Nro. 371
26 enero, 2011Resultados eternos de la muerte de Jesús (2ª parte)
29 enero, 2011Autor: Marcel Malgo
¿Qué nos espera en la etapa final? ¿Para qué tienen que estar preparados los cristianos?
Son importantes preguntas a las cuales buscaremos respuesta en este artículo.
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Estimado amigo, cuando Juan escribió su primera carta, exhortó a sus lectores creyentes diciendo:„Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo»(1 Jn. 2:18). Si consideramos que el apóstol escribió estas palabras hace aproximadamente 1950 años – ¡imaginémonos qué actualidad tienen hoy!Pues hoy entonces, nos encontramos, más que nunca antes, en el „último tiempo».
¿Cómo se caracteriza esta última etapa del tiempo final? ¿Por la calma absoluta? Ya pasó la lucha, entonces podemos sentarnos cómodamente, juntar las manos en la falda y esperar lo que pasará. ¡No! Todo lo contrario: ¡La inquietud y la lucha son las características de la última hora! ¿Por qué? Porque ya vinieron „muchos anticristos», así que ni siquiera soñemos con tener quietud.
Por eso, también debemos tener mucho cuidado cuando nos anuncian tiempos de paz. Ya el apóstol Pablo advirtió al respecto:„…cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán»(1 Ts. 5:3).Pablo habla aquí de la venida del Señor, o sea, del último tiempo, y nos advierte que no actuemos con negligencia mientras esperamos este suceso, que no descansemos en una falsa quietud. Pues ahora de ninguna manera es un tiempo de quietud para los que creemos en Jesús, porque este último tiempo es el tiempo del anticristo.
No solamente Juan habló de este fenómeno tan negativo del tiempo final. También Pablo le escribió a Timoteo muy claramente:„También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita»(2 Ti. 3:1-5). ¿Cómo sabemos que Pablo habla aquí de anticristos y no simplemente de personas incrédulas?
Porque escribe:„…tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella.»Estas personas sí dan la impresión de estar del lado de Jesucristo, pero actúan contrariamente a Sus palabras – y exactamente así se comporta el espíritu anticristiano. De esta manera se manifestará un día también el último anticristo. Tendrá la apariencia de poder ser el Cristo o el Mesías, destacándose como bienhechor y creando la paz. Pero pronto se revelará como hijo del diablo.
Si bien es verdad que nuestro tiempo es muy agitado, ya que hay muchos anticristos entre nosotros, para los cristianos renacidos, sin embargo, también hay unaspecto reconfortante:
¡Los hijos de Dios pueden estar confiados!
El Señor Jesús anima a los Suyos con las palabras:„En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo»(Jn. 16:33). Esta gloriosa verdad la podemos alzar siempre como emblema de victoria, aunque sepamos de los problemas y las luchas de este tiempo. Una y otra vez tenemos que tomar conciencia de ella:¡Nunca mi problema podrá llegar a ser más grande que mi Ayudador!Si bien es verdad que vivimos en este mundo malo, ¡tenemos al Vencedor del Gólgota de nuestro lado! Por eso, la primera carta de Juan dice:„Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo»(1 Jn. 4:4).
Aunque justamente en esta última hora sintamos al espíritu diabólico como un aliento del infierno que muchas veces nos quiere atemorizar, podemos mirar a Jesús en las tempestades y batallas más grandes, y Lo escuchamos decir:„Confiad, yo he vencido al mundo.»Si te sientes muy afligido en tu corazón, levántate y proclama esta verdad en voz alta: „¡Jesús es Vencedor! ¡El ha vencido al mundo!» Esto, sin embargo, no quitará el hecho de que sintamos cada vez con mayor claridad que realmente vivimos en la última hora,y que ya hace tiempo que estamos en la tardecita de la historia de la salvación. El sol se ha puesto, aunque todavía no es plena noche. La Iglesia de Jesús espera el arrebatamiento, y el juicio sobre este mundo está a la puerta.Quizás nos preguntamos: „¿Qué nos deparará esta tardecita, esta última hora, todavía? ¿Qué tenemos por delante?»
