La pequeña niña y su gran mensaje (6ª parte)

La pequeña niña y su gran mensaje (5ª parte)
4 abril, 2018
La pequeña niña y su gran mensaje (7ª parte)
4 abril, 2018
La pequeña niña y su gran mensaje (5ª parte)
4 abril, 2018
La pequeña niña y su gran mensaje (7ª parte)
4 abril, 2018

Autor: Norbert Lieth

El relato de la cura y transformación del general sirio Naamán (2º Reyes 5), tiene varias enseñanzas para los lectores: Cómo Dios obra a través de lo débil y lo pequeño, la importancia de la humildad y el compromiso con el Señor, señales proféticas, amor a los enemigos, testimonio, y más. Un relato rico en ejemplos, algunos para imitar, otros para evitar.


DESCARGARLO AQUÍ
PE2364 – Estudio Bíblico
La pequeña niña y su gran mensaje (6ª parte)



¿Cómo están amigos? Ya habíamos visto 10 puntos a analizar en este mensaje. Continuemos ahora, y veamos:

El onceavo punto a analizar, que es: La bendita consecuencia de la verdadera salvación.

Vemos en Naamán: Un cambio radical

Así leemos en los versículos 14 al 19, de segunda Reyes 5: “Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues”.

Naamán fue completamente restablecido y sanado. La sanidad provocó en él la fe en el Dios de Israel, transformándolo en una nueva criatura. Vemos un cambio rotundo en la vida de ese general.

Consideremos que: Naamán no sólo fue sanado, sino que su carne se volvió como la de un niño. Esa es una indicación muy clara del nuevo nacimiento, como lo describe Pablo en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” En otra versión: “Si alguien está unido a Cristo, hay una nueva creación. Lo viejo ha desparecido y todo queda renovado”. Es decir, la antigua vida del viejo hombre con sus conceptos y prejuicios carnales y equivocados quedó atrás.

Jesús también le dijo a Nicodemo, cuando este le buscó: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

Esa transformación la podemos observar en la vida de Naamán. Como dice Romanos 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. Desde aquel instante en adelante, Naamán anduvo en una nueva vida.

“Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo” (dice en el versículo 15). Naamán ya no era el altivo general que ponía la confianza en sí mismo, sino se había convertido en un creyente humilde. Llegó a conocer verdaderamente a Dios, lo testificó y agradeció humildemente: “… ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel.” Reconoció que sólo el Dios de Israel es el único y verdadero. No hay otro. Ese reconocimiento lo hizo delante del profeta, y delante de toda su compañía que había venido con él desde Siria. Era algo evidente; no se podía negar que por el poder de Dios había sido sanado de esa enfermedad incurable. Ya no quiso usar el oro y la plata para comprar su sanidad, sino para entregárselos como ofrenda de gratitud.

Con esa humildad, Naamán vio a Israel a través de una perspectiva muy diferente. Antes, Naamán despreciaba la tierra de Israel y todo lo que en ella había. Al haber sido sanado, reconoció que es una tierra muy especial, donde Dios mora y actúa. Eso se puede ver en el hecho de que pidió la carga de tierra que podía llevar un par de mulas con el propósito de hacer un altar a Dios. Así leemos en el versículo 17: “Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová”. Naamán llegó a una conversión verdadera y entrega total al Dios de Israel, lo que lo llevó a desligarse inmediatamente de cualquier otro compromiso. Le dio la espalda a los dioses de Siria y ya no quiso mezclarse con ellos. Toda su vida debió cambiarse. Con la tierra que llevó de Israel quería levantar un altar a Dios en Siria. Eso fue una confesión maravillosa y visible, y para las personas de su tierra un tremendo testimonio. Ahora Naamán podía decir con el salmista: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte”.

Además, el llevar tierra de Israel a su patria nos muestra proféticamente que se lleva un pedazo de Israel a Siria; y que Naamán, como gentil que ahora creía en el Dios de Israel, también quería representar a esta tierra en su país. – La misma comisión tiene la Iglesia de Jesús en nuestros días. Nosotros creemos en Jesucristo, el Hijo de David, que a la vez es el Hijo de Dios. ¿Cómo no deberíamos interceder por Israel, por los hermanos de Jesús? Pablo dice, en Romanos 11, que nosotros somos ramas de un olivo silvestre, y que hemos sido injertados en el buen olivo, Israel: “Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.” Así, somos privilegiados al haber sido injertados en el buen olivo. Y qué maravillosa esperanza para Israel, es el hecho de que será salvo.
Hoy no vemos mucho de eso en Israel, pues hay mucho secularismo, siendo sólo una pequeña parte del pueblo la que en verdad busca a Dios; pero llegará el día en que todos reconocerán a quién han traspasado. Como dice Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.

