La pequeña niña y su gran mensaje (2ª parte)

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Autor: Norbert Lieth

El relato de la cura y transformación del general sirio Naamán (2º Reyes 5), tiene varias enseñanzas para los lectores: Cómo Dios obra a través de lo débil y lo pequeño, la importancia de la humildad y el compromiso con el Señor, señales proféticas, amor a los enemigos, testimonio, y más. Un relato rico en ejemplos, algunos para imitar, otros para evitar.


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PE2360 – Estudio Bíblico
La pequeña niña y su gran mensaje (2ª parte)



Estimados amigos, el programa pasado hablamos de Naamán. Era un hombre conocido, famoso, ejemplo para muchos. Un general victorioso en las batallas. Y a pesar de todo su poderío y grandeza, a pesar de toda su riqueza, era un hombre infeliz, pobre y perdido, marcado por la lepra, símbolo del pecado.

En contraposición, el nombre de la joven era y permanece siendo desconocido. Sin patria, prisionera, esclava de los enemigos de Israel, lejos de su familia – qué tremendo contraste con el gran Naamán.

Pero aun siendo esclava ella era más feliz que Naamán, sólo por una sencilla razón: ella conocía el camino de la salvación. Ella creía en el Dios de Israel. Ella conocía al Señor y sabía que Él tenía un profeta en Samaria, a través del cual Dios podría operar el milagro de su curación.

¿Escuchamos a esta niña clamar? Ella nos dice en nuestro tiempo: “Escuchen, ustedes los del siglo XXI, sin Jesús ustedes permanecen pobres, atados al pecado y a las pasiones, entregados a la muerte, sin esperanza de mejorar, y eso a pesar de todos sus avances tecnológicos y científicos. – Sin embargo, si ustedes toman la mano de Jesús, el Hombre de Israel, el Hijo de Dios, mayor que todos los profetas, entonces sanarán si es Su voluntad. ¡No busquen en cualquier lugar, vayan a Jesús!

El tercer punto a analizar es: “¿Por qué Dios lo permite?”

“El Señor nos guía por sendas de justicia por amor de su nombre”
Este hombre debía ser sanado y llegar a creer en Dios (versículo 15, de 2ª Reyes 5). Él debería obtener la paz (versículo 19) y reconocer la importancia de Israel. El Señor quería glorificarse a través de todo eso. La niña misma, a causa de ese suceso, entró en el registro de la Palabra de Dios. Esa niña fue usada proféticamente para darnos un ejemplo: Naamán, a pesar de gentil, también podía alcanzar la salvación.

En su corazón, quizás habrá resonado la voz de Jesús: “Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás” (palabras que leemos en Juan 13:7).

¿Por qué Dios lo permite? – Ésa es una pregunta que una y otra vez nos conmueve y para la cual casi nunca tenemos una respuesta, pues el Señor no nos la da. Ejemplo de eso es Job, quien hizo muchas preguntas a Dios, pero no recibió respuestas.

Esta niña tal vez ni se hizo esa pregunta, sino que soportó calladamente su situación, y, al actuar así, sirvió a Dios.

A la pregunta: ¿Por qué Dios lo permite? La Biblia nos da dos indicaciones con las cuales podemos estar satisfechos.

Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Y Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Todas las circunstancias en nuestra vida – si somos seguidores completamente entregados a Él, y confiamos en Él – sirven para nuestro bien. Todas las situaciones de la vida obedecen a la disposición de Dios. Somos guiados por un camino que le debe servir para lo mejor al Señor y a Su obra.

Dios quiere que seamos testigos de Él en cualquier situación o lugar para que Su nombre sea glorificado.

El cuarto punto a analizar, es: Lo que es tener autoridad.

En 2 Reyes 5:3 y 4, leemos: “Ésta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel”.

Es impresionante observar la reacción ocasionada en la vida del más alto regente de Siria por las palabras de la muchacha.

Ella sólo dijo una breve frase que puso en movimiento a la esposa de Naamán, quien se lo comunicó a él; y eso, de repente, le dio una nueva esperanza, animándose a ir con ese mensaje a su rey. De seguro que eso no fue tan simple, pues, a final de cuentas, era el reconocimiento de la propia debilidad de los sirios y una concesión a Israel. Pero, a pesar de esto, el rey también fue impulsado y lo acogió favorablemente, escribiendo de inmediato una carta al rey de Israel, y mandando a Naamán allá.

A esa niña la tomaron en serio. Sus palabras tenían autoridad. Parece que su conducta era tan ejemplar, su vida tan entregada al Dios de Israel, que se le prestó atención a su testimonio y se le acogió favorablemente. El Espíritu Santo usó el testimonio de esa niña para hacer una gran obra de Dios. Dios mismo se colocó detrás de las simples palabras de esa niña judía.

