pedro llama “amados” a los seguidores de Jesús. ¡Qué calidez y cuidado desprenden estas palabras! Luego, con la mirada puesta en el juicio venidero y la segunda venida de Cristo, los exhorta a ser celosos, a esforzarse y darlo todo, con el fin de “ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”. Pedro no dice “sin pecado”, pues eso será cuando alcancemos la perfección, sino “sin mancha e irreprensibles”.

Nuestro enfoque debe estar en vivir apartados para el Dios vivo. Nuestra conducta debe ser coherente con nuestra confesión, para ser hallados ser hallados por Él sin mancha e irreprensibles, en paz. “En paz” significa que estamos con una consciencia limpia al obedecer a Dios. La seducción a la cual hace referencia Pedro, ese supuesto “pase libre a pecar”, basado en una doctrina de la gracia mal entendida, no puede nunca brindarnos esta paz. Solamente la obtendremos si obedecemos a Dios, viviendo en santa y piadosa manera de vivir.

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