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Titulo: “La traición” 3/3
  

Autor: HermanHartwich 
Nº: PE1189

¿Sabe usted quién es la persona que nunca lo traicionará? Jesús, es el único verdadero amigo. Él es el único en quien usted podrá confiar.


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«La traición» 3/3

Estimado amigo, de la misma manera que lo hice al principio de esta serie, vuelvo a citar el Salmo 41:9: «Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar.» Y: «Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios»

Nuestros tiempos están marcados por la infidelidad, el egoísmo y la codicia. ¿No duele mucho más, no hiere más, si uno es traicionado en su propia familia o en la iglesia local de Jesús? ¿Cuándo las personas de nuestra confianza nos engañan? ¿Cuándo los amigos se convierten en enemigos? ¿Cuándo uno es amargamente desilusionado por personas de las cuales uno nunca hubiera esperado eso?

Quizás usted recientemente haya sido desilusionado amargamente por una persona en quien siempre había podido confiar. Después de todo, lo engañoso no son solamente los pronósticos del tiempo, los informes de la bolsa, las promesas políticas, o las confirmaciones de ganancias financieras. No, muchas veces también somos desilusionados por los seres humanos. Del mismo modo, también, pueden resultar ser un engaño algunos planes inteligentes propios que hayamos hecho. Por eso, la Biblia nos dice: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia». Uno no lo quiere admitir, porque se había imaginado algo diferente. Pero es así: Quien confía en el ser humano, muy pronto estará solo. Cuán cierta es la Palabra de Dios: «Te han engañado, y han prevalecido contra ti tus amigos; hundieron en el cieno tus pies, se volvieron atrás». Y: «Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento».

En una encuesta sobre el tema «¿En qué cree usted?», ninguna de las 42 personas encuestadas nombraron al Hijo de Dios, Jesucristo. Esa es una clara señal de la tendencia de nuestros tiempos. La respuesta de uno de los estudiantes decía: «Yo creo en mi familia, en mis amigos; con ellos tengo una buena relación.» Una alumna de 16 años de edad dijo: «Yo sé que a través de la fe en mí misma, en mi familia y en mis amigos, puedo conseguir todo.» Una administrativa de 23 años, opinó: «Yo creo en mis amigos y en mis colegas. Yo sé que puedo confiar en ellos. A la iglesia voy muy rara vez.» Otra persona enfatizó: «Yo tengo amigos que están disponibles para mí cuando los necesito. En eso puedo creer. En Dios solamente creo cuando estoy en la misa.» Un hombre de 50 años de edad confesó: «Creo en la tontería de la gente. Me llevó 50 años darme cuenta que uno puede confiar solamente en sí mismo. Sí, creo en mí mismo.» Este hombre parece haber sido muy desilusionado por sus amigos, y parece estar aún un tanto amargado.

Quizás usted se sienta aislado y abandonado por los que lo rodean. Pero también puede ser que usted mismo haya desilusionado amargamente a otras personas, los haya abandonado y herido, hasta puede ser que usted haya faltado a su palabra y se haya convertido en enemigo de su prójimo. Quizás, incluso, usted haya roto algún pacto de su juventud, por ejemplo el pacto matrimonial, y se ha convertido en adúltero. Malaquías 2:14 dice a los hombres: «Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.» Y sobre las mujeres infieles, la Palabra dice: «La cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios». Dios, al contrario, permanece fiel, y nos da un ejemplo de ello: «Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová».

Las personas han confiado en usted, han descargado con usted su corazón y han hecho un pacto con usted. Pero luego, usted ha tirado todo por la borda, con mucha sangre fría ha andado por sus propios caminos, buscando solamente su propia ventaja, su propio placer y bienestar. En el hombre, que contestó la encuesta diciendo: «Me llevó 50 años darme cuenta que uno puede confiar solamente en sí mismo. Sí, creo en mí mismo», yo tampoco confiaría. Él está desilusionado, pero él también desilusiona a otros porque solamente cree en sí mismo.

El salmista que está desilusionado de su amigo, porque éste lo engañó, es más, lo traicionó, confiesa de sí mismo: «Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado».

Estimado amigo, nos desilusionan y desilusionamos. Hablan mal de nosotros, y nosotros hablamos mal de otros. Somos engañados y engañamos. Otros pecan contra nosotros y nosotros pecamos contra otros. Y todos somos culpables delante de Dios. Alguno que otro quizás reconozca en el Salmo 41:5-7 la hipocresía de su propio corazón: «Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando: ¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre? Y si vienen a verme, hablan mentira; su corazón recoge para sí iniquidad, y al salir fuera la divulgan. Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; contra mí piensan mal.»

Además vemos en el Salmo 41:4, que el pecado también puede enfermar emocionalmente. Si la relación con el Señor no está en orden, entonces tampoco está en orden nuestra alma. Eso es también lo que nos dice el saludo de Juan en su tercera carta: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Algunas enfermedades físicas tienen su origen en algo que no está bien a nivel emocional, por ejemplo que no haya perdón, salvación, o liberación.

Estimado oyente, Jesucristo, es el único amigo verdadero.Solamente en Él podemos confiar completamente, porque solamente Él se mantiene verdaderamente fiel. Acerca de Él está escrito: «… como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin». Él no romperá el pacto que hizo con ellos, ya que dijo: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir …».

Jesucristo tampoco romperá Su pacto con Israel. Aun cuando muchos, en la así llamada cristiandad, tengan una opinión diferente y piensen que Israel ya no tiene ningún derecho, que ya no es el pueblo de Dios, sino que la iglesia cristiana sería ahora el Israel espiritual – no crea usted tales mentiras. Más bien, el Señor Jesús dijo a Israel: «Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor» (Mt. 23:39). Por esta razón, también nosotros tenemos que seguir fieles a Israel, como sus amigos – no como fanáticos, sino bíblicamente orientados y con una posición cristocéntrica, ¡porque Dios mismo no ha perdido las esperanzas con Israel! Si usted escoge a Jesucristo como su amigo, entonces tendrá un amigo verdadero por toda la eternidad. ¡Él no lo abandonará!

¡Y seále fiel también a su cónyuge! Conviértase en un verdadero amigo de su prójimo, manteniendo en alto el mandamiento del amor: «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos»

En el caso de que usted, justamente, estuviera en el proceso de distanciarse espiritualmente de la Palabra de Dios y de Jesús, de llegar a ser infiel en alguna área: ¡No lo haga! No se convierta en un «Ahitofel» o en un «Judas». Jesús sacó adelante a Pedro, y Él también lo sacará adelante a usted. Mírelo sólo a Él, quien fue fiel, es decir obediente, hasta lo último: «Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». ¿Fue premiado por eso? Sí, sobremanera: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre»

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