Por otro lado, tenemos una gran responsabilidad, pues el endurecimiento de Israel ha sucedido para que nosotros, que no somos judíos, fuéramos salvos. Nosotros debemos aprovechar el tiempo de gracia que nos queda para hablar a más personas del mensaje del Evangelio.

Otro cambio inmediato que podemos percibir en la vida de Naamán es que ahora tiene un espíritu sensible. Lo vemos en el versículo 18, de 2 Reyes 5: “En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo”. En ese versículo observamos que también aprendió a discernir a los espíritus, y tuvo conocimiento del pecado, adquiriendo, como consecuencia, una conciencia muy sensible. Ya no se quedó indiferente con respecto al verdadero Dios; hizo el propósito de, a pesar de cumplir con su obligación, permanecer fiel a Dios en su corazón. Por lo tanto, la respuesta del profeta Eliseo es una respuesta de parte de Dios. “Y él le dijo: Ve en paz”. Naamán pudo viajar con la paz de Dios en su corazón y seguramente se tornó una gran bendición para muchas otras personas en su tierra. Porque así como había dado testimonio delante del profeta Eliseo, y ante toda su compañía, seguramente también testificó en su tierra, delante del rey que le había dado la carta para el rey de Israel, y, principalmente, delante de su casa y de sus amigos acerca de su sanidad a través del obrar del Dios de Israel. Y cada vez que haría un sacrificio sobre el altar hecho de la tierra traída de Israel estaría testificando que el Dios de Israel era el verdadero.

Un cambio más evidente en la vida del general Naamán fue que ya no quería comprarse la salud con el oro y la plata, sino que quería darlos como ofrenda y regalo de gratitud. Una persona de verdad convertida querrá dar ofrendas de gratitud, no por obligación, sino porque ha recibido mucho del Señor. Naamán también da muestras de agradecimiento. Él podría haber regresado a su país sin pasar por la casa de Eliseo para agradecerle por su intervención decisiva. Si Eliseo no hubiera llamado a Naamán para que viniera a él, no habría alcanzado nada esperando ayuda del rey de Israel. Aquí recordamos el episodio de cuando Jesús sanó a 10 leprosos, y sólo el que era samaritano vino a darle las gracias. Los otros no se dignaron en darle las gracias a Jesús. Lucas 17: 17 al 19 dice: “Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

¡Qué cambio radical tuvo Naamán! ¿Se puede ver ese cambio en nuestras vidas? ¿Pueden los demás reconocer en nosotros que tenemos vidas cambiadas, que ya no actuamos como lo hacíamos antes de nuestra conversión? ¿Es nuestro testimonio tan claro y radical como el de Naamán?

Qué el Señor nos ayude a ser una luz en la oscuridad, tal como Naamán en la tierra pagana de Siria. La luz de aquella pequeña sierva, que Dios permitió que fuera llevada a Siria, comenzó a multiplicarse. ¡Que eso también sea una realidad en nuestra vida!

Y llegamos al doceavo punto analizar: Cuán peligroso es claudicar
y hacer compromisos.

Los versículos 20 y 27 nos dicen: “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa… Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”.

¡Qué trágico fin para un siervo de Dios! Él vivía en la presencia de uno de los más grandes profetas de Israel, de quien más milagros tenemos registrados en la Biblia. Giezi significa “valle de visión”: Él pudo ver con sus propios ojos lo que Dios puede obrar a través de una persona entregada al servicio del Señor.
Por ejemplo:
cómo una pareja estéril tuvo un bebé (2 Reyes 4:14 al 17);
cómo un niño resucitó (2 Reyes 4:32 al 35);
cómo una comida venenosa se transformó en comestible (2 Reyes 4:40 y 41);
cómo hubo una multiplicación de panes (2 Reyes 4:43 y 44);
cómo un leproso se curó (2 Reyes 5:1 al 14).
Pudo ver la provisión y el cuidado que el Señor tenía para con sus siervos. Pero, aparentemente, no estaba satisfecho. No tenía la fe de su amo. La codicia fue el tropiezo que al fin de cuentas le arruinó totalmente su vida. Aunque vivía en una atmósfera espiritual, bajo la sombra de un varón de Dios, su corazón estaba en otro lugar. Su corazón claudicaba entre el servicio al Señor y el amor al dinero, a lo material. Ya no estaba lleno del Espíritu del Señor, sino que fue la codicia que finalmente ganó la lucha en su alma. Tenía un corazón dividido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
USD Dólar de los Estados Unidos (US)