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Autor: Wolfgang Bühne

El huerto de Getsemaní, aquel lugar familiar, donde el Señor se había retirado muchas veces con Sus discípulos, es por última vez el escenario de una escena dramática, donde Él se iba a encontrar con una gran presión y aflicción en su alma.


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PE2293 – Estudio Bíblico
La lucha del Señor en Getsemaní (4ª parte)



¿Cómo están amigos? Habíamos comenzado a contemplar: El legado de David Brainerd. Él fue uno de los primeros misioneros que, como pioneros, trabajaron entre los pieles rojas de América del Norte.

Los diarios que escribió, dan un vivo testimonio de cómo se reconoce a sí mismo en toda su depravación, pecaminosidad e inutilidad, recibiendo, al mismo tiempo, ojos abiertos para ver la gloria de Dios y la grandeza de Su gracia.

Murió a los 29 años y pasó sus últimos meses, moribundo, en la casa del conocido predicador del avivamiento y teólogo Jonatán Edwards. Éste procuró convencerlo para que diera el permiso de publicar sus diarios después de su muerte.

Fue un arduo trabajo convencerlo, pero después de que otros amigos también se lo pidieran encarecidamente, entregó parte de sus anotaciones a Jonatán Edwards, para que de ellos sacara “…lo que más gloria diera a Dios y más sirviera a la piedad.”

Después de la temprana muerte de Brainerd, Edwards finalmente publicó una selección de extractos de su diario y otros escritos, bajo el título “La vida de David Brainerd – Diario de un misionero entre los indios”, y también añadió unos excelentes comentarios.

Ya en el siglo XVIII, este libro influyó enormemente en hombres como Juan Wesley, Jorge Whitefield, Guillermo Carey y muchos otros. Más tarde, fueron Henry Martyn, Charles Spurgeon, y Andrew Murray. Y finalmente, en el siglo XX, Jim Elliot fue alentado, por la lectura del diario, a pensar en una “vida piadosa a la luz de una muerte temprana”. Igual que su modelo, Elliot murió a los 29 años, siendo también misionero y dejándonos también un diario: “A la sombra del Omnipotente”, que editó su esposa Elizabeth, y que ha sido traducido a muchos idiomas.

Ya hemos citado varios extractos valiosos de las anotaciones de Brainerd, porque son ejemplos alentadores de un hombre entregado a la oración. Para terminar, queremos citar aquí una carta de Brainerd, que escribió a su hermano Juan, quien continuó la obra misionera de David entre los pieles rojas.

La conmovedora carta, fue escrita pocas semanas antes de su muerte (el 9 de octubre de 1747).

Jonatán Edwards puso como título a esta última carta:
“A su hermano Juan en Bethel, la ciudad de los indios cristianos en New Jersey, escrita en Boston, cuando estaba al umbral de la tumba, el verano antes de su muerte”.

Citamos, entonces, la carta de Brainerd:

“Mi querido hermano:

Me encuentro en la víspera de la eternidad, esperando presentarme muy pronto en el mundo invisible. Y ya no me siento más habitante de la tierra, y a veces fervientemente anhelo “partir y estar con Cristo”.

Alabo a Dios por haberme concedido la capacidad de reconocer, durante varios años, que es imposible que un ser racional goce de la felicidad verdadera, sin estar completamente entregado a Dios.

Hasta cierto punto, he actuado motivado por esta comprensión: ¡Oh si hubiera hecho más! Vi, tanto la excelencia, como la necesidad de la santidad en la vida; pero jamás de la misma manera como ahora lo comprendo, al encontrarme al borde de la tumba.

Oh, hermano mío, busca la santidad; prosigue este blanco bendito; que tu alma sedienta diga siempre: “Jamás estaré satisfecho hasta despertarme a tu semejanza”. […]

Mi querido hermano, debo exhortarte a seguir la santidad personal; que practiques el ayuno y ores todo lo que tu salud te lo permita. Que vivas muy por encima del nivel de los cristianos mediocres; te ruego que atiendas solemnemente a la obra de Cristo; esfuérzate por poder distinguir entre la religión falsa y la verdadera; y para hacerlo, atiende cuidadosamente a la obra del Espíritu Santo en tu propio corazón. Pídele ayuda y compara, imparcialmente, tus experiencias con Su Palabra.