Hagamos un paréntesis y pensemos en la reputación de Lot en Sodoma y Gomorra. Lot sí era justo, pero vivía en compromiso con el mundo de Sodoma. Cuando el Señor anunció el juicio sobre Sodoma, la Biblia dice deplorablemente de Lot: “Lot salió para hablar con sus futuros yernos, es decir, con los prometidos de sus hijas. -¡Apúrense! – les dijo. ¡Abandonen la ciudad porque el Señor está por destruirla! Pero ellos creían que Lot estaba bromeando” (nos dice Génesis 19:14).

Las palabras de Lot parecían una mala broma, sin autoridad, lo que apenas causó el movimiento de los músculos de la risa.

En cambio, las palabras de la niña sí tenían autoridad, de manera que fueron tomadas en serio; corazones, manos y pies fueron movidos.
En el versículo 4, de segunda Reyes 5, leemos: “Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel”.

¿Qué es lo que provocan nuestras palabras? – ¿Nos las toman en serio? – ¿Tenemos autoridad? – ¿Tiene nuestro testimonio buena recepción? – ¿Está Dios detrás de lo que hacemos y decimos? – ¿Puede el Espíritu Santo usarnos para el obrar de Dios?
¿En qué consistía la autoridad espiritual de esa niña?
El versículo 3 dice: “Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”. Percibimos en sus palabras dónde estaba su corazón: en su casa. A pesar de que no le iba mal en la casa de Naamán, y que vivía en medio de la riqueza y suntuosidad – un mundo que antes no conocía, su mente se mantenía ocupada con el país y el pueblo de Dios, y con el Dios de Israel mismo. Su corazón estaba en Israel.

Muchos son cristianos, pero su corazón vive en el mundo. Muchos se encuentran en medio de ese mundo, tienen que trabajar y servir estando en el mismo, pero su corazón está en Cristo. Eso lo afirma Mateo 6:21: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” En otra versión dice: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestra atracción”. Y en otra: “Porque donde esté tu tesoro, puedes estar seguro de que tu corazón también estará ahí.”

Con lo que ella dice en el versículo 3 declara que todos los dioses paganos de los sirios son falsos. Su testimonio contiene la verdad: “Toda su religiosidad, todos sus dioses sirios no los pueden ayudar; ¡El verdadero Dios se encuentra en Israel!”

Ella creía en el poder del profeta, en la Palabra de Dios, y en un Dios que hace milagros. – Su fe era tan grande que no dudaba que a Naamán realmente se le podía ayudar. Fuera de eso, ella tenía un envidiable valor para testificar.

¡Donde esté nuestro corazón, allí también se encontrará nuestra autoridad! – Si nuestro corazón está fundamentado en Jesús, no podremos hacer otra cosa que dar testimonio de Él. Como lo dice tan acertadamente Hechos 4:20: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”

Sobre lo que nosotros hablemos más y con más intensidad, allí también estará nuestro corazón. Algunos se saben de memoria la programación de la televisión; otros conocen a los cantantes pop que están en boga; otros más están informados sobre lo más actual de la fórmula uno. Unos saben todo sobre la liga nacional de fútbol o sobre la liga europea; algunos más se saben los punteos de la bolsa de valores, otros saben cuál es justamente la moda que entra o sale… Eso no necesariamente tiene que ser pecado, pero si nuestra vida cotidiana es dictada y dominada por eso, deberíamos cuestionarnos si nuestro corazón está lleno de las cosas correctas.

¡Donde esté nuestro corazón, allí también se encontrará nuestra autoridad!

El quinto punto a analizar, es: Cuán importante es una buena educación.

Ella probablemente tuvo el privilegio de tener padres que creían con todo su corazón en Dios. No sabemos nada al respecto de su trasfondo, pero vemos que la niña estaba fundamentada en la fe, a pesar de su penuria y esclavitud en un país extranjero.

¿Qué pasaría si tuviéramos que dejar ir a nuestros hijos a una edad temprana lejos de nosotros?

La niña tenía un fundamento seguro, ciertamente fue enseñada en la Palabra de Dios, lo cual desarrolló en ella una fe personal.
Puedo imaginarme que su familia se reunía regularmente para estudiar la Palabra de Dios. Especialmente al comienzo del sábado se reunían para la lectura de las Escrituras. Celebraba una fiesta familiar especial en la Pascua, en la que el hijo menor de la familia debía preguntar: ¿Cómo llegamos a festejar la Pascua? Además de eso, con seguridad, los padres de esa niña le eran un buen ejemplo en la vida cotidiana.

Si el apóstol Juan hubiera vivido en aquella época, seguramente también habría confirmado lo que dice 3 Juan 4: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.”

Una buena educación cristiana es muy importante. Como lo dijo el Prof. Gottfried Schröder: “No hay ninguna duda de que una educación cristiana pueda llevar a los niños a la fe—pero, por cierto, no hay garantía del éxito.”

Leemos en Deuteronomio 6:6 y 7 “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.

Cuán importante es que los jóvenes vivan de una manera decidida e independiente con Jesús, incluso cuando, por razones de estudio o trabajo, se vayan del hogar.

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