La Venida en Poder (2ª Parte)

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La Venida en Poder 
(2ª parte)

Autor: Norbert Lieth

  Pedro, en su segunda carta, cap. 1:16:21, nos enfrenta a la realidad de la segunda venida de Jesús. Y lo hace refiriéndose a la extraordinaria experiencia de la transfiguración de Jesús, de la cual él mismo fue testigo ocular. Escuchemos este mensaje, en el cual queda claro que nos encontramos en la viva expectativa del regreso del Señor.


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PE1916 – Estudio Bíblico
La Venida en Poder (2ª Parte)



Amigos oyentes, habíamos dicho que: La transfiguración  tiene que ver con una vista previa de la segunda venida visible y poderosa de Jesús en gloria. Leímos el pasaje de Mateo 16:24 al 28, y dijimos que posiblemente se refiera a Israel durante el tiempo de la tribulación. Pues, en ese tiempo, será especialmente importante negarse a sí mismo y tomar su cruz; y el seguir a Jesús y el testificar de él, serán especialmente atacados. Los creyentes serán puestos en el banco de pruebas y necesitarán mucho poder.

Todo este pasaje tiene un paralelo en Apocalipsis 6 al 19, donde se describe la tribulación anterior al retorno visible de Jesucristo.Habíamos visto ya cuatro aseveraciones de ese pasaje, y llegamos ahora a la quinta, que dice así:“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”La poderosa segunda venida de Jesús, pondrá fin a la tribulación (esto lo leemos en Mt. 24:30; y cap. 25; en Ap. 11:18; y 10:4; y en Dn. 12:3, y 13), y el remanente de Israel conocerá a su Mesías (lo cual está escrito en Zac. 12:10). Proféticamente, ese remanente es representado por los tres discípulos que el Señor llevó consigo al monte, para revelarles Su gloria (de lo cual leemos en Mt. 16:28; y 17:1). Del mismo modo, en el fin de los días, cuando el Señor vuelva en gloria, también habrá un remanente (como está escrito en Ro. 9:27; y 11:5).

La próxima y última aseveración del pasaje es:“¡Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame!”Para nosotros personalmente, esto significa vivir para Jesús con tal entrega que, en comparación, apreciemos menos nuestra propia vida. Se trata de negarse a sí mismo. El seguirle a Él, sólo lo podemos hacer con la cruz, nunca sin ella. Tiene que llegar el momento, en que entreguemos a la muerte el dominio tiránico de nuestro egoísmo y de las carnalidades. Eso significa: soltar para ganar. Siempre deberíamos recordar que Jesús es la mayor de las ganancias, y que la salvación del alma es el tesoro más grande. Por esa razón, no debería haber nada que Le quite el lugar a Él. Más vale que perdamos en el mundo, que con Dios. Deberíamos añorar la segunda venida de Jesús, y esforzarnos por vivirla. Algunos cristianos, de hecho, no verán la muerte y vivirán el arrebatamiento. Si estaremos entre ellos, no lo sabemos. Pero, todos veremos Su regreso, ya sea muertos, o aun vivos, y todo lo que somos saldrá a luz y recibiremos el pago justo (como lo leemos en los vs. 27 y 28).

Jesucristo volverá, esto es una realidad. Aquello que sucedió en el Monte de la Transfiguración, no es otra cosa que una gran y real visión anticipada del regreso del Señor.

Pedro, de hecho, en su segunda carta, cap. 1:16, dice que ellos no sólo habrían visto una transfiguración en el monte, sino la segunda venida de Jesucristo.

Jesús mismo, en Mt. 16:28, dijo claramente en cuanto a Su transfiguración:“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”. Lo que Jesús quiso decir con esto, se aclara en los siguientes versículos:“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”. Al decir:“Hay algunos aquí”, se refiere a los tres discípulos, Pedro, Jacobo y Juan. Pues, en la transfiguración, ellos vieron el regreso del Hijo del Hombre.

Es interesante ver que, en Apocalipsis, Jesús es descrito de la misma manera que en el Monte de la Transfiguración. Así leemos en el capítulo 1, vers. 16:“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Pedro se refiere a la experiencia de la transfiguración, cuando escribe, en su segunda carta, cap. 1, vers. 16 al 18:“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. (…)Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo”.

Los tres discípulos no siguieron fantasías, ni leyendas o hipótesis, o delirios. Más bien, es un sobrio informe presencial de un hombre que tuvo el privilegio de vivir la majestuosa segunda venida de Jesús, en una anticipada visión profética. En esto, también vemos la importancia que la segunda venida del Señor tiene en los informes bíblicos. Pedro escribió esta carta alrededor de 35 años después de la transfiguración, y todavía estaba profundamente conmovido con esa experiencia. El Espíritu Santo mantuvo vivo ese fuego en su corazón.

También Juan mostró una profunda emotividad al referirse a la transfiguración, en el principio de su evangelio, cap. 1, vers. 14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

En los tiempos de Moisés, existió también una visión anticipada de este acontecimiento, y así lo leemos en Ex. 24:15 al 17: “Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel”.

Jesús regresará con poder. “Os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo” (nos dice 2 P. 1:16). Las palabras “poder y venida” también pueden ser descritas como “venida poderosa” o “llegada con poder”. Su aparición sacudirá al mundo más fuertemente que cualquier bomba atómica. John Newton dijo al respecto: “Así como a la luz de la aurora todas las estrellas quedan escondidas, así palidecerá toda diversión terrenal cuando Jesús sea manifestado.”

Jesús vendrá como rey. En 2 P. 1:16 leemos: “… sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad”. Él viene como Rey sobre todos los reyes, y como Rey sobre todos los nobles (según Ap. 1:5). El mundo entero se postrará a Sus pies, y todo se convertirá en estrado de Sus pies (así leemos en He. 1:13; y 10:13). John Piper escribe: “Si existiera un rey con ilimitada sabiduría, poder, divinidad y amor por sus súbditos, entonces la monarquía sería la mejor de todas las formas de gobierno.

Si alguna vez se presentara un soberano de ese tipo en el mundo – uno sin debilidades, sin tonterías, sin pecado – entonces, ninguna persona inteligente y humilde jamás querría otra vez una democracia.”

La regencia de Jesús será ilimitada, seguirá existiendo en la eternidad (como leemos en Lc. 1:33; y Dn. 7:13 y 14). La elección ha sido hecha una vez por todas, y nunca más habrá nuevas elecciones. 2 P. 1:17 deja claro que: Él regresará con todo el honor y la gloria de Dios: “Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”.

 

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