Para encontrar respuesta a estas preguntas que muchas veces nos atemorizan, nos ayudará considerar algunos acontecimientos de la vida de los discípulos de Jesús, para ver qué nos dicen ellos a nosotros en nuestros días. Aprendamos de ellos a confiar plenamente, y en cada circunstancia, en nuestro maravilloso Señor.
Un panorama profético de nuestro tiempo
En Juan 6:16-18 leemos:„Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.»Ya venía la noche cuando los discípulos entraron en una barca, e iban cruzando el lago de Genezaret hacia Capernaum. ¿No es una imagen profética de nuestro tiempo, de la última hora, en la cual ya surgieron muchos anticristos?¿No son justamente la oscuridad y la inseguridad espirituales las características de nuestro tiempo que han sido causa de temor y angustia para muchas personas, llevándolas incluso al suicidio?
El que todavía no pertenece al Señor Jesús, por la fe en el Hijo de Dios, vive continuamente en temor, pues vivimos en una época demoníaca, en un tiempo de confusión en el cual la maldad ya cobró enormes dimensiones y el problema principal es la inseguridad. Cuando Jesús habla de Su venida con poder y gran gloria (y que esto no se confunda con el arrebatamiento), dice que antes de que esto acontezca, desfallecerán„los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra…»(Lc. 21:26). Ya hoy sentimos este miedo del cual habló Jesús. Ya está sobre la humanidad como un poder paralizador. Sí, toda la creación está sometida a él, como Pablo lo escribió en su carta a los cristianos en Roma:„Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios»(Ro. 8:19).
Ni siquiera nosotros, que somos hijos de Dios, podremos escapar a todo esto. Es verdad que no estamos expuestos al espíritu de miedo y de temor, pero todavía estamos en el mundo y muchas veces sentimos por todos lados los vientos del infierno.
Jesús no dijo que los Suyos nunca iban a tener miedo en el mundo, sino que dijo:„En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.»Si permanecemos en Él, el mundo no nos puede hacer nada, porque entonces„somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó»(Ro. 8:37).Ésta es justamente la gran diferencia entre los hijos de Dios y los hijos de este mundo, ellos son aplastados por el miedo, mientras los creyentes pueden superarlo en el nombre de Jesús.
A pesar de todo esto, no nos adormezcamos en una falsa seguridad, pues también nosotros, los hijos de Dios, somos confrontados con este mentiroso espíritu anticristiano.
Leímos en Juan 6:16-17:„Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.»No eran personas comunes, sino discípulos de Jesús que querían cruzar el mar hacia Capernaum.
Por supuesto que Jesús sabía que vendría una tempestad sobre el mar, pero no impidió que Sus discípulos pasaran por ese peligro. Lo mismo pasa hoy con nosotros, los que creemos en Él. Jesús no creó ningún cielito para los Suyos en ningún rincón de esta tierra, donde podamos refugiarnos y esperarlo hasta que venga. ¡No!Él nos puso en este mundo malo y demoníaco para testificar a la gente, para proclamar Su Evangelio por medio de nuestros actos y palabras.
Pero, nos dio un salvoconducto para esto: Su victoria sobre este mundo. Y gracias a este salvoconducto llegaremos seguros adónde Él está, aunque ahora todavía pasemos por momentos de confusión e incluso de miedo, o para usar una imagen: Aunque las olas del mar parezcan inundarnos, de manera que temamos ahogarnos. A pesar de los muchos contratiempos, llegaremos sanos y salvos. Sí, podemos esperar ese día del encuentro con Jesús con gozo, porque la meta que tenemos por delante es infinitamente gloriosa.
Los discipulos de Jesús, allí en el mar de Galilea, avanzaban hacia la noche oscura, y la tempestad que se desataba los sumió en una gran inseguridad. Pero tenían una meta gloriosa delante de ellos: Capernaum.