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Autor: Norbert Lieth

En 1ª Timoteo 2:1 Pablo habla de una lista de prioridades, no solamente para Timoteo sino para la iglesia entera. Ante todo: ¡Orar! ¿Cómo? Suplicando, orando, intercediendo, dando gracias.


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PE2740- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (6ª parte)



Oración, la gran prioridad

Queridos amigos, hasta ahora hemos llegado al versículo 17 de primera de Timoteo 1, y ahora seguiremos en el versículo 18: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”. (1 Ti. 1:18-20).

¿A qué mandamiento se refería el apóstol al decir Este mandamiento”? Pablo hace referencia a todo lo que ha escrito en los versículos anteriores. Timoteo debía ordenar que se predicara doctrinas falsas. Debía cuidar de que no se introdujeran influencias extrañas en las iglesias, y debía velar por la sana doctrina. Timoteo fue llamado a pelear la buena batalla”. Pero, no sin las armas espirituales adecuadas, sino actuando conforme a las profecías que le habían sido dadas tendría las fuerzas para asumir esa gran responsabilidad. Timoteo había recibido profecías en las cuales podría apoyarse y que hablaban del don de gracia que Dios le había conferido para el ministerio. (compare 1 Ti. 4:14 y  2 Ti. 1:6).

La Escritura nos exhorta y anima también a nosotros a pelear la buena batalla. Somos igualmente convocados a utilizar y de gozarnos por el don que cada uno ha recibido del Señor para la edificación de la iglesia. Dios da para cada tarea también el don de gracia que nos capacita para cumplirla. Para poder pelear la buena batalla es necesario algo más que el ejercicio de los dones. También se necesita mantener la fe personal y una buena conciencia.  Versículo 19: “Manteniendo la fe y buena conciencia”. La profecía y los dones son dados por Dios, La fe y la buena conciencia son nuestra responsabilidad. Es únicamente de ese modo que podemos pelear la buena batalla y permanecer en ella. Pelear significa: ejercer tu don por la fe, apropiarte de las promesas de Dios, y poner en práctica lo que ya sabes que Dios quiere de ti, manteniendo así una buena conciencia.

Aquel que no permanece en la sana doctrina, y no la pone en práctica está en grave peligro de naufragar. “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”. Debemos velar por la buena conciencia y no perderla. La perdemos cuando abandonamos la sana doctrina, dejando de vivir en obediencia a ella, apagando y silenciando nuestra conciencia. Y esto es justamente lo contrario de lo que esta carta busca pues leímos en el versículo 5 “el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida”.

Pablo nombra, como ejemplo de los que naufragaron en la fe, a Himeneo y Alejandro a quienes, dice, “entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar” Ellos abandonaron la sana doctrina, perdieron la buena conciencia, naufragaron en la fe y finalmente se tornaron en blasfemos. Es muy probable que uno de ellos o quizás los dos son mencionados en la segunda carta a Timoteo, capitulo 2:17 y cuya “palabra carcomerá como gangrena” Enseñaban que la resurrección ya tuvo lugar, trastornando así la fe de algunos, escribe Pablo.

Es posible que, a pesar de su condición de excluidos, todavía conseguían influenciar a la iglesia local, y atraer cierto número de seguidores. Eso dificultaba mucho la vida del apóstol. Sin embargo, es lo que suele pasar: personas que naufragan en su fe, luego complican la vida a otros que permanecen en la fe. Estudiosos suponen que Himeneo y Alejandro basados en filosofías griegas alegorizaban la resurrección, y no creían en una resurrección corporal. Eso nos recuerda la tendencia actual de abandonar la interpretación llana y literal cuando la Biblia habla de Israel, del arrebatamiento, el regreso de Cristo en gloria, el Milenio, y tantas otras cosas más.

El naufragio comienza con dudar de ciertas verdades bíblicas, luego cuestionarlas públicamente, y finalmente abandonar le fe y ridiculizar la fe de otros. Himeneo y Alejandro abandonaron la buena conciencia y se volvieron totalmente inmunes a las amonestaciones y a la verdad. Pablo, con plena autoridad apostólica, los entregó a Satanás. Eso obviamente significaba la exclusión de la Iglesia, entregándolos al reino de Satanás, que se encuentra fuera del ámbito de la Iglesia. El objetivo de la exclusión, sin embargo, no es su perdición, sino para disciplinarlos. Así leemos en 1 Corintios 5:5: “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” La disciplina de esa persona llevaría o al arrepentimiento o a una muerte prematura por la cual dejaría de pecar.

Llegamos ahora al capítulo 2 donde Pablo enumera una lista de prioridades espirituales: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.    Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda (1 Ti. 2:1-8).

Todos sabemos lo que es una lista de prioridades, y conocemos su importancia para planificar el trabajo en una oficina, para la vida personal o familiar, para la educación, para hacer un viaje o simplemente para alcanzar ciertas metas. Algunas tareas deben ser priorizadas, mientras que otras pueden esperar. Sin las prioridades correctas es difícil avanzar en la vida. Pablo también tenía su lista de prioridades, y deseaba que Timoteo la utilizara para la vida de la Iglesia: “Exhorto ante todo…”. El apóstol tenía prioridades en la toma de decisiones, en sus muchos viajes, en sus prédicas. Ante todo, o sea en primer lugar venía la oración.

Versículo 1: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres. La oración debe estar en primer lugar, antes de cualquier otra cosa que se haga, antes de cualquier tarea o trabajo. Teniendo en mente que la Carta a Timoteo es una carta pastoral, tenemos aquí una instrucción para la vida de la Iglesia. Lo primero que menciona Pablo en el versículo 1 son Rogativas o Súplicas. Es lo que  hacemos cuando estamos en gran aprieto, cuando hay una gran necesidad. Un niño le dice a su papá: porfis, por favor, te suplico….

¿Has orado así por la salvación de tu vecino, de tu patrón, de tu maestra, de tu papá o de tu hija? Para hacer rogativas, para suplicar debes estar consciente de la enorme necesidad de esta persona. Ver que pende de un hilo sobre el fuego del infierno. Ver que está encaminado a gran velocidad hacia una eternidad sin Dios. Solo así podemos rogar, podemos suplicar por su salvación. Lo segundo que mencionas Pablo son oraciones. Orar es hablar con Dios y solamente con Dios. Puedo suplicar a mi patrón que no me despida, puedo interceder ante el juez por un amigo, pero orar solamente puedo a Dios.

Hay algo en la salvación de todos los hombres que no tiene que ver con su necesidad, o con la simpatía que yo los tengo, sino que tiene que ver con Dios. La salvación es un regalo de Dios, que Dios da a quién él quiere. Y Dios se complace en la salvación del pecador. Cuando una persona se convierte y da la razón a Dios, Dios es Glorificado. Esta persona hablará de las proezas de Dios por toda la eternidad. Dios es glorificado por los que son salvos por El, pero también en el hecho mismo de la salvación se ve la gracia y la verdad de Dios desplegarse en todo su esplendor de modo que Dios es glorificado.

Cuando oramos por la salvación de otros, oramos para que la gloria de Dios sea manifestada. Nos quedan dos formas de oración más, pero el tiempo se nos fue. Así que, quedarán para el próximo programa. De todos modos, creo que ya tenemos suficiente para comenzar a poner en práctica. El Señor les bendiga ricamente al hacerlo.

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