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Titulo: “La situación del mundo antes de la segunda venida de Jesús” 1/5
  

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1164

Antes de la venida del Redentor, en el mundo se están viviendo situaciones de caos. Puntualmente se enumeran algunas, viéndolas desde el enfoque de la Seducción.

 


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«La situación del mundo antes de la segunda venida de Jesús» 1/5

Hola querido amigo, ¿sabía usted que en la parábola de la boda celestial en Mateo 22:1-14, Jesús nos provee un panorama simbólico de nuestra época actual?. Vivimos en aquella época de la historia de salvación en la que ya todo está preparado para las bodas del Esposo celestial.

El Señor Jesús compara el reino celestial con un rey«El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar a otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes»

Querido amigo, en esta oportunidad no expondré esta parábola de Jesús sino que únicamente la emplearé para aclarar importantes verdades de la Sagrada Escritura. Por eso, mi exposición no tiene un carácter tanto dogmático sino antes bien simbólico.

¿Dónde está la esposa?

Naturalmente nos conmueve el suceso de aquella persona que no estaba vestida de boda. Pero, ¿qué otra cosa nos llama la atención?

En esta parábola no se menciona en ningún momento a la esposa. ¿Puede una boda llevarse a cabo sin novia? ¡Claro que no!

Aquí se habla de «un rey que hizo fiesta de bodas para su hijo», se habla de «siervos» que debían «convidar para la boda». Se continúa hablando de un «banquete» que estaba «preparado», de «toros y animales engordados» y de las «mesas» dispuestas. Todo en detalle. ¡Sin embargo ni una sola palabra de la novia!

O sea que se podría decir lo siguiente: La fiesta de bodas está planificada, los preparativos ya hechos, los invitados presentes, pero lo esencial, la novia, aún tiene que aparecer pues sin ella no hay boda que valga.

¿Sabe usted qué se nos muestra aquí simbólicamente? En espíritu podemos ver aquellos tiempos que la Biblia denomina últimos días, tiempos del fin, el último lapso de tiempo antes del arrebatamiento. ¿No es ese el tiempo en el cual vivimos actualmente?

Hace ya casi 2000 años que se escucha la invitación del rey quien «… envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas…». Hoy, como nunca antes, es inminente este suceso. Las bodas del Hijo de Dios podrían acontecer muy pronto. De esto dan testimonio, no tan sólo la propia Sagrada Escritura, sino también las muchas señales de esta época.

Desde el punto de vista espiritual nos encontramos actualmente en un presentimiento expectante, porque ya está todo preparado y tan sólo esperamos el momento cumbre en el cual venga el Hijo a buscar a su esposa.

Hebreos 10:37 nunca antes había tenido tanta actualidad: «Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.» Lo que se dice en 1 Corintios 2:9, ya está muy próximo, y esta realidad nos estremece internamente: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.»Y es por eso que hoy día esta palabra de Jesús nos hace prestar especial atención:«En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros«

¡Todo está preparado! Los «convidados» escucharon la invitación del rey y accedieron. Ahora esperan la gloria que ha de venir pero que hasta ahora no se ha manifestado.

Las mesas ya están tendidas, los invitados muy ansiosos, reina una atmósfera festiva pero la fiesta en sí aún no ha comenzado.

¿No es este un cuadro casi exacto de la vida del cristiano en estos tiempos finales? ¿No nos encontramos inminentemente ante el mayor de los eventos, las bodas del cordero?

Estimado amigo, veremos ahora la División y consumación.

Las personas en nuestra parábola están sentadas a la mesa del banquete, pero entonces sucede algo llamativo: «Y entró el rey para ver a los convidados …».

¿Qué es lo que caracteriza los tiempos del fin y con esto, en gran medida, los tiempos que vivimos actualmente? ¡División y consumación! Después de que el apóstol Juan había recibido toda la revelación la cual, como quien dice, culmina con las palabras: «No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca» (Apocalipsis 22:10). El ángel aún le dijo las siguientes inconfundibles palabras:«El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía» (versículo 11). En estos tiempos finales todo gira más que nada en torno a división y consumación. Y es por eso que hoy, más que nunca, es cuestión de todo o nada: O estamos totalmente del lado del señor o nos oponemos totalmente a él.

Y así, en espíritu, vemos en nuestra época al «rey» caminando a través del salón de fiestas para «ver a los convidados», pues, en cualquier momento, puede llegar ese instante culminante, la boda de su hijo y su radiante esposa. Pero antes de que esto se materialice el rey hará una prueba.

Muchas veces citamos las maravillosas palabras de 2 Crónicas 16:9:«… Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.»Sin embargo, muchas veces olvidamos que también puede suceder lo contrario: Los ojos de Jehová también descubren a aquellos quienes no le sirven de corazón. No estoy pensando precisamente en incrédulos o impíos, sino en personas que dicen ser cristianas, se comportan como si lo fueran, pero, aún así, no caminan con el Señor.

¡Cuidado, no sea que nos falte el vestido de bodas!

Cuando entró el «rey» y observó con más detención a los «convidados» sucedió aquello trágico que hace tan tremendamente seria nuestra parábola pues continúa diciendo: «… y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda» (Mateo 22:11).

Como todos los demás invitados, este hombre también había sido convidado para participar de la fiesta de bodas del hijo del rey. El había aceptado la invitación, entró por la puerta, se dirigió al salón de fiestas y se sentó, o bien se tendió, junto a una de las mesas servidas (como era costumbre en oriente). Pero éste se diferenciaba de los demás invitados en un punto esencial, «no estaba vestido de boda».

Esto pronto resultó ser un problema cuando el rey pasó por entre los invitados y descubrió a aquel que no estaba vestido de boda. ¡Ahora fue descubierto!

Esta persona que no estaba vestida de bodas representa simbólicamente a dos grupos de personas: Por un lado a los «simpatizantes» o «cristianos nominales» en la Iglesia del Señor, los cuales nunca se han convertido verdaderamente, por lo cual tampoco han experimentado un nuevo nacimiento. El apóstol Juan dice en cuanto a éstos: «Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros». Si estas personas no se convierten verdaderamente mientras aún haya tiempo, caerán bajo el mismo juicio que aquel sin vestido de bodas: Dice la palabra: «atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes»

Querido amigo, lamentablemente el tiempo se nos ha acabado pero le invito a que se encuentre nuevamente con nosotros en el próximo programa en donde estaremos entregándole la segunda parte.

Dios le bendiga.

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