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Título: La resurrección de Lazaro- Un paralelismo con Israel

Autor:  Norbert Lieth Nº PE1379

Estudiando el acontecimiento de la resurrección de Lázaro por el Señor Jesucristo, el autor quiere demostrar un paralelismo asombroso con la historia pasada, presente y futura de Israel


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Estimado amigo, Betania, donde vivían Lázaro y sus dos hermanas, y donde el Señor Jesús frecuentemente se hospedaba, se situaba cerca del monte de los Olivos. Lo leemos en Marcos 11:1:«Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos.»Este lugar, el monte de los Olivos, tiene un significado profético. Pues desde allí el Señor Jesús ascendió al cielo (Lucas 24:50-51), y cuando regrese con poder y gran gloria,«se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos»(Zac. 14:4).

«Betania» significa en español «casa de miseria» (la raíz de la palabra es «anah» = sufrir, doblar, ser oprimido). ¡Cuánto sufrió Israel en los milenios pasados de su historia, cuánto fueron doblados y oprimidos los judíos!

Así que el nombre «Betania» se refiere, por un lado, al Hijo más grande de Israel, Jesucristo, y a Su sufrimiento por el mundo entero:«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido»(Is. 53:4).

Por otro lado, el nombre de Betania indica ciertamente también la gran miseria y los frecuentes sufrimientos de Israel. Pero el Mesías – el Ungido – un día vendrá otra vez y salvará y resucitará a Su pueblo, de la misma manera como lo hizo en aquel entonces con Lázaro.

El amor de Dios por Lázaro y por Israel

En el Salmo 22:24 leemos:«Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó.»Cuando Lázaro estaba enfermo y afligido, mandaron a buscar al Señor Jesús, para que venga y lo sane:«Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo»(Jn. 11:3). La expresión«el que amas»nos muestra que Lázaro es una figura profética de Israel. Pues el amor de Dios por Su pueblo es inquebrantable. Aunque todo el mundo – y con él también parte de la «cristiandad» – se vuelva lleno de odio contra Israel, al amor de Dios por Su pueblo es absolutamente firme, como lo describe también el primer libro de Reyes, diciendo:«…porque Jehová ha amado siempre a Israel…»(1 Re. 10:9). Una profunda y cordial unión de amor, tenía Jesús con Lázaro. Vemos que Lázaro era una persona conocida por el Señor, contrariamente a las otras personas que Él sanó. Por eso, las hermanas de Lázaro pudieron mandarle el mensaje:«Señor, he aquí el que amas está enfermo.»

De la misma manera también nosotros como miembros de la Iglesia de Jesús, nuestro Señor, tendríamos que recordar siempre en oración al pueblo de Israel. Pues Él lo ama, en el Gólgota pagó también por los pecados de Israel, y un día Él resucitará a este pueblo amado.

La «enfermedad» de Lázaro y la de Israel son para gloria de Dios

También la enfermedad de Lázaro es una figura emocionante de Israel:«Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella»(Jn. 11:4).

Él sabía de antemano que Su amigo Lázaro moriría. Pero también sabía que lo resucitaría y que al final todo serviría para la gloria de Dios y además sería un acto profético.

Pensemos en la historia de Israel: Como la nación de Israel murió y fue desterrado en los «sepulcros» de las naciones, pero no quedó en la muerte, como lo dice también muy claramente Romanos 11:1-2:«Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció.»De ninguna manera pasó lo que muchos teólogos cristianos malinterpretan diciendo que Israel ya no sería aceptado por Dios y que la Iglesia haya sido puesta en lugar de Israel. Bien es verdad que Israel fue puesto aparte por Dios, para que nosotros, los gentiles, los de las naciones, pudiéramos ser salvos.

Me parece que hay una imagen profética de esto en Juan 11:14-15:«Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.»El Señor retardó a propósito Su llegada a la casa de Lázaro, para que María y Marta (como figuras de la Iglesia de Jesús) creyeran.

El Señor prorrogó «dos días» la restauración de Israel, para poder salvarnos y para que nosotros los de las naciones creamos. Él quería formar la Iglesia. Pablo lo explica de esta manera:«Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su trasgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?»(Ro. 11:11-12). En Juan 11:6 leemos cuánto tiempo el Señor tardó en venir a Lázaro:«Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.»

«Dos días» significa proféticamente dos mil años de tiempo de gracia para la Iglesia. Pero luego, después de «cuatro días» en total, el Señor vino a Lázaro para resucitarlo:«Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro»(v. 17).Estos «cuatro días en el sepulcro (proféticamente 4000 años) se refieren a los 4000 años de historia de Israel. Por eso sabemos: El Señor vendrá muy pronto para resucitar a Su pueblo Israel.

«¡Lázaro, ven fuera!»

En la continuación de la historia de Lázaro, vemos de manera maravillosa lo que pasará con Israel cuando venga el Señor para resucitar a Su pueblo. Jesús vino a la tumba, y nadie creía que iba a resucitar a Lázaro. Pero ¿qué pasó?«Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra»(vv.38-39).

También en nuestros días, muchos no pueden creer que el Señor resucitará completamente al pueblo de Israel. Pero Él lo hará y quitará la piedra que está entre Él e Israel:«Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne»(Ez. 36:26).

Cuando la piedra había sido quitada y la tumba de Lázaro estaba abierta, Jesús«clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!»(v. 43).

Como lo hizo con Lázaro, el Señor llamará al pueblo de Israel de los «sepulcros» de las naciones. En parte ya lo presenciamos hoy en día. Pero cuando venga Jesucristo como Salvador para Israel, se cumplirán completamente las palabras de Ezequiel 37:11-14:«Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.»

Al clamor del Señor Jesús, Lázaro salió del sepulcro. ¡Ningún poder del mundo lo podía retener! Resucitado de la muerte, fue al encuentro del Señor. Así como Lázaro, todo Israel será reunido en un instante alrededor de su Señor. Lo describe, por ejemplo, el Evangelio de Marcos, diciendo:«Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo»(Mr. 13:26-27).

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