Lee los escritos del Sr. Edwards sobre los impulsos del corazón, donde se distingue claramente el núcleo y el alma de la piedad frente a las emociones falsas. Evalúa a los amigos religiosos, según ese contenido […]

Cuando se trata del gozo espiritual auténtico, el alma se goza en lo que Dios es en Sí mismo; Lo alaba por Su santidad, soberanía, poder, fidelidad y toda Su perfección; Lo adora por ser lo que es; porque tiene gloria y dicha infinitas, sin cambio alguno. Alegrarse así sobre la perfección de Dios y la excelencia del camino de la salvación por Cristo, y sus santos mandamientos, los cuales son una copia de su santa naturaleza, alegrarse así es un gozo divino y espiritual. Nuestro gozo estará con nosotros en la hora de la muerte, cuando estemos seguros de que hemos obrado muy por encima de nuestro propio yo y nos hemos gozado sin egoísmo, por así decirlo, en la gloria del Dios bendito […]

Temo que no comprendas cuánta religión falsa hay en el mundo. Muchos cristianos serios y pastores estimados, se dejan impresionar fácilmente por esta llama falsa. Temo también que no seas consciente de las terribles consecuencias de esta religiosidad falsa. Déjame decirte, que éste es el diablo disfrazado de ángel de luz. Es un fruto del infierno, que surge siempre que hay un avivamiento, apuñalando y asesinando la causa de Dios, mientras que suele simpatizar con un gran número de personas benévolas en la cúspide de la piedad. Prepárate, hermano mío, para desmenuzar este carácter de religiosidad entre los indios, y nunca animes a cualquier medida de pasión sin luz.

En el nombre de su moribundo pastor, sí, aun en el nombre de Aquel que murió y volvió a vivir, exhorta a mis hijos espirituales a vivir y andar como conviene al evangelio.

Cuéntales cuán grande es la esperanza que Dios tiene en Su pueblo, y cómo han de dañar la causa del Señor, si caen en pecado; y cuán triste será la influencia de su mal testimonio en los otros pieles rojas.

También enséñales con insistencia que sus experiencias son corruptas, sus alegrías engañosas, aunque sea que hayan sido arrebatados hasta el tercer cielo en la presunción de ellas, si sus vidas no son espirituales, cuidadosas y santas. Enfatizando estas cosas “te salvarás a ti mismo y también a aquellos que te escuchan.”

Dios sabe que estoy dispuesto a servirlo más en la obra del ministerio, aunque fuera con todos los trabajos y dolores de los años pasados, si así fuera Su voluntad; pero como ahora parece que Su voluntad es otra, estoy completamente contento y con completa libertad digo: “Sea hecha la voluntad del Señor”.

Me da tristeza pensar en dejarte a ti, en un mundo de pecado. Mi corazón se compadece de ti; me duele pensar que a ti todavía te esperan vientos y tempestades de los que, por la gracia de Dios, yo estoy por librarme. Pero, Dios vive, y bendito sea nuestro Refugio y Roca, Él es el mismo amigo Todopoderoso, y confío que será tu Guía y Ayudador, tal como lo fue para mí.

Y ahora, mi querido hermano, “te encomiendo a Dios y a la palabra de Su gracia, la cual es poderosa para sobreedificarte y para darte herencia entre los que son santificados.”

Que goces de la presencia divina, tanto en tu vida personal como en tu ministerio público, y que tus brazos sean corroborados por la diestra del Dios de Jacob. Estos son los deseos y oraciones fervientes, de tu cariñoso hermano moribundo.

DAVID BRAINERD.”

El diario de Brainerd, termina con una anotación del 2 de octubre de 1747 – o sea una semana antes de su muerte:

“Mi alma estuvo puesta hoy dulcemente en Dios en varias ocasiones; ansiaba estar con Él para poder contemplar Su gloria. Me sentí dulcemente dispuesto a encomendárselo todo a Él, mis queridos amigos, mi querido rebaño, mi hermano ausente, y todos mis intereses para el tiempo y la eternidad. ¡Oh, que Su Reino pueda venir a este mundo, que puedan todos ellos amar y glorificarle por lo que es en Sí mismo, y que el bendito Redentor pueda ver el trabajo de Su alma y quedar satisfecho! ¡Oh, ven Señor Jesús! ¡Ven pronto! Amén.”

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