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Autor: Norbert Lieth

El liderazgo en la iglesia es un tema de suma importancia y mucho más lo fue para la Iglesia naciente. Es por eso por lo que es tan necesario el análisis de los diferentes actores que aparecen en las cartas a las iglesias. En esta oportunidad escucharemos sobre los diáconos.


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PE2746- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (12ª parte)



Liderazgo de la iglesia III

En nuestro estudio de hoy continuaremos hablando sobre las características de las funciones de las personas en la iglesia local. En esta oportunidad hablaremos de los Diáconos. Dice 1 Timoteo 3:8-13:Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

La palabra “diácono” significa “alguien que sirve.” Los diáconos “sirven.” Son tareas prácticas de la iglesia. Mientras los obispos lideran la iglesia y sirven con la ministración de la Palabra de Dios, y la enseñanza, atendiendo a las necesidades internas de la congregación, los diáconos son responsables por cuidar de las diferentes necesidades externas.

El diaconado es derivado del relato de Hechos 6:2-3 que dice: «Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”. De la misma manera en la que fue mencionado para los obispos en 1 Timoteo 3:8, los diáconos también deben de servir de manera ejemplar. En el primer pasaje son mencionadas siete características a ser encontradas en el diácono:

Primeramente, debe ser respetable, con plena dignidad y decencia. De una sola palabra: no dando opiniones diferentes a más de una persona sobre un mismo tema. Se menciona que no debe ser inclinado al vino, y la dependencia del mismo es inconcebible. Además, no codicioso, ni ambicioso. El diácono nunca debe buscar privilegios financieros para sí mismo. Debe conservar el misterio de la fe con conciencia limpia. Su actitud práctica debe coincidir con las Escrituras y con la fe, y no entrar en contradicción con las mismas. Debe ser previamente avaluado. Significa ser observado. Con el fin de evitar la posibilidad de instituir cristianos muy recientes en la fe para las funciones de diácono, o de decidir muy apresuradamente.

Por último y solamente después de ser considerado irreprensible, debe ser encargado a servir. Ese paso, por su lado, enseña la importancia y consideración atribuidas al ministerio prestado a Dios a través de la iglesia. El capítulo sigue instrucciones a las damas: 1 Timoteo 3:11 dice: Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo”. No soy de la opinión de que ese texto solo se refiere a las esposas de los diáconos, sino también para la diaconía ejercida por mujeres, de un modo general, en la ejecución de tareas especialmente delegadas a ellas.

Las mujeres no casadas también pueden realizar trabajos de diaconía. Para ese aspecto, hay algunos argumentos: Pablo dice que cada diácono sea esposo de una sola mujer en 1 Timoteo 3:12. Lo mismo había recomendado para cada obispo en 1 Timoteo 3:2). Si el versículo 11 fuera relacionado a las esposas de los diáconos, sería de esperar que fueran dadas las mismas recomendaciones en cuanto al procedimiento de las esposas de los obispos. ¿Por qué habría de haber exigencias especiales para las esposas de los diáconos? Da la impresión de que, según el contexto, significa que todas las mujeres en el servicio diaconal deben de proceder de modo como está indicado en versículo 11, y que cada diácono, y cada obispo tenga una sola esposa.

Las mujeres son repentinamente incluidas en el texto y parecen configurar algo por separado. Si Pablo quisiera referirse a las esposas de los diáconos, lo habría mencionado claramente. El texto, sin embargo, no lo indica. Como ya observamos anteriormente, era común ver mujeres activas en el servicio diaconal, podemos leer sobre una mujer que aparece en Romanos 16:1 que dice así: Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea. Febe era una diaconisa, servidora de la iglesia, así como María, Trifena, Trifosa, y Pérsida de acuerdo con Romanos 16:1-2, 6 y 12. Consta que ellas sirvieron y trabajaron en el Señor, y fueron de apoyo para muchos.

De acuerdo con Tito 2:3 y 4, las mujeres mayores deben enseñar y orientar a las mujeres más jóvenes. En Filipenses 4:2 y 3 son mencionadas las damas Evodia y Síntique, y se las insta a que lucharan por el Evangelio. Seguro el pasaje de 2 Timoteo 3:15 puede servir de base para los trabajos con niños. Pienso que Pablo consideraba a esas mujeres como una especie de tercer grupo. Primero estaban los obispos, después los diáconos, que deben de portarse de modo similar como los obispos, y, así también debe ser el procedimiento de las diaconisas de acuerdo al pasaje que estamos estudiando que es 1ª Timoteo 3:11.

Ellas también deben ser respetables, no calumniadoras, sino sobrias y fieles en todas las cosas. En seguida, Pablo vuelve su mirada a los diáconos, y sigue diciendo que cada uno debe ser marido de una sola mujer”, lo que ya tratamos en la recomendación para los obispos. De la misma manera, cada diácono gobierne bien a sus hijos, y la propia casa”. Esa tarea incluye también a sus esposas. Sin embargo, esa afirmación nuevamente apunta a la constatación de que Pablo, con las instrucciones dadas anteriormente a las mujeres, no se refiere necesariamente a las esposas de los diáconos. Si la esposa de un diácono, así como sus hijos, no tiene un comportamiento acorde, significa que de hecho no gobierna bien su casa.

Así, se podría haber ahorrado la afirmación anterior. Sin embargo, si lo incluye a las diaconisas, sería comprensible. En 1ª Timoteo 3:13 dice: Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús. Ese versículo nos dice varias cosas: si es posible presentar un buen desempeño en un ministerio, significa que lo contrario también es posible. El trabajo no inicia solamente en el ámbito de la iglesia, sino tomando en cuenta todo lo recomendado por el apóstol Pablo en ese pasaje. Así, los diferentes ministerios están unidos bajo las mismas recomendaciones.

La persona que se dedica muy bien a un ministerio diaconal, por otro lado, también recibe el reconocimiento y la consideración especial de la iglesia a que sirve. Este reconocimiento lo alcanza por cumplir su servicio con dedicación, demostrando sentido de responsabilidad. Al mismo tiempo, demuestra la sinceridad de su fe en Cristo Jesús. Tal vez Pablo haya hecho una alusión a los diáconos Esteban y Felipe, los cuales testificaron de su fe con mucho denuedo. Ciertamente, también implica la libertad para testificar, lo que indica que los diáconos pueden cooperar en el ministerio de predicación de la Palabra.

A través de un trabajo eficiente y fiel, la convicción de fe del diácono adquiere automáticamente más libertad, autoridad y poder. Ese poder no depende únicamente de la oración, sino especialmente de aspectos prácticos. Pero nótese también lo contrario: si el colaborador fuera de palabra dudosa, ambicioso, dado al alcohol, o vive en deshonra, su modo de vida no combina con la doctrina de la fe que debería representar, automáticamente pierde poder y autoridad.

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